Por Gina Fierro/ Los efectos que una puesta en escena puede provocar en un espectador son diversos, uno de ellos, y que seguramente te ha sucedido, es que al salir de la sala del teatro involuntariamente tarareas la música de la obra, incluso si son canciones que nunca antes habías escuchado. El efecto que tiene la música sobre ti puede ser inevitable.

Ya sea en obras de formato musical o en montajes convencionales, el diseño musical es un elemento poderoso capaz de sumergir a los personajes en diversos ambientes, e incluso capaz de tomar un papel protagónico dentro de las historias. Para conocer más sobre este mundo, los compositores Pablo Chemor e Iker Madrid nos hablan sobre el valor que la música juega dentro de una pieza teatral.

“La música puede tener un papel muy inteligente en recordarle al público cosas, como conexiones que suceden en la acción que, a lo mejor, no son tan evidentes sólo con el texto”, apunta Pablo Chemor en entrevista exclusiva para Cartelera de Teatro.

Por su parte, Madrid señala “la magia de saber escuchar, de tener la sensibilidad, de entender la música como actor y como intérprete, te hace más de la mitad del trabajo”.

Cómo trabajan los músicos la interior de los montajes

Sobre el proceso de creación musical, los entrevistados afirman que depende en su totalidad del proyecto y de las necesidades de sus creadores. Así, los compositores pueden adentrarse en la creación de la música original de un musical de gran formato; o bien, ocuparse en la creación de música incidental, donde se encargan de la construcción de atmósferas musicales y elementos incidentales que conforman el transcurrir de la obra.

Sobre la música incidental, Iker Madrid apunta “es un trabajo que no se tiene que notar, entonces tienes que tener como la sensibilidad de poder acompañar la escena y acompañar el feeling. Pero no puedes revelar, ni adelantar, ni develar nada de las emociones ni de lo que el director o la actriz quiere dar, eso lo tiene que hacer el actor y se tiene que generar ahí (en la escena)”.

Iker Madrid, quien se ha especializado en teatro musical, nos comparte el trabajo que tuvo con José Manuel López Velarde en la creación de la música original de El último teatro del mundo, una obra dirigida al público infantil que sucede dentro de un mundo de magia y fantasía. “Recuerdo mucho que él me platicaba que la música le fue revelando características de los personajes […] que con la música fue entendiendo la personalidad de cada uno de ellos. Así, fuimos haciendo la música y el texto al mismo tiempo, fuimos creando un espectáculo, un universo y un show de la mano”.

Para este musical Madrid compuso 30 temas, a través de los cuales el público conoce la identidad de cada uno de los personajes. “(La música) acompaña la emoción de una manera lo más conectada posible”, explica.

Por su lado, Pablo Chemor nos platica sobre el proceso de creación musical de la puesta en escena Noche de Reyes de William Shakespeare, donde también forma parte del elenco. Se trata de una versión fresca del clásico del autor inglés al estilo del cabaret. “Fue un proceso muy interesante, porque lo primero que hicimos fue conseguir las partituras de las versiones originales que se hubieran escuchado de esas canciones en 1600, cuando se estrenó la obra, y ver cuáles nos servían”.

En una propuesta donde la música juega un papel importante, Chemor se aventura a darle un giro a las letras originales del autor, un proceso que implicó la traducción de las mismas al español, así como la creación de canciones originales que conservaron un toque isabelino y de cabaret. “Nos las aprendimos (las letras), las tradujimos al español para que métricamente cuadraran con la música original y luego les dimos el twist como de cabaret con los instrumentos y con el ritmo”.

Finalmente, Chemor reconoce que los ambientes que la música puede generar, se diseñan intencionalmente para que sean habitados por los personajes -actores-, más que para el público. “Algo que a mí me gusta mucho es pensar que muchas veces, como música, uno está creando esas atmósferas más para los actores que para el público”, subraya el también creador de la música de Salomé y Hotel Good Luck.

Músicos sobre el escenario

Como músicos de profesión, ambos compositores se han desenvuelto en el mundo de las tablas no solo como músicos, sino también como actores, haciendo uso de la música para la construcción de sus personajes. En este punto, Iker Madrid, quien actualmente forma parte del elenco del muscial RENT, reconoce que la sensibilidad que le ha dado saber de música, le ha permitido sensibilizarse como actor, dando voz al compositor original a través de la interpretación.

“Si tú escuchas con atención esos acordes y esa secuencia (de la música de RENT), te das cuenta de que alli está lo que se tiene que contar”. Y asegura que como actor “no tienes que hacer de más, al contrario tienes que estar en presente absoluto para poder escuchar y dejarte influir por lo que él (el compositor) ya creo, lo que él ya se imaginó, por lo que él ya sintió; y ponerte en una disposicion total para que te afecte y suceda el momento”, expresa Madrid, responsable de la música de montajes como Wit, despertar a la vida, Felices y Duele.

Por su parte, Pablo Chemor opina que hacer la música y actuar no son cosas tan distintas, “estar en el escenario o ser el director musical es como un poco lo mismo”, expresa. Y cita a Alonso Ruiz Palacios, con quien ha trabajado en diversas ocasiones, “actuar no es más que escuchar con precisión”.

De esta manera Chemor expresa que tocar música siempre involucra algo de actuación, “uno decide cuáles son los afectos que quiere transmitir o evocar al tocar, ejecutar una pieza de música, y uno tiene que actuar esos afectos”.

“La música para mí, es un lenguaje más profundo que las palabras y es una oportunidad para jugar y compartir”, concluye Chemor.

La música como un personaje más

“Si tú vas a ver una obra de Steven Sundheimer, la música que es tan brillante, no es un personaje, es el protagonista de la obra, está tan conectada y hay un conocimiento, tanto técnico como sentimental en estas obras, que sí es el personaje principal en muchas obras”, apunta Iker Madrid.

La influencia de la composición musical puede ser tal que de un segundo plano, puede llegar a conseguir el papel estelar. Al respecto, Pablo Chemor enfatiza “es un generador de tensión y un cómplice con el público y un puente, entre el público y la acción”.

Asimismo, Iker Madrid habla sobre una conexión que puede lograrse entre la dramaturgia y la música, “que hace que el intérprete toque lugares, esos lugares por los cuales estamos enamorados del teatro musical, esos momentos únicos en el teatro”.

Trascendencia de la música

De acuerdo con Madrid, el hecho de que los compositores mexicanos dejen ver su trabajo a través del teatro, representa una trascendencia misma para la historia del arte escénico que refleja el momento social donde se creó. “Sí considero que los artistas y sus creaciones originales, son un espejo y un sello y una firma de dónde estábamos, cómo estábamos y qué nos estaba pasando en un momento específico de la historia”.

En esta labor, Madrid reconoce el trabajo de los mexicanos Memo Méndez en el musical Qué plantón, que acuerdo con el entrevistado su obra y su música continúa en la memoria de todos sus espectadores. De la misma manera aplaude el musical Mentiras, escrito por José Manuel López Velarde, “me parece que el trabajo de José fue increíblemente inteligente porque logró conectar con otra generación que no era de esa música y que ahora la toman como propia”.

Cabe resaltar que los procesos de creación van de la mano con la labor del director de escena, “trato de sintetizar y de armar un momento, de crear ese momento especial que se genera entre luz, escenografía, dirección y música; y me apoyo cien por ciento del director”, señala Iker Madrid.

En este sentido, concluimos que la música permite a los creadores divertir, conmover y trascender en su público. “Al convertir la música en un estímulo para los actores y no en un acompañamiento para el público, en cada función la música puede reaccionar de una manera diferente a lo que están haciendo los actores, y de la misma manera provocarlos, o sea, se vuelve algo muy vivo que a mí me encanta, como un juego de provocar el uno al otro diferentes reacciones”, concluye Pablo Chemor.

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