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Tan cierto es que el teatro -entendido como ficción- es un reflejo de la realidad como que la realidad supera a cualquier ficción. En los límites de estas afirmaciones, está ese teatro que, si bien existe desde hace varias décadas, en el nuevo siglo ha tenido manifestaciones cada vez más constantes y decisivas: el teatro que no parte de la ficción, sino de personajes y situaciones de la vida cotidiana y, sobre todo, de la Historia y de la historia y que rescata los elementos tangibles e intangibles que permiten reconstruir un episodio, a una persona, un instante específico de la realidad colectiva o personalísima.

El teatro que persigue remover la memoria, saldar algunas cuentas con el pasado para poder clarificar un poco el presente y que para ello recurre a objetos y materiales concretos: fotografías, grabaciones de audio, recortes de periódicos o revistas, videos caseros, ropa, juguetes, cartas, cuadernos, expedientes legales, clínicos y escolares, mapas, credenciales, publicaciones en redes sociales, hojas sueltas de papel, tarjetas resguardadas en libros, la hoja caída de un árbol, objetos… algo que haga que eso que se está trayendo al escenario cobre la vida que merece.

Recientemente, en espacios culturales como el Centro de Cultura Digital, la Casa del Lago y el Centro Cultural de España se presentó la pieza performática, Nosotras somos el tiempo de Pentimento Teatro, compañía dirigida por Isabel Toledo dedicada a explorar desde el teatro y el performance “la frontera de lo real, la ficción y el archivo”.

En su actual propuesta, el material de archivo consiste en el registro audiovisual de seis mujeres en la intimidad de sus casas que es proyectado en algún amplio muro de éstos recintos pertenecientes al espacio público, a fin de cuestionar y accionar en la modificación de las formas en que se relacionan los cuerpos de las mujeres y las sexodisidencias con la calle y la ciudad, aportando a un tema y a una discusión que son de suma actualidad y relevancia.

Recurrir al archivo implica, de forma inherente, un proceso de investigación, de sumergirse en los documentos y materiales a fin de elegir aquellos que van a permitir construir, reconstruir y deconstruir. Así, las y los creadores teatrales van más allá de su labor como dramaturgos, directores o intérpretes y se erigen en investigadores, en maestros del fichero y la nota al pie.

El archivo está presente en biodramas y piezas documentales y ante el público es presentado de distintas maneras, a veces más discretas y en otras más notorias. Pero siempre apelando a la preservación de la memoria, de las memorias.

En años recientes hemos visto sobre la escena archivos en forma de objetos y documentos del exilio judío del abuelo y del exilio argentino de los padres de Micaela Gramajo en Te mataré, derrota de Teatro Bola de Carne. Testimonios surgidos de entrevistas que el propio Martín López Brie le hizo a miembros de su familia sobre su militancia y exilio durante la dictadura argentina en Nombres de combate de Teatro de Quimeras.

Así como fotografías y mapas que explican el árbol genealógico europeo y sudamericano de Verónica Lánger en Detrás de mí la noche, coescrita por la actriz con Noé Morales y dirigida por Juan José Tagle. Expedientes e imágenes que documentan el proceso de migración de Rosa María Bianchi desde Argentina y Dobrina Cristeva desde Bulgaria en Retorno Sofía Rosario escrita y dirigida por José Alberto Gallardo; videos que dan cuenta de cómo era el padre de Diana Sedano, en Tornaviaje.

El archivo personal del actor Lázaro Gabino Rodríguez así como los testimonios que sobre él recopiló la actriz Luisa Pardo han sido exhibidos en varios escenarios del mundo gracias al Proyecto Lázaro -que explora el cambio de nombre que decidió el actor- del Colectivo Lagartijas Tiradas al Sol, una de las agrupaciones que ejemplifican de manera más notable el uso del documento y el archivo como material de trabajo escénico, sin ánimo de complacencias o mero entretenimiento para el público y sí con el ímpetu de generar reflexión y discusión en quienes los ven y escuchan.

Propuestas como Tijuana, Veracruz, nos estamos deforestando o cómo extrañar Xalapa, Disputar la realidad, Ya nada nos dará lo mismo, El pasado nunca se muere ni siquiera es pasado, Derretiré con un cerillo la nieve de un volcán, Se rompen las olas, Montserrat, El rumor del incendio y Asalto al agua transparente ponen sobre la escena una variedad de objetos, documentos y registros de audio y video que proponen un diálogo entre la historia personal de sus creadores, la historia de sus seres queridos y la historia política y social de México.

Aunque haya ficción en algunos momentos de éstas piezas, es precisamente el archivo del que se apoyan el que le recuerda al espectador que están ante un fragmento de la realidad, de las realidades que atraviesan a quienes están sobre la escena y pronto encuentran resonancia en quienes habitan las butacas. Con la curaduría de la exposición Ahí viene el lobo Parte I en el Museo Carrillo Gil en 2022, el colectivo hizo y deshizo los límites de sus teorías sobre archivo, ficción y realidad.

Para entender cómo un concepto que pareciera propio de las oficinas burocráticas, de la investigación académica o de la talacha periodística -para de paso honrar a uno de los primeros creadores que recurrió a esta herramienta en el teatro, Vicente Leñero-, como lo es el del archivo, atraviesa y beneficia a la escena teatral y la obliga a ir hacia otros límites de disciplinas -el performance, la instalación, la museografía- no hay más que consultar las propuestas de agrupaciones de referencia en la escena actual como Teatro Línea de Sombra, Teatro Ojo, Laboratorio de Artistas Sostenibles de Laura Uribe y Sabina Aldana, Colectivo Teatro Desde La Grieta, La Compañía Opcional de Aristeo Mora de Anda, Colectivo Macramé de Mariana Gandara, Translímite, Teatro Ciego.  Además de artistas como Shaday Larios, Mariana Villegas y Conchi León.

Obras como Antes de que te vayas de Tania Vázquez, FIERCE/Fiera de César Enríquez, Breve historia de un virus de Abraham Tari, Expediente Durango de Roberto Zayas, Variaciones sobre el café de Mariana Blanco y Alicia Laguna, Raro, una mirada desde lo invisible de la Compañía Pies Hinchados, Muy cerca del mar instante 1: el peri de Sandra Muñoz, Bravas muchachas del Colectivo Corriendo con Lobas Experiencia Escénica y Fish.Her de Puritanos Pusilánimes en Escena, de entre varias otras, dan cuenta de un interés cada vez más y mejor posicionado en nuestros escenarios y en franca correspondencia con las expresiones teatrales y performáticas alrededor del mundo -basta decir que si hay países expertos en estos menesteres son los sudamericanos, que siguen hallando en estas expresiones una forma de explicar y restañar el impacto de sus dictaduras-.

Instancias como la UNAM y sus recintos culturales dan una amplia cabida a estas manifestaciones a través de su programación o en ciclos especiales dedicados a ello. Incluso, han producido obras como Verdecruz o los últimos lazaretos en la que jóvenes actores, bajo la dirección de Mario Espinosa, replicaban los testimonios de ancianos sobrevivientes de lepra en Ecuador. El Centro Cultural de España en México es otro de los espacios que promueve estas teatralidades. La Muestra Nacional de Teatro es una de las plataformas que dan a conocer puntualmente estos trabajos.

Papeles, cassettes, objetos cotidianos e insólitos, materiales de todo tipo que ayudan a revisar, desde la escena, las complejas y variopintas relaciones entre padres e hijos, entre el gobierno y los ciudadanos, entre los individuos y los sitios en que habitan, en que trabajan o por donde transitan, entre el día a día de las personas con su pasado familiar e histórico, entre los seres humanos y los virus que irrumpen en su integridad, entre los que siguen en la vida con aquellos seres queridos -o no- que ya no lo están.

Objetos, materiales, artefactos. Soportes que, en su mayoría, son desempolvados para subirlos al escenario y, desde allí, hacerlos hablar, hacerlos dar respuestas y, sobre todo, plantear más y más preguntas a fin de seguir poniendo de frente a la simple y llana realidad.

Por Enrique Saavedra, Fotos: Cortesía ensazu

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