La golondrina está por estrenar el próximo 2 de junio en el Teatro Milán. Tuvimos el placer de entrevistar a la maestra Margarita Sanz sobre esta obra escrita por el catalán Guillem Clua. La obra trata un tema delicado, nos explica, pues se inspiró en el atentado que hace algunos años sucedió en el Bar Pulse, en Orlando, Florida.

En este evento fueron asesinadas 49 personas. En este sentido, Margarita Sanz apunta que no se escenifica el atentado en la obra, sino que se presenta el resultado de ese terrible ataque. “Es una obra que muestra una división muy grande que ya no debería existir. Es una obra que habla de la violencia, que tampoco debería existir”, advierte.

En La golondrina, la primera actriz, actúa bajo la dirección de Alonso Íñiguez. El resto del elenco está compuesto por Germán Bracco y Alejandro Puente, ambos alternando papel.

Sanz da vida a Amelia, una mujer que perdió a su hijo en el terrible atentado; Puente y Bracco, alternan en el papel de Ramón, amigo del hijo de Amelia, quien se acerca a ella con la excusa de tomar clases de canto. Sin embargo, la verdadera razón de este acercamiento es para hablar sobre su hijo.

En este sentido, Margarita Sanz señala que la obra muestra dos mundos. Por un lado, el mundo heterosexual y por el otro el mundo gay, y la confrontación que hay entre estos dos mundos. Sobre esto explica: “De pronto en la obra hay confrontaciones muy serias entre ambos mundos, pero finalmente ninguno es mejor que otro de ninguna manera. Simplemente, logran hablar sin prejuicio, sin malos pensamientos”. A ambos personajes, agrega, los une el amor que le tenían a Danny, el hijo muerto de Amelia.

Para la actriz uno de los planteamientos de este montaje es la estructura social y lo mal que entendemos conceptos como la tolerancia y la comunicación. En este sentido, señala: “Es por esto importante esta obra, porque muestra una debilidad muy grande en la comunicación, en la tolerancia. Más que tolerancia debe haber entendimiento de un mundo al otro y viceversa”.

A pesar de lo complejo del tema, Sanz aclara que, si bien la obra por momentos es dolorosa, también tiene núcleos, como “burbujitas” les llama, de alegría y buenos ratos que pasan juntos los dos personajes.

En este sentido, Margarita Sanz nos dice que está convencida de que quienes vayan a ver la obra saldrán conmovidos y llenos de ideas, con ganas de conversar con la gente que aman. “Van a ver dos vidas que tuvieron, desgraciadamente, un momento de dolor, pero que logran, de alguna manera, hablar de ese dolor y tratar de superarlo, tratar, sobre todo, de entenderse ellos mismos”.

Sobre este particular, la actriz nos habla sobre una frase de la obra: “¿Qué nos hace realmente a todos humanos?”. La obra, nos explica, nos da como respuesta que es el dolor: “Lo que nos hace verdaderamente humanos es sentir como propio el dolor ajeno”.

La música juega un papel importante en el montaje. Amelia es maestra de canto, al igual que Margarita Sanz tiene una fuerte conexión con la música. A partir del encuentro con Ramón para darle clases de canto es que se da la relación entre ambos.

En el montaje hay una canción que se llama La golondrina, nos adelanta la actriz. “No tiene nada que ver con nuestras Golondrinas mexicanas”, nos aclara. Sin embargo, es un tema que juega un papel importante en la trama. Al respecto, explica: “Es una canción que se tiene que componer siempre que hay un reparto haciendo esta obra en cualquier parte del mundo. Esa canción se tiene que componer y se llama La golondrina”. Sobre este tema musical, nos deja con una incógnita: “Después se van a enterar por qué esa ave tiene tanto que ver en esta obra”.

Finalmente, terminamos nuestra conversación hablando sobre el teatro en su vida. Evidentemente, para una actriz con la trayectoria de Margarita Sanz, la respuesta es precisa: “El teatro es mi vida, es el pulso de mi corazón, es el pulso de mi vida, de mi sangre”.

Para la actriz, el teatro representa una manera de entender al género humano y nuestras características. A partir de él podemos entender por qué somos como somos, pues está reflejada “toda la complejidad humana”.

De manera muy clara explica: “Entonces, estar metida en esta especie de mar de sabiduría, de complejidad, de conflictos, pues no he visto otro mar, he estado en ese mar casi toda mi vida y es una forma bella y hermosa, también muy dura, a veces dolorosa, de ver la vida, porque en el teatro no se esconde nada, se ve todo lo interno del ser humano”.

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Por Óscar Ramírez Maldonado Foto: Cortesía La Golondrina / BH5 y Oscar Uriel

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