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CABARET: Más vigente que nunca



Por Kerim Martínez/ Cabaret (1966), de Joe Masteroff (con música de John Kander y letras de Fred Ebb), es un musical que se distingue fácilmente de otros por su temática provocadora, sus personajes complejos, su potente drama, su atmósfera decadente y sus contagiosas melodías. Esto ha propiciado la creación de nuevas producciones en todo el mundo de forma periódica, lo que permite que las nuevas generaciones se acerquen a esta obra. En 1972, fue llevada a la pantalla grande bajo la dirección de Bob Fosse y con la memorable interpretación de Liza Minelli en el papel de Sally Bowles.

En Berlín, a finales de 1929, justo antes del ascenso del régimen nazi, Cliff Bradshaw, un escritor estadounidense en busca de inspiración, termina en el Kit Kat Klub, un cabaret lleno de personajes extravagantes. Allí, Cliff se involucra con la cantante británica Sally Bowles, una mujer hedonista y, al mismo tiempo, muy frágil, incapaz de enfrentar las consecuencias de sus acciones. Mientras tanto, el enigmático Maestro de Ceremonias dirige el lugar y sirve como el hilo conductor de una historia sombría y surrealista que se desarrolla a medida que la situación política en Alemania se intensifica.

En el Teatro Lírico de la Ciudad de México se estrenó en 1980, bajo la producción de Fernando Junco Garza y la dirección de Mary Bettini. La obra estuvo protagonizada por Laura Zapata. De 2004 a 2006, con más de 500 funciones, Tina Galindo, Claudio Carrera y Daniela Romo fueron los productores de una nueva versión del musical en el Teatro de los Insurgentes, dirigida por Felipe Fernández del Paso. El papel principal fue interpretado por Itati Cantoral, Chantal Andere, Kika Edgar y Tiaré Scanda. En marzo de 2024, los mismos productores, junto con Diego Luna, nos traen una nueva producción de Cabaret, bajo la dirección de Mauricio García Lozano (El hombre de la Mancha).

La puesta en escena de García Lozano se convierte en un espectáculo digno, con numerosas sorpresas visuales durante la representación. En todo momento, se mantiene la coherencia y el buen gusto, generando una estética sugerente que capta la atención del público. Crea un espectáculo inmersivo, con un elenco comprometido y objetivos claros que culminan en un final poderoso y devastador. Sin embargo, una decisión tomada, debido al entorno donde se desarrolla la acción, fue que algunos actores hablaran con un acento alemán muy marcado, lo cual resulta cansado para el oído y se acerca demasiado a la caricatura.

El personaje de Sally Bowles ha estado a cargo de célebres actrices como Natasha Richardson, Judi Dench, Michelle Williams y Emma Stone. En esta ocasión, Bowles es interpretada por Ilse Salas, reconocida por el público por su participación en diversos proyectos cinematográficos y televisivos. Si bien la actriz ha participado en obras de teatro como Network (2022), Medea (2019) o Medida por medida (2016), ahora sorprende incursionando como protagonista de una obra musical.

Salas demuestra su experiencia actoral en uno de los teatros más importantes del país, mostrándose firme y dispuesta a disfrutar cada minuto en el escenario. Construye un personaje vulnerable, carente de estabilidad, que anhela ser amado y protegido, pero que al mismo tiempo teme al compromiso, lo que la lleva a tomar decisiones poco acertadas. En el número musical Mein Herr, Salas se muestra segura y radiante. La actriz introduce al público en una versión de Sally más oscura que carismática, llevándolos en un viaje emocional que puede resultar doloroso y alejado del glamour del espectáculo.

Se nota que tanto ella como el director optaron por esta decisión, la cual funciona, aunque en algunos momentos puede afectar el ritmo del musical, especialmente en las escenas actuadas, donde cada parlamento se carga de intensidad y se crea un ambiente denso en el escenario. Es probable que con el transcurso de las funciones, tanto Salas como los demás actores aceleren el ritmo y encuentren una cadencia más adecuada para el disfrute del público.

Uno de los papeles más codiciados en el género musical es el del Maestro de Ceremonias del Kit Kat Club. Sam Mendes eligió al actor Alan Cumming para su versión de la obra, quien realizó una de las caracterizaciones más memorables, elogiada tanto por los críticos (ganó un Premio Tony) como por los espectadores. Tradicionalmente, el personaje es interpretado por hombres; sin embargo, una de las reinterpretaciones más destacadas del personaje ocurrió en el West End de Londres en 2006, donde la actriz Jane Horrocks lo encarnó, ofreciendo una nueva perspectiva al carácter.

En el montaje recién estrenado en la cartelera mexicana, los productores (y seguramente también el director) decidieron aventurarse con Irene Azuela al mando de este personaje tan icónico para la comunidad LGBTQ+ y que se volvió un símbolo de la sexualidad fluida y la expresión de género no convencional. No es la primera vez que Azuela se mete en los zapatos de un personaje masculino; en 2022 interpretó a Hamlet bajo la dirección de Angélica Rogel y compartió créditos con Mauricio García Lozano, quien ahora la dirige en Cabaret.

Azuela asume el reto con valentía y demuestra haberse preparado arduamente para esta interpretación. Su trabajo corporal es muy interesante y preciso, sobre todo en el manejo de sus brazos con movimientos quebrados, como si fuera una marioneta viviente llena de energía. Más que construir un personaje grotesco o malicioso, como lo han hecho otros actores, Azuela se enfoca en esbozar un ser ambiguo sexualmente, perturbado, molesto y muy inconforme con el mundo represivo en el que vive. En algunas funciones, Emcee será interpretado por el actor Julián Segura, para aquellos espectadores que deseen encontrar una opción queer más apegada al original.

En el papel de Cliff Bradshaw alternan Gustavo Egelhaaf y Nacho Tahaan. Como Fraülein Schneider está Anahí Allué, como Herr Schultz está Alberto Lomnitz, y como Fraülein Kost está Majo Pérez (quien también alterna el personaje de Sally Bowles), entre otros.

Es importante hacer una mención especial al ensamble de este montaje, quienes brillan con luz propia y llenan de energía el escenario con cada una de sus participaciones, gracias a las coreografías de Gabriela Aldaz Perroni y Jason A. Sparks.

El diseño de escenografía está a cargo de Adrián Martínez Frausto, quien convierte todo el teatro en un espacio inmersivo que ayuda a los espectadores a involucrarse desde el momento en que toman asiento, ya sea en las butacas o en la sección conformada por mesas y sillas, donde tendrán al elenco muy cerca de ellos.

El Kit Kat Club se transforma en un espacio deslumbrante y seductor (muy alejado de la propuesta del cabaret decadente de Fosse en la película) que invita a dejarse llevar por los excesos. Las varas de iluminación se integran constantemente como parte de la escenografía, logrando resultados óptimos. Los cambios son sutiles y rápidos; en un abrir y cerrar de ojos, estamos en la casa de huéspedes de Fraülein Schneider, en la frutería de Herr Schultz, arriba de un tren o de regreso en el propio cabaret. En varios momentos, se puede ver a la orquesta en el fondo del escenario, bajo la dirección musical de Pablo Chemor. Esto da la sensación de que también son personajes acordes a ese sórdido universo.

Uno de los aciertos de esta puesta en escena es el diseño de iluminación a cargo de Regina Morales, que en muchos momentos logra que nos olvidemos de la belleza escenográfica para concentrarnos en la acción dramática de los personajes. A través de la iluminación, Morales crea imágenes conmovedoras y refuerza los cuadros plásticos creados por García Lozano.

Jerildy Bosch realiza un diseño de vestuario que se integra de manera coherente con las demás propuestas creativas. La época se establece de manera acertada, los actores lucen cómodos durante los bailes y se toman algunas libertades con Emcee y el ensamble, lo que añade un toque juguetón al montaje. Esto contrasta notablemente con la propuesta de vestuario y maquillaje de 2004, donde todo caía en el cliché de prostitutas. En la versión actual, el diseño de maquillaje y peluquería es obra de Maricela Estrada. Quizás sería adecuado resaltar un poco más los colores en Ilse Salas, ya que con la iluminación su rostro puede volverse fantasmagórico (a menos que ése sea el efecto deseado).

Algunos créditos que vale la pena mencionar son el diseño de audio a cargo de Miguel Jiménez, la traducción y co-adaptación realizada por Enrique Arce Gómez, la producción ejecutiva a cargo de Lissy Castro, y el papel de directora residente desempeñado por Alejandra Ballina.

Cabaret es un musical que atrajo la atención en la época de su estreno debido a que exploró la libertad sexual y reflexionó sobre la persecución política, el poder y la fragilidad de la vida en momentos de cambios radicales. Desafió convenciones y cuestionó los peligros de una determinada situación histórica, que lamentablemente sigue repitiéndose, solo cambiando de locación. Debido a su minuciosa exploración de la condición humana, esta obra continúa teniendo un impacto profundo, por lo que es vital seguir acercándonos al teatro para vivir estas historias.

La obra se presenta de jueves a domingo en el Teatro de los Insurgentes, consulta horarios y precios, aquí.

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