Por Luis Santillán/ Do not disturb trabaja dos líneas de relato, en una de ellas Antígona es la guía; en la otra, Medea. Partir de personajes cuyas historias están en el imaginario colectivo le permite a Jessica Sandoval ahondar en pasajes que exploran los campos emotivos. La idea original y coreografías son de Sandoval, quien junto a Sebastián Sánchez Amunátegui asumen la dirección del montaje.
En esta ocasión abordaré el trabajo del personaje de Medea, mientras que sobre Antígona hablo aquí. Medea tiene como primer momento una canción, misma que sirve para dar las primeras pinceladas tanto de quién es ella y de cómo será el universo a recorrer. La segunda escena, en la línea de Medea, se construye con una coreografía colosal, tiene la fuerza y poder para entender quién es la mujer que le reclama a Jasón. Es un bloque que impacta, y eso podría ser un riesgo porque superar lo visto parecería difícil, sin embargo, todos los demás bloques del personaje nunca caen. El trabajo de Sandoval es preciso en cuanto a usar el movimiento como el lenguaje para construir el relato de Medea.
Patricia Marín Escutia interpreta a Medea de una manera sumamente afortunada, cada uno de los momentos que tiene presenta matices, variaciones de ritmo, certeza en el trazo, sus movimientos hacen que la coreografía alcance niveles excelsos. En la escena donde están los espejos logra un trabajo de cercanía muy afortunado.
El proyecto equilibra todos sus componentes, hay una propuesta clara, alcanza un poder escénico impresionante, el uso del espacio es provocativo, el trabajo del equipo actoral logra establecerse como un organismo vivo.
Do not disturb es una apuesta sin concesiones, hay un trabajo de exploración tanto espacial, corporal y de recursos que no muestra en ningún momento las costuras, por el contrario, todo lo visible son los resultados, resultados muy afortunados. Es un trabajo que amerita ser visto a toda costa, hay una garantía de satisfacción.
Consulta precios y horarios de la obra, aquí.
