Por Mariana Mijares, Fotos: Francisco Bravo/Llevar Jesucristo Super Estrella al escenario del Centro Cultural Teatro 1 fue una labor de más de un año y que requirió más de 400 personas. Pero el montaje producido en México por Alejandro Gou, con Guillermo Wiechers como Productor Ejecutivo y Erik Rubín como Productor Creativo, requería de un director que conociera perfectamente la obra: Nick Evans, quien fuera Director Asociado del World Arena Tour de este musical.

Platicamos en exclusiva con Evans sobre el montaje con música de Andrew Lloyd Webber y temas de Tim Rice, que se presenta actualmente con un elenco encabezado por Beto Cuevas, Erik Rubín, María José, Leonardo de Lozanne, Kalimba, Enrique Guzmán y Yahir.

¿Cuál fue tu motivación para aceptar trabajar en este musical mexicano, labor que te implicaría estar un tiempo lejos de casa?

Nick Evans: Siempre balanceas el trabajar en el extranjero; porque sí, significa estar lejos de la familia y de casa, pero como fui director asociado de esta obra en Londres, pienso que es una obra maravillosa. Poder hacerla en cualquier lugar del mundo hubiera sido una oportunidad increíble.

Así que vine a México, y desde que conocí al resto del equipo creativo, supe que podríamos hacer algo diferente y me terminé de convencer de aceptar este proyecto.

¿Cuáles consideras las principales diferencias entre este montaje y el de Inglaterra?

La producción en la que trabajé, la del Arena Tour, fue brillantemente dirigida por Laurence Connor, quien la concibió para que fuera una protesta contra los banqueros, los bancos, y el capitalismo de ese tiempo (2012).

Aquí en México es diferente, pues en conjunto con el increíble diseñador Jorge Ferrari, ideamos un mundo post apocalíptico; como si hubiera sucedido un temblor o un huracán.

En México conocen esa sensación de reconstruir; preguntarse ¿cómo seguimos adelante?, ¿quién nos guiará? Así que la ubicamos 5 o 10 años después de un evento fuerte.

Después se trató de adaptar los vestuarios y las ideas, pero lo que permanece igual a la Biblia, que tiene más de dos mil años, son los sentimientos de esperanza, amor, y miedo; eso es lo que tenemos ahora. Como director se trata de encontrarle el equivalente moderno.

Con los gobiernos actuales en Inglaterra, en Estados Unidos o en México, esos sentimientos están muy presentes, ¿Cómo consideras que el mensaje de esta obra puede inspirar a la audiencia?

Creo que cualquier arte debe reflejar la sociedad que representa. Por mi parte he leído mucho sobre México y hablado con muchos mexicanos de sus preocupaciones; pero en términos de política siempre hay similitudes. En Inglaterra tenemos Brexit, o políticos utilizando lenguaje racista, y de odio. En Estados Unidos tienen a Trump. El mundo está en un momento en el que verdaderamente quiere detener esa narrativa de odio y volverla de amor.

No pretendo que este musical va a cambiar el mundo, pero si al salir alguien de la audiencia se siente diferente, es suficiente.

Entre nosotros, junto a los actores y creativos, hemos tenido conversaciones muy interesantes al respecto, especialmente en los ensayos.

Hablando de los ensayos, ¿Cómo fueron y cómo lograste compaginar la agenda de estas 7 superestrellas?

Los siete actores, que son grandes estrellas, vinieron con una gran actitud, con disposición, confianza y sin miedo a probar cosas o a verse ‘feos’; Erik es un gran ejemplo. Él naturalmente se paraba al centro del escenario, pero cuando ensayamos su escena de muerte le pedí que se quedara en el piso, y confió para hacerlo. Eso representa lo que hicieron todos.

¿Cuál fue tu mayor reto en torno a estos siete actores? ¿Te preocupaba la actitud, las agendas?

Venía preparado para lidiar con egos, o con negativas, pero fue todo lo contrario, todos se convirtieron en un ensamble. En los ensayos no se notaba quiénes eran las estrellas, quienes habían grabado discos o quienes estaban en su primer trabajo.

Las agendas sí fueron un reto que me implicó ser inteligente, porque por ejemplo Yahir -que fue uno de los que más trabajó-, ha estado filmando La Voz, así que no podía trabajar con él los lunes; pero nos adaptamos. Como antes trabajé en Billy Elliot con niños que tenían que ir a la escuela, aprendes a sortear los horarios.

Además, varios de los actores no están en la mayoría de las escenas, así que lo logramos coordinar.

Sin duda uno de los mejores aspectos de este musical es el ensamble…

Tenemos un increíble ensamble; desde quienes interpretan a Caifás y Annas, los bailarines, o los covers, que nos ayudaron mucho en los ensayos.

Si pudiera, movería una barita mágica para lograr que los mexicanos apoyaran a estas siguientes generaciones, porque hay muchísimo talento. Quizá muchos vienen al musical por las estrellas, pero detrás de ellos hay espléndidos actores y cantantes.

¿Qué nos puedes contar sobre otro de los aspectos que distinguen a este musical: las proyecciones y video?

El trabajo y las proyecciones son innovadores para cualquier parte del mundo. Con este mapping por computadora podíamos decidir cualquier aspecto del set: los colores, o la forma, como si estuviéramos en un mundo virtual. Eso fue muy innovador.

Mi trabajo fue reunir a estas increíbles mentes creativas: video, vestuarios, set, y mucho balancear, porque a veces ellos defendían una idea hermosa y yo debía que recordarles que sí, era hermosa, pero era momento de voltear a ver las expresiones de los actores y no una pared. Mi trabajo fue ser como un árbitro y decidir cómo todo podía encajar.

Sin duda la coreografía es otro de los aspectos que eleva este montaje y contribuye a contar la historia…

Sí. Trabajé muy de cerca con María Meneses, es una mujer muy talentosa. Hace tiempo cuando me dijeron que tendría siete semanas con el elenco principal, decidí que vendría antes, hace 10 semanas, para tener tiempo para trabajar con el ensamble. Esto porque considero que la coreografía debe contar una historia.

Un tema como “Simón” no sólo se baila; debe sentirse amenazador y energético por la manera en la que el personaje quiere cambiar el entorno.

María fue muy generosa porque me escuchó y aguantó. Teníamos una broma interna de que al inicio de los ensayos ella no hablaba inglés y ahora lo habla perfecto ¡porque le hablé mucho!

Finalmente, para la gente que aún no se ha decidido, ¿por qué te gustaría que vinieran a ver Jesucristo Superestrella?

Vengan porque deben sentirse orgullosos del talento mexicano; tienen cultura teatral, y una industria que es tan buena como en cualquier parte del mundo. Vengan, véanla y díganle a sus amigos para que entonces los productores puedan tomar riesgos y sigan haciendo esto; es la única manera para que las industrias crezcan: apoyar lo que se hace en el país. En México tienen gente tremendamente talentosa; ha sido un honor caminar junto a ellos.

Consulta precios y horarios de la obra, aquí.

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