¿Qué pasaría si los personajes de los videojuegos fueran de carne y hueso? Esa es la premisa de la obra, Dios juega videojuegos y yo soy su puto Mario Broz, que se escenificará del 2 al 12 de febrero en el Teatro Benito Juárez.

Con idea original, mecánicas de juego y dirección de Richard Viqueira, el montaje interactivo pone en jaque las elecciones de los gamers (jugadores), donde los videojuegos “jamás volverán a ser como antes”.

En la puesta en escena, el espectador o la espectadora compra un boleto válido para una función, a cambio se le entregan un puñado de monedas que se insertan en las maquinitas disponibles. El o la performer ejecuta un papel que se ramifica según las elecciones que tome cada participante.

De esta forma, el público juega con los performers como en los videojuegos, pero en la pieza se manipula a seres vivos que sudan, lloran, sangran y se deshidratan. De esta manera se replica la dinámica de un videojuego tradicional: la consecución y/o frustración de metas, niveles, obstáculos, bonus y la adicción resultante.

Participan en el elenco, Valentina Garibay, Nane Aguilar, Omar Adair, Pastor Aguirre, David Blanco, Ángel Luna y el propio Richard Viqueira.

Mientras que el diseño de dispositivos interactivos es obra de Mario Marín del Río y la música original y acción sonora es una aportación de Edwin Viqueira.

Se trata de una propuesta que invita al público a reflexionar en torno al tema de los jugadores de videojuegos (gamers) y las posibles consecuencias sobre su afición.

La obra se escenificará de jueves a domingo hasta el 12 de febrero en el Teatro Benito Juárez, ubicado en Villalongín 15, colonia Cuauhtémoc, consulta horarios y precios, aquí.

Con información y fotos de la Dirección del Sistema de Teatros de la Ciudad de México

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