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Por Arantxa Castillo/ La dramaturgia les ha permitido a estas mujeres contar historias y construir personajes desde la mirada femenina. Algunas han decidido narrar asuntos con perspectiva de género y otras solo quieren plasmar su ficción sin importar la condición de género.

Las dramaturgas Sabina Berman, Bárbara Colio y Conchi León, tres de las más más destacadas en nuestro país, compartieron con Cartelera de Teatro, sus experiencias al enfrentar el machismo en la industria teatral.

Sabina Berman autora de obras como Testosterona y Entre Pancho Villa y una mujer desnuda, aseguró que el feminismo le ayudó a enfrentar el ambiente machista con el cual tuvo que lidiar desde los inicios de su carrera.

“Lo que ha significado ser dramaturga, desde profesores pidiéndome que trabajara de gratis, hacer correcciones de obras de dramaturgos famosos sin recibir créditos, productores intentando pagarme menos que a un hombre. Todo el paquete machista. Un ambiente especialmente acosador para las mujeres, nos tocaba pagar la aduana sexual de que te vieran como objeto. Si no tenías un feminismo claro que te explicara todas estas cosas, te iban minando la confianza. A mí el feminismo me salvó la vida”.

La autora, quien también se ha desenvuelto en el periodismo, el cine y la televisión, compartió una experiencia que expone el menosprecio que ha enfrentado el talento femenino.

“La discriminación implica un desechar y un descreer de la experiencia de las mujeres en esta tierra. Hace ya algunos años me llamaron del FONCA para elegir becarios y luego como tutora. Dio la casualidad que éramos dos mujeres que seleccionaríamos siete becados. La escritora María Muro era la otra mujer. Quedamos en que cada quien leía como quisiera sus solicitudes y al mes nos reuníamos para ver nuestras elecciones. Resulta que coincidimos en todas y todas eran mujeres. María dijo ‘oye creo que nos ganó nuestro feminismo, esto es sexismo al revés’. Se me ocurrió hablarle al FONCA y le pedimos la lista de los becarios anteriores. Habían como 3 mujeres y como 70 hombres. Entendimos que había un montón de mujeres que ya iban por su tercera o cuarta ocasión de concursar por la beca y no se las daban, eran excelentes. Nos dimos cuenta que justo se había acumulado el talento femenino no becado y decidimos becar a las siete mujeres”, comentó Berman.

Por su parte,  Conchi León, autora de La Tía Mariela, aseguró que las críticas son más duras hacia una mujer que hacia el hombre. Durante sus inicios pudo comprobarlo, pues tanto los temas que abordaba, como su apariencia física generaron detractores.

“Había un crítico que se metía con mi peso. Cuando hice Mestiza Power, él ponía mi foto y decía ‘la cochinita pibil’ o decía las ‘hamacas yucatecas reciben kilos de teatro’. Fue muy doloroso para mí ver cómo se hacía un caso omiso a mi voz artística, y lo que se estaba criticando era mi figura. Tuve mucha gente que me aconsejó no hacer caso. Al principio fue complicado, porque además de ser una mujer de teatro, yo hablaba de cosas que tenían que ver con mi localidad y región. Recibí muchas críticas, fui muy vapuleada por dramaturgos y directores que son muy reconocidos”.

Abundó: “Creo que los temas que a las mujeres nos preocupan o nos mueven, de pronto a cierto sector no le interesan y muestran mucho desdén, pareciera que los temas que nos preocupan cansan a algunos hombres. Esta petición de la cuota de género ha enojado a muchos varones, que nos ven como mujeres histéricas pidiendo un lugar, pero me gusta enfocarme en lo positivo que las mujeres de teatro son muy solidarias y ver que hay muchos compañeros que sí están involucrados. Estamos en tiempos de aprender a trabajar de forma más generosa y menos violenta, estamos todos en un viaje de aprendizaje”.

Mientras que la galardonada con el Premio Ruiz de Alarcón 2017, Bárbara Colio, señala que resaltar el trabajo de mujeres por su género es ya en sí un acto exclusión. Además asegura que es muy usual ver cómo se descalifica a una mujer cuando expone una idea importante.

“Para mí ha significado seguir adelante, no detenerse y hacer lo que se tiene que hacer para hacer teatro. Siempre ha existido misoginia. Desde destacar el trabajo de las mujeres por ser solo de mujeres, como si fuéramos un bicho raro o una secta aparte de la humanidad, cuando nuestro trabajo siempre ha destacado a la par que cualquiera”.

Añadió: “Cuando estás exponiendo frente a otras personas, el siguiente comentario es ‘no’, ‘pero’ o volver a repetir lo que tú dijiste con otras palabras y al final el crédito es para ellos. Luego dices algo muy certero y te dicen ‘no te enojes’ o ‘tu visión es muy romántica’. Eso siempre ha sido algo muy común. Son formas de hablar muy arraigadas, a nivel intelectual la figura de la dramaturga o la directora es un rol de poder dentro del teatro y es como una costumbre el negar lo que tú acabas de decir”.

Asimismo, la autora de obras como Humedad, Casi Transilvania, resaltó que el talento de muchas mujeres dramaturgas con frecuencia se pierde en la industria teatral.

“Hoy en día la participación de las mujeres en el teatro es más notoria, aunque algo lenta. Tengo la experiencia de impartir clases de dramaturgia y composiciones dramáticas. Generalmente las más destacadas de la clase son las mujeres, pero en la vida profesional ya no las ves. Creo que ahí hay un foco de atención, creo que habría que ver ¿qué pasa con ellas?”.

Berman, León y Colio destacan una importante desigualdad respecto a la participación de las mujeres dramaturgas en el teatro mexicano. Sin embargo, miran positivo el momento histórico que vive el feminismo a nivel mundial, que desde su punto de vista está logrando una conciencia más sólida sobre los cambios necesarios para tener una industria teatral incluyente.

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