Por Arantxa Castillo, Fotos: Cortesía/ La dramaturgia mexicana explora nuestra identidad a partir de un contexto, una cultura o una cosmovisión, elementos que resultan vitales para entendernos. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Por qué pensamos lo que pensamos? Son preguntas que algunas obras escritas por autores mexicanos suelen abordan. Y el teatro mexicano puede ser un mapa que nos ayude a comprender mucho mejor nuestra forma de ver la vida, de celebrarla, de interpretarla o por qué no, de reconciliarnos con nuestras raíces como le pasó a José Manuel López Velarde, autor de los musicales Mentiras y Si nos dejan.

Si nos dejan fue el segundo musical que escribí y dirigí después de Mentiras. Es un musical que en ese momento tenía que ver con reconciliarme con mi país, y este musical se tratar de encontrar lo que nos enorgullece de él”, comentó López Velarde acerca del musical que hace un guiño a la Época del Cine de Oro en México con la música de intérpretes como José Alfredo Jiménez, Juan Gabriel, entre otros.

El dramaturgo y codirector de La Teatrería asegura que musicales como Si nos dejan y Mentiras son el ejemplo perfecto del potencial que tenemos como creadores de teatro musical, por lo que espera que estas producciones abran el camino a otros dramaturgos.

Siempre he dicho que tenemos muchísimo talento, pienso que el teatro mexicano y el teatro musical tiene mucho futuro, y me encantaría ver más obras mías y de mis colegas mexicanos. Se piensa que solo se le da la oportunidad a autores extranjeros, pero acá está la prueba de una empresa que confío en Mentiras y en Si nos dejan, obras que se han vuelto referentes y ojalá impulsen la creación del teatro mexicano”, puntualizó José Manuel López Velarde.

Mientras que la dramaturga Conchi León, autora de La Tía Mariela, Mestiza Power, Cachorro de León, que llevan al escenario la cultura y folclor yucateco, así como sus vivencias personales y femeninas, señala que el teatro mexicano no se le da la misma resonancia que  a las obras de autores extranjeros.

Foto Cortesía Conchi León“El teatro mexicano tiene infinidad de rostros, de colores y de sabores, en muchas ocasiones hemos platicado que ciertos intelectuales o personajes rechazan el teatro que tiene esta identidad, como decía el dramaturgo Hugo Rascón Banda, que lo acusaban de querer bordar la dramaturgia mexicana de cerros y nopales”.

La también actriz, quien presenta su espectáculo Hamacasutra en el Cabarezoom de Teatro Bar el Vicio, reconoce que en ocasiones el talento mexicano no es reconocido en nuestro país. No obstantes, está convencida en que se han ganado espacios.

“A mí sí me enoja un poco, me consta que hay voces del teatro muy fuertes y que a veces no tienen la respuesta que puede tener un autor extranjero. ¿Cuándo dirán en México, ‘viene una chica de Mérida’? Después de todo creo que hemos ido ganando espacios y hemos aprendido a reconocernos entre nosotros, ojalá este retorno al teatro venga con las voces del teatro mexicano”, enfantizó Conchi León.

Por su parte Richad Viqueira, autor de La insoportable levedad del pop y Desvenar, propuestas escénicas que retratan la idiosincrasia mexicana, una a través de la música y otra a través del chile, opina que existe malinchismo dentro del gremio.

“Para mí sí es fundamental que mi teatro represente el temperamento de lo mexicano, siento una obligación y un gusto de hablar sobre aquello que nos distingue. De repente parece muy chic traer la última obra Off Broadway, de Canadá o Londres. Pienso que hay cierto malinchismo con los textos mexicanos, pero vale la pena hablar de nosotros, sentarte, romperte la cabeza un poco para escribir algo propio, porque de verdad el teatro se comprende mejor en su lugar de origen”.

Agregó que todo viene desde la formación: “Sin duda la diversidad es muy interesante, está bien, pero creo que como estudiantes de teatro estamos muy influidos por dramaturgia alemana, inglesa, shakespeariana y denostamos nuestras propias raíces y no aludimos a figuras como Octavio Paz o tradiciones escénicas como la lucha libre”.

Por otro lado Juan Carrillo, autor de Nacahue: Ramón y Hortensia, montaje en español y náayeri inspirado en Romeo y Julieta de William Shakespeare, piensa que por alguna razón lo que nos parece lejano, nos puede llegar a atraer un poco más que aquello que es cercano, aunque puede ser igual de extraordinario.

“Creo que todo teatro debe partir de una apropiación de los creadores, necesitas tener un vínculo con este mundo, porque si no, ahí empieza el problema, se comienzan a imitar las formas. En nuestro caso había una inquietud con las culturas indígenas, los cora y huicholes de Nayarit, culturas con las que crecí de manera tangencial, pero nunca supe de ellos, nunca me había acercado a esa cultura, aunque la tenía tan cerca”.

Él mismo lo comprobó al llevar esta puesta al 40 Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, España, en 2017, donde sorprendió de sobremanera al público español, que quedó fascinado por esta versión de Romeo y Julieta llevada al mundo indígena.

Explicó: “Es un fenómeno donde parece que lo tenemos cerca no nos genera expectativa, como cuando hay un montón de atractivos por tu casa, pero quieres ir a otro país y cuando viajas descubres que en otras partes están fascinados por tu cultura, quizá por eso le apostamos a lo de afuera. Dicen que nadie es profeta de su propia tierra, pero creo que hay un montón de cosas de nuestro país que son extraordinarias, que desconocemos mucho más de lo que podríamos imaginar”.

Sin duda, cada vez son más los dramaturgos que buscan retratar nuestra cultura e identidad, desde hablar de nuestra cosmovisión, explorar la cultura y el folclor de una región o etnia, abordar nuestro contexto político y social o simplemente rendir tributo a las expresiones artísticas de nuestro país es tan solo una de las tantas formas de plasmar la diversidad de nuestra cultura, encontrando un discurso escénico.

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