Por Mariana Mijares, Fotos: Francisco Bravo/Si bien Nuestro Cuaderno Rojo aborda un tema muy femenino: la menstruación, la obra que se presenta en el Foro Lucerna resulta muy universal al invitar a quien la ve a la empatía y a conocer más sobre los cambios, miedos o inseguridades que viven las mujeres a lo largo de su vida.
El texto, una adaptación de Claudia Romero sobre My Little Red Book de Rachel Kauder Nalebuff, retrata diferentes perspectivas: de mujeres de distintas nacionalidades, edades y razas; hasta de hombres, sobre ese momento tan importante en el que una niña se convierte en mujer.
El montaje en México tiene otro diferenciador, es interpretado por una familia: Ana Silvia Garza, Mariana Garza y María Perroni Garza, abuela, hija y nieta que nos hablan sobre sus propias experiencias en torno a la menstruación y de cómo esta obra invita a un cambio; a salir de manera diferente que como se llega…
Cambiar de niña a mujer
¿Cómo fue su primera vez (la primera regla)?
Mariana Garza: Estaba en Venezuela con Timbiriche, tenía 11 años, y la vedad es que no la disfruté como Laura (uno de sus personajes en la obra), que se pone feliz y contenta. Yo no, estaba muy avergonzada, muy incómoda, sentía que -un poco como lo dijeron hoy-, que estaba demasiado chica.
Me causaba muchísima vergüenza que mis compañeros se enteraran; porque además, a partir de ese día se comenzó a hacer esta cosa de: ‘Uy Mariana, ella ya es grande’ y pues ya después se me quedó… Como que fue parte de algo que sucedió después, empezar a crecer, el ser la que primero había tenido esto y eso me convertía entonces ‘en la madura’, en la mamá y tomé ese lugar -qué después me gustó-, pero en ese primer momento no lo disfruté.
Afortunadamente estaba María Elena Galindo, nuestra manager, “La gordita Galindo” y me consintió mucho, platicó conmigo y me ayudó a que todos los niños dejaran de molestarme. Diego y Benny me volteaban a ver como con cara de: ‘Quién sabe que le pasó, pero ya le pasó algo’… Y eso me avergonzaba.
Ana Silvia Garza: Yo me asusté muchísimo también, no como el caso de Mary Paz (uno de sus personajes). Andaba yo en caballo y brincando las bardas y los árboles y sí me asusté… porque pues tienes algo de información, pero no como ahora esta generación tiene acceso. Pienso que tienen todo en la era de la informática, pero también es importante que haya comunicación directa; esta contención más de persona a persona, de alma a alma….
Hablar del tema, con todas sus letras
Como lo muestran en la obra, antes no se hablaba mucho sobre este tema; ahora se hace más… ¿Ese fue su caso, Ana Silvia?
Ana Silvia Garza: Totalmente. Eso vivimos las abuelas; pero lo más impresionante es que ahora las abuelas sigan queriendo evitar hablar del tema, y me encanta la oportunidad de que en esta obra lo pongamos como es naturalmente.
María, tú vives justamente otra época, una era de Internet e información, ¿Cómo te han enseñado ese balance entre lo que tú buscas o ‘Googleas’, y lo que hablas con tus papás?
María Perroni: Pues como lo dice en la obra, información hay. Tú buscas “menstruación” en Safari y te da toda una explicación, pero de lo que habla la obra, y lo que planteamos nosotros, es que es muy importante hablarlo con nuestra familia, porque ellos son los que te van a apoyar cuando te pase; te van a como a apapachar si te sientes mal.
También es importante saber las historias de las generaciones; para conocernos más, porque es otra de las muchas partes de conocernos. Yo siento que es más importante hablarlo con la familia que Googlearlo o verlo en Internet; porque pues chance no es la información correcta, o no lo entiendes y entiendes otra cosa y se genera un conflicto que luego es difícil aclarar.
Mariana, a partir de representar este texto, ¿de qué manera tú, como mamá, has hablado -o ya hablabas- de estos temas con tus hijas?
Mariana G: Tengo una hija de 23 años (Shamadhi) y siempre, desde incluso antes de ser mamá, una de mis metas y de mis propósitos -es algo que aprendí y de las cosas que más he estudiado en mi vida-, tiene que ver con ser mamá. En muchos aspectos yo tenía la información, porque primero que nada tienes que indagar, saber exactamente qué te están preguntando, no contestar como si realmente eso que están queriendo saber, lo supieras… Porque hay veces que te hablan de temas que no es necesariamente lo que están queriendo saber, sino un nombre, ¿no? O una manera de llamar. Y con mis dos hijas pasó.
Estuve muy atenta de en qué momento estaba cada una para entonces hablar del tema; y siempre con la verdad, de lo que sea, sin importar el tema. Esa sí es la regla inamovible de oro: la verdad, y con el cuidado de en qué edad están y cuál es la madurez de cada una, porque no se trata de aventarles ahí un mundo de información y a ver qué hacen con eso.
Justamente el enfrentarnos a invitar a María a ser parte de este texto, independientemente de hablar con ella del tema, como mamá, como familia, también añadió dificultad. Porque tienes pudor, y es abrir tu intimidad; aunque ella tiene clarísimo que somos personajes y no estamos hablando de nosotras. De todos modos, sí estás hablando un tema…
¿Te motivaba abrir la conversación; o quizá, motivar un cambio?
Mariana G: Lo que creo que a las tres nos entusiasma, y a Claudia Romero y Ale Ballina también, es poner en la discusión este tema, y utilizar que somos familia, utilizar el teatro -que nos encanta- para poner en la mesa algo que es muy interesante, muy importante. Y si queremos que haya respeto entre hombres y mujeres, más…
Vámonos a lo básico, a que las niñas abracen lo que quiere decir ser mujer; que tiene que ver con que comiences a tener tu periodo y que tus amigos no se burlen, que te acompañen, que lo entiendan. Cada una, en la edad en la que estamos, nos convertimos en vehículos.
Nos enorgullece invitar a la gente, a las niñas… Porque entre nosotras podemos tener información, pero lo importante es ayudarnos a que sea algo que nos enorgullezca, que nos haga sentir bien con nosotras y que a los niños les digamos: “oigan, nos ponemos locas, porque está pasando esto… No se vale burlarse… No se vale”…
O lo que acaba de pasar en Kenia, qué es increíble ¿no? que de pronto siga habiendo estos casos hoy en día en el que se burlan de una niña, al grado que ella ¿decide matarse? Queremos que deje de pasar… Eso y mil cosas más. Cualquier bullying, por más leve que sea, nosotras con este trabajo lo que buscamos es que no suceda.
Diferentes perspectivas, para diferentes audiencias
Uno de los valores de la obra es que ofrece la perspectiva de diferentes mujeres alrededor del mundo. Ana Silvia, ¿nos podrías hablar más de este juego de roles en el que a lo largo de la obra dan voz a hombres, mujeres; niñas o grandes?, incluso vemos a María como la adulta…
Ana: Sí, como una mamá hermosísima… Es un juego maravilloso y sí, ya en 2019 es tiempo de que se hablen las cosas como son, ¿no? Y el teatro es una forma de autoconocernos, y es sanador tanto para los que actuamos, como para el espectador. Es tomar conciencia para ver si sigo con esta actitud; una oportunidad maravillosa.
El escenario lo cura todo y es una gran oportunidad poder compartir con estas niñitas que amo (Mariana y María) Estoy muy agradecida.
Una experiencia familiar
María, decía tu mamá que pensaste mucho si formarías parte de esta obra, ¿Qué te convenció de estar? ¿y qué es lo más fácil, y lo más difícil, de estar con tu familia en escena?
María: Pues me convenció el pensar que niñas de mi edad, o más chiquitas; o personas más grandes que todavía no tienen la información completa, puedan aprender de lo que estoy diciendo. Y que al mismo tiempo yo también estoy aprendiendo; porque antes de hacer esto ya sabía algo del tema porque estaba en Billy Elliot y a las niñas les pasaba, pero no me metía más al tema pues porque todavía no me iba a pasar.
Ahora con este texto me he dado cuenta que hay muchas cosas que antes no sabía; que yo estaba así de: “sí, ya sé todo” Y no. Ahora sí siento que pude profundizar en el tema, y eso es lo que me gusta del teatro.
Las ventajas de estar con mi familia son que están aquí y que es mi familia (risas) y pues el lazo en la obra ya está, porque el texto dice que somos familia. Es muy padre poder compartir el escenario con mi mamá, y con mi abuela, y aprender de ellas…
¿Y hay nada complicado, no te dan algún ‘sape’ si te equivocas?…
María: ¡No! (risas)
Mariana, ¿Hubo alguna complicación en el montaje?… Porque has producido obras antes, pero en esta lo haces al lado de tu familia…
Mariana G: La verdad ha sido una producción súper sencilla. Es estresante siempre, y se me juntó con muchas otras cosas, con los Metro y otras. Dos semanas antes del estreno sí fueron bastante caóticas, pero nada más hermoso que estrenar; ese momento en el que dices: “Mejor ya no quiero”, y luego dices: “¡Ah, cómo chingados no!”… Que la gente venga y ver lo que sucede con ellos.
Con María nunca había trabajado, pero la había visto; desde que se subió de changuito al Treatro Libanés a los 4 años, o en su escuela de Teatro Musical cuando se le cayó una cosa del pelo y entonces, a esa edad, empezó a hacer todo para que nadie se diera cuenta que se le había caído. Y ahí dije: “¡Eso es!” Cuando más susto tienes, cuando más bloqueado estás, cuando más problemas hay…. ¡Hay que estrenar! (Risas) y es duro, pero increíble…
Es como parir… Duele como la fregada, pero sólo respira y puja… ¡Y ya! Un poco fue así.
Invitar a la empatía
Finalmente, Mariana, me gusta mucho que esta obra invita a la empatía, y que resulta enriquecedora para todos; no sólo para las mujeres, sino también para los hombres. ¿Qué te gustaría que se lleve el público? A lo mejor algún aprendizaje, o el ponerse en el lugar del otro…
Mariana G: Eso… realmente es como el sueño. Siempre usamos el teatro como herramienta, y siempre te sorprende cómo va a suceder. En el momento en que ya está el público, y hay reacción, hay muchísimas cosas que cambian. Es la obra en la que más risas continuas hay de todas las obras que he hecho en la vida. Aquí no hay cuarta pared, y por eso disfruto de una manera mucho más directa a la gente.
Algunos vienen como de: “Ay, quién sabe si me va a gustar” pero poco a poco se van aflojando y van siendo parte, y se ve. Tenemos muchos momentos en que esa es la indicación de Ale: “¡Comparte, reacciona a lo que la gente dice!” Entonces llegan de una manera, les gusta la escenografía, dicen: “Ay que bonitas las Garza, está chistoso…”, pero salen diciendo: “oye, qué bien la pase, qué bueno que se hable de esto”, Tanto mujeres, como los hombres. Siento mucha satisfacción de que la gente salga distinto…
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