Por Mariana Mijares, Fotos: Francisco Bravo/ María León, Bibi Gaytán y Michelle Rodríguez han trazado una rutina antes de salir al escenario de Chicago, musical que se presenta de miércoles a domingo en el Teatro Telcel. Ahí, tuvimos oportunidad de platicar con las protagonistas sobre sus hábitos, lo que tienen en sus camerinos y cómo han cambiado desde el estreno, el pasado octubre.

¿Cómo es su rutina diaria antes de entrar al escenario?

María: Lo primero que hago es conectar una bocina y poner música; me gusta crear un puente entre la calle y el momento de concentración antes de entrar a escena. Trato de que sea música diferente a la comedia musical; un día puede ser salsa, otro mariachi, lo que sea. Así me relajo y desestreso sacando toda la energía que pudo haberse acumulado en el día.

Luego me maquillo, me ayudan con el pelo, y una vez que todo eso está listo, vienen a microfonearme. Me hago un tesito, y tengo a la mano labial rojo y rímel para retocar.

Me gusta bajar al calentamiento con el equipo, media hora antes de empezar. Normalmente todos se van antes porque entran antes que yo; entonces ahí también tengo dos, tres minutos para estar solita, respirar o repasar alguna cosa que sienta debo repasar.

Biby: Me gusta llegar con mucha anticipación al teatro. Primero me maquillo, después me peinan y durante todo ese proceso me encanta escuchar música clásica y algunos soundtracks como Los Miserables, La, La, Land y por supuesto ¡Chicago!

Antes de salir de mi camerino, le ofrezco mis oraciones a la Virgen, bajo a vocalizar con toda la compañía y por último hago un ligero calentamiento físico corporal.

Michelle: Debemos llegar dos horas antes al llamado. Yo siempre dejo mis cosas, empiezo a maquillarme, -o desmaquillarme si vengo maquillada-, y maquillarme de nuevo. Luego hay que bajar a la preparación de le pelucas -que es como la rutina básica de todas las obras-, a que me hagan los apoyos, y me pongan el micrófono.

Después subo, me cambio, bajamos a un calentamiento vocal -que es imprescindible-, o por lo menos a mí no me gusta faltar. Siempre hay alguien dirigiendo el ensayo, y estos calentamientos son importantes porque son un previo a la función. Para estar listos se hace un poco de calentamiento físico también.

A mí personalmente me gusta estar lista -aunque mi personaje no entre en las primeras escenas-, porque siento que es momento de estar; que ya empezó y que empezamos todos, y me da mucho estrés no estar. Ya lista, me quedo en piernas desde el primer tema hasta mi número…

¿Entonces te gusta ver o escuchar la función?

Michelle: Sí, por lo regular lo hago en todas las obras. Y si no puedo estar en piernas, estoy al pendiente. Creo que es como una energía en la que entramos todos juntos; te vas cargando de todo lo que ellos ya están construyendo, y además me da la oportunidad de disfrutarlos tantito; porque estoy viendo las escenas ahí en un rinconcito. Entre que lo disfruto y me preparo, ¡me encanta!, esa es mi rutina de todos los días.

¿Cómo es su camerino? ¿Qué tienen ahí?

María: Tengo un baño, regadera; del lado derecho hay un rack con el vestuario que utilizaré ese día y una batita rosa que me pone Luis -mi vestuarista- por si hace frío o por si quiero estar cómoda entre función y función. Traje un puff de mi casa porque me gusta que mi camerino tenga un toque hogareño.

Del lado izquierdo tengo libros, un cojín que me tejió una amiga con la foto de mi perrita Micaela -que es la dueña de mis quincenas-, una vela artificial, una estrellita que me compró mi mamá con luces de Tonalá -porque como soy de Guadalajara me recuerda mucho a ellos-. También tengo medias de repuesto por si se rompen, y unos aretes que uso todo el tiempo. Además tengo una guitarra -porque como paso mucho tiempo aquí me pongo a estudiar, o practicar-.

Tengo una cobija y una muda de ropa. Finalmente, un gabinete con barritas, paletas de propóleo y miel.

Biby: Mi camerino tiene lo esencial: un tocador para maquillaje y peinado, una extraordinaria luz y lo único que hay en la pared es mi Virgen de Guadalupe, que mi esposo me regaló específicamente para este proyecto.

Michelle: Ahora no hay muchas cosas en mi camerino; tengo un par de regalitos, una toalla que nos dejaron los creativos que vinieron a montar la obra -nos hicieron un regalo de unas toallitas como para el sudor-. Tengo un muñequito de mi personaje de monstruo, que hice en ¿Quién es la máscara?, un espejo grande, mi maquillaje, un espejo chiquito para los detalles de los ojos y esas cosas. Mi bolsa, mis pantuflas, un tapetito, un sillón para descansar, y listo.

No hay muchas coas todavía porque vamos empezando; hay un par de recaditos, nada más, regalitos que ya están ahí y me falta una foto que dejé en casa que nos la dieron hace poquito, un chico que hizo unos bannersitos de Chicago. Conforme van llegando los regalitos, se va llenando el camerino.

Además del calentamiento vocal, ¿te gusta hacer algún tipo de ritual; alguna plegaria, oración, yoga o lo que sea, antes de salir a escena?

María: Me gusta estar en silencio un ratito; hacer ejercicios de reconocimiento de sentidos, de presencia, como para entrar en el mood que requiere Roxy Hart.

Biby: Antes de salir de mi camerino, le ofrezco mis oraciones a la Virgen.

Michelle: Siempre, justo antes de entrar al escenario, en cualquiera de sus modalidades, sea la tele, cine, teatro, stand up; todo lo que hago, siempre me persigno, me hago una crucecita de Baba atrás de las orejas, y entro con el pie derecho. Es algo que hago en cada función, en cada escenario de cada lugar donde me voy a presentar; siempre, siempre. En las audiciones también.

María, Michelle, ¿tienen alguna diferencia en su ritual o algo que hagan en Chicago que no hacían anteriormente? (María en Hoy no me puedo Levantar y Michelle en Los Miserables)

María: Me gusta generar una rutina, porque me da una zona de confort y el escenario nunca es una zona de confort; porque siempre es distinto, siempre suceden cosas diferentes y el público reacciona distinto; siempre te enfrentas a algo desconocido.

En la obra anterior (HNMPL), cuando hacía ‘Ana’, tenía mucho tiempo libre: me aventaba una rutina de 40 minutos de abdominales y otros ejercicios. Me gustaba desconectarme porque el personaje entraba a algo muy emotivo, luego salía y no pasaba nada; eso me ayudaba a que todo en escena se sintiera fresco. Y cuando fui ‘María’ tuve compañeras de camerino como Marcela Guirado, Melissa Barrera, Paola Toyos y había complicidad y momentos para platicar.

En Chicago estoy sola y es diferente porque este personaje requiere algo distinto; pero también ya tengo mi rutina, que te conté.

Michelle: Ahora tengo un camerino para mí sola, ya no comparto y eso cambió la dinámica. Creo que nunca me había tocado camerino sola, bueno en Si nos Dejan tenía un espacio aparte del ensamble, aunque escuchaba, y pues siempre estás oyendo el chisme, y tienes a algún compañero que está platicando, escuchando música o así.

Ahora hay días que pongo música; en algún momento tenía ese prejuicio de ‘me distrae’ o ‘me pone en otro mood’; pero ya no, me relaja un poquillo. Hay días que nada más estoy en el chisme porque cuando bajo a pelucas, a los que les toca estar a esa misma hora ahí, es imposible que no se haga la plática o la cotorriza.

Por lo regular en el calentamiento siempre nos saludamos todos; eso es algo que sí creo que hace diferencia de otras de compañías, no sé si porque somos menos que en Los Miserables, pero aquí todos se saludan uno por uno, todos los días, y eso está padre.

¿Cómo ha sido la relación con la compañía?

María: Antes de cada función nos damos abrazos, nos damos amor; somos una compañía muy amorosa. El calentamiento vocal también nos ayuda a conectar todos juntos.

Biby: Fantástica, me siento muy afortunada de compartir el escenario con tantas personas tan talentosas y al mismo tiempo tan sencillas. Somos un verdadero equipo y nos protegemos en el escenario como tal. ¡Es un ambiente precioso lleno de generosidad!

Michelle: Chicago es una compañía muy amorosa, una compañía verdaderamente muy amable, muy respetuosa; no existe mala vibra de nadie, es sorprendente. Todo mundo llega y saluda, la pasamos bien un ratito, y ya cuando empieza la función, ya nos vimos las caritas la mayoría, y eso también está padre, porque siempre entrar a escena con alguien que apenas estás recibiendo es como raro.

¿Cómo han cambiado desde que empezó la obra, hasta ahora? 

María: Hay una comodidad dentro del punto explorativo y creativo; más no hay una comodidad dentro del personaje, Chicago es una obra donde tienes que estar todo el tiempo alerta porque hay mucha carga escénica.

Para mí es una responsabilidad grande mantener mi personaje como me lo montaron; tratar de mantener la limpieza que se logró en los ensayos, porque no es una obra donde puedas echar relajo o improvisar; con todo y que existe un momento en el que sí puedo improvisar: el monólogo de Roxy, que me gusta que sea fresco, respetando lo que exige el personaje.

Como actriz, me siento más aventurera, me atrevo a hacer cosas diferentes y me gusta la adrenalina que eso me genera. Estar en el escenario tantos días te genera algo único e irrepetible, porque siempre está la posibilidad de la catástrofe y el caos, y eso te mantiene alerta.

Sí cambias, y sobre todo en una obra donde no hay alternantes, ni en el cuerpo de baile ni en los actores.

La obra me ha ayudado a creer más en mí, a sentir que los sueños se cumplen porque nunca pensé podría hacer un personaje así.

Biby: En esencia soy la misma, sólo que ahora tengo que organizarme más, ya que paso más tiempo fuera de casa.

Cada día le doy gracias a Dios por esta oportunidad de hacer lo que más me gusta, profesionalmente hablando: cantar, bailar y actuar. Cada segundo en ese escenario lo disfruto como si fuera el último y me encanta la interacción con el público.

Michelle: Fue un proceso creativo muy riguroso. Los directores vinieron a marcar una pauta de cómo tenía que ser, y no hay manera de bajarnos de ahí, de pasar ciertos límites que ellos ya marcaron. Pero hemos crecido mucho: veo a mis compañeros cada día más sueltos, pero definitivamente se nota que cada uno sigue dando lo mejor de sí, y no hay uno que afloje, porque además se notaría mucho en este montaje donde no hay otra cosa que ver más que el cuerpo; se nota cuando alguien no lo está haciendo.

Todos están haciendo la obra con mucha dedicación, esfuerzo, entrega, y eso también contagia al otro, porque entonces dices: ‘híjole, yo no puedo aflojar si este tampoco está aflojando’. Cada día vamos como retándonos a ser mejores, en el mejor de los sentidos, y eso me encanta.

Consulta precios y horarios, aquí.

No dejes de recibir en tu correo, Facebook o Twitter toda la información y los estrenos de las obras de teatro de la Ciudad de México.