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FINLANDIA: El matrimonio como ring



Por Mariana Mijares/ Bárbara (Bárbara López) es una actriz filmando una película en Finlandia en pleno invierno. Ella está casada con Luis (Luis Arrieta), quien llega sin chamarra y huyendo de un frío de menos de 10 grados centígrados a su cuarto de hotel; justo el espacio donde ocurre toda la historia en una sola noche a las 4 y pico de la madrugada. Helsinki representa lo fría que se ha vuelto su relación, y lo lejana.

La obra, originalmente creada en España para Irene Escolar e Israel Elejalde (quienes la representaron en el Teatro de la Abadía), es del dramaturgo y coreógrafo francés Pascal Rambert, autor conocido por trabajos como Ensayo y Hermanas, y la memorable Clausura del Amor, en México actuada por Antón Araiza y Arcelia Ramírez.

Las obras de Rambert suelen construir conflictos a partir de largos diálogos-monologados, y han sido traducidas y publicadas en inglés, ruso, italiano, alemán, japonés, chino mandarín, croata, esloveno, polaco, portugués, neerlandés, danés, castellano y catalán.

Aunque el texto de Finlandia puede sentirse por momentos similar al de Clausura del Amor, la diferencia del primero es la presencia de una hija; pues las discusiones entre la pareja no giran solo en torno a sus errores y defectos como pareja, sino a quién ha sido mejor padre o madre y quién en consecuencia debería quedarse la custodia. Además de un continuo restregamiento, se vuelve una lucha de poder.

Esta obra no se había montado en México y la difícil tarea de recrear este duelo escénico con tantas palabras de dolor y resentimiento recae en Bárbara López y Luis Arrieta, quienes dan vida a un matrimonio que sigue unido, pero que más bien debería encontrar la forma sensata y adulta de separarse.

Desde el primer instante, Luis (los personajes se llaman intencionalmente como los actores) confronta a su esposa y la cuestiona sobre los hombres y personas que la han acompañado en ese cuarto. Este tipo de discusiones es un ejemplo de los intercambios que tienen los personajes, quienes más que buscar arreglar su relación, siguen hiriéndola de muerte.

Gran parte del peso recae en Arrieta, pues el texto resulta además una crítica a la masculinidad tóxica; a los celos y la paranoia que puede sentir un hombre cuando una mujer es exitosa en su profesión y se ve naturalmente rodeada de muchas personas, generándole inseguridad.

Para Arrieta este es un trabajo muy distinto a lo que se le ha visto en montajes como Toc Toc, La Madriguera, Razones para ser bonita o Enfermos de Amor, además del lado obscuro que mostró en el monólogo Tom Pain. Se agradece que el actor rara vez se quede en su zona de confort; tanto en el cine, como sobre el escenario.

A la par, con un extraordinario ritmo y también demostrando otra faceta está Bárbara López, quien ha participado en proyectos de televisión como Amor de barrio, Vino el amor o Señorita 89, pero es quizá más recordada por ser una de las dos integrantes de ‘Juliantina’, la pareja que formaron Bárbara y Macarena Achaga en la telenovela Amar a Muerte y en la posterior serie que seguía a esta pareja de mujeres.

En la ficción, Luis y Bárbara parecen no tener química, pero quizá ese es justo el punto de la obra: ver a dos personas que en algún momento se amaron, pero que ahora ya no toleran compartir el mismo espacio.

La dirección del montaje es de Rodrigo Nava, quien dirigió a Luis previamente en Enfermos de Amor y a Bárbara en Prueba Perfecta. Si bien la primera fue un gran trabajo de comedia, ese podría considerarse otro de los inconvenientes de esta obra; que el tono a veces se siente como comedia ligera, cuando fácilmente podría solo recargarse en el drama como Clausura…

La escenografía es de Javier Ángeles, quien realizó un extraordinario trabajo casi replicando un cuarto de hotel sobre el espacio del Teatro Milán. Por momentos podrían estorban unas varillas negras que se encuentran al frente, quizá simulan los grandes ventanales de la habitación, a través de las cuales el público observa como voyerista. Alguien podría contratarlo fácilmente para diseñar hoteles.

Para Rambert, este trabajo era una forma de narrar ciertos momentos de la vida; esos momentos duros y difíciles, así como lo imperfecto de los seres humanos.

Porque Finlandia no es una obra en la que uno como espectador vaya a sentirse bien; al revés, muy probablemente se sentirá incómodo, y afectado, pero ese es justo otro de los valores del teatro: hacer sentir. Ser un espejo de realidades con las que a veces nos identificamos, y otras tantas, solo ver situaciones tóxicas que podremos agradecer no tener en casa.

La obra se presenta los lunes hasta el 23 de octubre en el Teatro Milán, consulta horarios y precios, aquí.

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