Por Mariana Mijares/En 1985 pasaban muchas cosas: Se anunciaba el descubrimiento de importantes yacimientos petrolíferos; Timbiriche sacó un nuevo disco (Timbiriche Rock Show); Ernesto Alonso se consagraba como ‘El Señor Telenovela’ con melodramas como “De pura sangre”, “Angélica” y “Tú o nadie”, y por supuesto, un temblor azotaría la Ciudad de México el 19 de septiembre. Pero meses antes, un niño viviría una tragedia incomparable: la pérdida de su padre.

Los Hijos También Lloran es el resultado de esa vivencia, un ejercicio en el que Andrés Zuno cuenta su historia a partir de una estética ochentera que incluye una escenografía dividida en tres bloques giratorios (de Sergio Villegas) y apoyado con un extraordinario elenco que incluye a Ludwika Paleta, Hamlet Ramírez, Montserrat Marañón y Pablo Perroni.

Con una mezcla que incluye proyecciones, parodias, flashbacks, números musicales y actores que interpretan a varios personajes, Los Hijos También Lloran es ante todo un ejercicio muy valiente en el que Zuno pone mucho de sí mismo, y se muestra completamente vulnerable. Platicamos con el actor sobre esta obra que se presenta de viernes a domingo en el Teatro Milán.

Fotos: Cortesía Pin Point

¿Hace cuánto empezaste a escribir esta historia?

Esta historia se escribió sola, hace 32 años, cuándo sucedió. Hace aproximadamente tres años empecé a juntar las piezas para plasmarlas en papel y de ahí nace la novela del mismo nombre. La adaptación/versión teatral la escribí hace un año y medio.

Esta es una historia sumamente personal; ¿cómo reflejaste tus vivencias para a la vez hacerlas atractivas para una audiencia?

La literatura y la dramaturgia son mágicas. Trabajan de maneras misteriosas y muy únicas. La realidad hay que pasarla por esos filtros para que funcione en un libro o en un escenario. Todos los escritores hablan de sí mismos a través de sus historias. La realidad siempre supera la ficción y es atractivo para la audiencia porque la refleja, la espejea, porque encuentra un pedazo de sí mismo en los personajes, en la historia. Además, con el equipo creativo trabajamos en generar un espectáculo único y de cierto modo diferente, que atrape al público de principio a fin.

¿Qué soñabas cuando eras niño? ¿Con qué sueñas ahora?

Soñaba con ser actor, con ser “artista” -como se decía en los ochentas a los actores y cantantes-. Soñaba con estar frente a las cámaras, y en el teatro, con cantar. Hoy sigo soñando lo mismo; renuevo mi sueño todos los días y agradezco poderlo hacer realidad.

Muchas telenovelas de cierta manera ‘educaron’ y acompañaron a toda una generación. ¿Cuáles te marcaron a ti?

¡Uy! Varias. Sí fui un niño telenovelero y de caricaturas. Algunas: “Alcanzar una estrella II”, “Rosa Salvaje”, “Cuna de Lobos”, “El Extraño Retorno de Diana Salazar”, “Muchachitas”, “Lazos de Amor”, entre otras.

La obra tiene una escena en el temblor del 85. ¿Qué recuerdos tienes de ese día y que testimonios o historias te ayudaron a construir mejor el contexto?

Justo lo que se cuenta en la obra: en el 85, recuerdo estar en mi casa, era hora de ir a la escuela y el piso se empezó a mover para todos lados. Los testimonios e historias no dejan de contarse hasta hoy; es un día que está marcado en la vida de todos los que lo vivimos; recordamos bien qué pasó y nos marcó la vida de alguna manera.

En septiembre del año pasado un temblor volvió a azotar la CDMX. ¿Cómo crees que puede ‘resonar’ el que revivan aquí el acontecimiento de 1985?

Muchas personas que no vivieron el temblor del 85, ahora tienen una idea de lo que significa un desastre natural de esa magnitud; que no es un recuerdo lejano, nos volvió a sacudir, entendimos a nivel sensorial qué significan esos 40 segundos. La tierra está viva y siempre nos sorprende. Es como un recordatorio de que toda historia se vuelve a repetir.

¿Cómo seleccionaste al elenco?

La obra los escogió, creo fielmente que uno puede tratar de manipular o controlar las cosas y al final del día el teatro se construye de manera mística y muy poderosa. Este elenco es sin duda el elenco que tenía que contar esta historia.

¿Cómo ha sido trabajar con Ludwika por primera vez?

Maravilloso, increíble. Ludwika y yo somos muy buenos amigos desde hace muchos años pero nunca habíamos trabajado juntos; y este proyecto, desde que se gestó, lo pensamos y lo hicimos juntos. Es una obra que nos conecta a un nivel muy especial y profundo. Ludwika es una espléndida actriz y su trabajo es impecable.

¡La disfruto tanto en escena! No me canso de verla y redescubrirla en cada ensayo.

¿Qué papel tuvo la música en la obra? Sabemos que se incluyen números musicales…

La música juega un papel súper importante; es un personaje más de la obra. Como tales, hay tres números musicales; son momentos muy especiales que se cantan en vivo y que fungen como un elemento de narrativa que comulga con la obra y sus distintos medios.

Uno de los trabajos en los que te diste a conocer fue Mentiras, ¿Te gustaría volver a hacer musicales?

¡Mucho, me encantaría! La música es una parte muy importante de mi carrera y poderla combinar con el teatro es simplemente la simbiosis perfecta.

¿Por qué te gustaría que el público vaya a ver Los Hijos También Lloran?

Porque se van a divertir, porque van a conectar de alguna u otra manera. Porque la historia resuena en todos en algún momento. Porque en el mejor de los casos, va a provocar emoción y reflexión. Porque hay que ir al teatro; el teatro reconstruye el alma. Porque es una experiencia viva de la cuál no sales como llegaste. Porque es una obra mexicana que habla de nosotros y nuestra esencia, ideológica y emocional.

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