No es queja, pero más de una vez seguramente nos ha tocado escuchar o ver que el público que dice que va al teatro, regularmente atiende un circuito: el de los espectáculos de gran o mediano formato: el de los grandes musicales y las obras escenificadas por actrices y actores muy conocidos, aunque esto les haga ir a foros no tan grandes, pero sí muy trendys, como el Teatro Milán, La Teatrería o el Foro Shakespeare, lo cual ya empieza a hablar de una mezcla que cada vez es más notoria y que permite que el gran público acuda a distintos tipos de teatro.

Actualmente en nuestra Cartelera de Teatro conviven excelentes ejemplos de los muy distintos tipos de teatro que pueden existir y aunque algunos no necesitan demasiado para que el público acuda a ellos, muchos de ellos están en la espera constante e interesada de nuevos públicos que los visiten y conozcan.

Están obras como Lagunilla a mi barrio, que responde a un formato muy comercial, con actores reconocidos por su trabajo en la televisión, figuras cuya popularidad les permite llenar la sala de un público ávido de ver en vivo y en directo a Maribel Guardia, Laura León y Ariel Miramontes haciendo teatro popular, con canciones pegajosas y albures por doquier. Los llenos de esa obra hacen pensar, entre otras cosas, que vaya que hace falta el Teatro Blanquita en ésta ciudad.

También en un gran formato está la recién estrenada Cabaret. Un clásico del teatro musical, uno de los más notables del género, en un teatro destinado al entretenimiento del gran público, el Insurgentes. Empero, en esta ocasión hay un twist: el equipo que realiza la tercera versión mexicana de este musical está comandado por Mauricio García Lozano, quien propuso como protagonistas a dos actrices que no están relacionadas con el teatro musical: Irene Azuela e Ilse Salas, lo cual, según los comentarios vertidos en redes sociales, ha resultado un acierto y un aire fresco para el público asiduo a los musicales.

Ya se ha abordado también el caso de El padre, que es un gran texto del francés Florian Zeller llevado a una producción privada estelarizada por una de las principales figuras del teatro universitario y subvencionado Luis de Tavira. O, para seguir con Francia, Un dios salvaje de la siempre celebrada Yasmina Reza dirigida por Miguel Septién incluye en su elenco a Chumel Torres, ampliamente conocido por su labor como youtuber.

Pero obviamente hay mucho más teatro y más teatros. Actualmente tenemos la oportunidad de disfrutar de un texto de uno de los mayores dramaturgos latinoamericanos, el uruguayo Gabriel Calderón, con Ana contra la muerte, que dirige Cristian Magaloni con un elenco de actrices siempre afincadas en el teatro como Mariana Giménez, Nohemí Espinosa y Mariana Gajá.

Mientras esta obra se presenta en el Teatro Helénico, en el Foro La Gruta se puede ver un esfuerzo de teatro independiente y joven, Flores negras del destino nos apartan en el que Belén Aguilar como directora y José Juan Sánchez y Lorena Glinz como actores deconstruyen la novela de Julian Herbert, Canción de tumba mostrando justamente eso que tanto se agradece de cualquier obra de cualquier formato: el arrojo.

Y por supuesto en más de una ocasión hemos hablado sobre el trabajo qué hacen los teatros independientes como La Capilla, El Milagro, La Titería, El Hormiguero, que reúnen una diversidad de propuestas que presentan todos los días de la semana. Espacios para la experimentación de los artistas teatrales, para los pininos de aquellos jóvenes recién egresados, para el refugio de actrices y actores cansados de la fama y deseosos de hacer algo que les rete sobre el escenario.

Pero además de esos teatros cuyas propuestas y curadurías no están lejanas de las que ofrecen los teatros de la UNAM y los del INBAL, hay otros espacios que, desde otras formas y estrategias de programación y difusión, convocan al público: el Forito de Coapa, el Centro Cultural de la Diversidad, el FOCO, el Teatro Enrique Lizalde, el Teatro Emilliere, el Foro Ricardo Villarreal, entre otros.

Es curioso. A veces la gente que está acostumbrada a acudir a espectáculos de gran formato, sean o no teatrales, suelen argumentar que no van a otros teatros porque es muy caro, cuando precisamente son los teatros de mediano y, sobre todo, los de pequeño formato, los que constantemente ofrecen programas de descuentos y cortesías para que nadie se quede sin ocupar una butaca. Es cierto, sigue siendo una materia pendiente de los teatros de mediano y pequeño formato el revisar y optimizar sus estrategias de difusión y de acercamiento al gran público.

Pero ojalá que poco a poco, y que a eso contribuyan las distintas mezclas que se están logrando entre teatros, textos, directores, y elencos, ese gran público se interese por otras opciones de entretenimiento, cultura y, obviamente, la magia y la sorpresa propias de este arte que ante todo y sobre todo, resiste y subsiste.

Por Enrique Saavedra, Fotos: Cortesía 

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