Conchi León ha obtenido reconocimiento con textos y puestas en escena que nos hablan de las tradiciones de su tierra, Yucatán. Es un teatro en el que convive lo poético y lo coloquial, lo testimonial, la vida de la mujer. El teatro fue en su vida, desde muy pequeña, un llamado.

“Desde muy niña tenía ese deseo, solamente que mi mamá era una mujer muy controladora y no quiso que estudiara teatro”, nos dice en entrevista.

Hoy Conchi es una reconocida actriz, directora y docente teatral, fundadora de la compañía de Teatro Sa’as Tun y ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores. No siempre fue así, inició a los 15 años tomando talleres de teatro y pantomima. La escritura teatral llegaría después, un poco como casualidad, y en un inicio enfrentó críticas y rechazo a su trabajo.

Platicamos con Conchi León sobre estos y otros temas en nuestra entrevista a la directora del mes.

A través de la dramaturgia pudo acercarse más al teatro

Desde los 7 años Conchi León deseaba estudiar Teatro. Sin embargo, su madre no se lo permitió, en lugar de ello la puso a estudiar danza. En este sentido, la directora y actriz recuerda que su madre “era algo gordofóbica” y para ella la idea de la danza es que “bajara de peso”. Sin embargo, narra, “decía que a los 18 me iba a dejar hacer lo que quisiera, pero a los 15 ya estaba harta de mí, ya me dejó, y pude entrar a un taller de teatro y de pantomima”.

Para Conchi, ingresar a estos talleres gratuitos fue su manera de iniciar en el teatro. “Yo vengo de una familia con muy pocos recursos, entonces esa era mi única posibilidad de estar, en espacios que no implicaran gastos para mi mamá”, comparte.

En un inicio el trabajo de Conchi León fueron las obra de teatro para niños, “después ya fuimos haciendo otras obras con una mirada un poco más regional, un poco más hacia lo que pasa en las comunidades”. La dramaturgia llegó como consecuencia de este público infantil, nos platica. Cuando la actriz comienza a dar clases a niñas y niños, éstos le piden que les escriba. “Yo no me consideraba escritora de teatro en ese tiempo y afortunadamente el INBA lanzó tres diplomados de dramaturgia”, recuerda. En este sentido, agrega, que fue seleccionada y pudo estudiar estos tres diplomados que se realizaron en distintos lugares.

Esta experiencia, destaca, le permitió además conocer a otros artistas como Richard Viqueira o Luis Sanitllán, y acercarse más al teatro.

Rechazo a lo regional

Ante las dificultades de hacer teatro en ese momento, Conchi comienza a escribir y dirigir sus propias obras para actuarlas. Esto le permitió, poco a poco, trabajar con otros artistas, escribir y dirigir para ellos. “Suena sencillo, pero la verdad es que al principio fue bastante complicado”, nos dice la artista yucateca.

En un principio el trabajo de Conchi León sufrió rechazo. “Los intelectuales rechazaban mi trabajo porque hablaba de Yucatán, ellos decían que eso no era intelectual, que era paisajista”, nos comparte.

En este sentido, nos confiesa, tuvo que enfrentar comentarios agresivos y sumamente gordofóbicos: “Me llegaron a decir que era Polo Polo con huipil”. Rememora que en una de sus primeras obras aparecía una hamaca, y dijeron “que lo que se veía del teatro yucateco es que las hamacas yucatecas aguantan klios, y kilos, y kilos de amor”.

Otro obstáculo que enfrentó, señala, es que había una generación muy sólida que no permitía la entrada de otras personas. Al respecto, rescata: “Fue bastante complicado, la verdad. Sin embargo, por fortuna, también había otra mirada del teatro que no tenía estos prejuicios, ni estos temores ante los artistas que estábamos emergiendo”.

Esta época complicada, nos confiesa Conchi León, la hizo cuestionarse si para tener un lugar en el teatro debía de dejar de hablar de su raíz y de Yucatán. Llegó a pensar si debía hablar de temas “intelectuales, pero por fortuna no me salen, entonces seguí hablando de Yucatán, de México, y curiosamente eso hizo que mi teatro tuviera espacio en diferentes festivales, en distintas partes del mundo”.

Hay que aprender a mirar con respeto y con generosidad lo que los otros quieren decir desde su teatro

Sobre este tema, Conchi nos dice que de pronto hay grupos y artistas emergentes que cuestionan los moldes preestablecidos y lo rompen. Ante estas nuevas propuestas es importante, señala, no caer en la vieja discusión de “si es teatro o no es teatro”, sino abrir un nuevo panorama y una nueva visión para admirar con respeto y con detalle lo que ofrecen estas nuevas generaciones.

“Yo creo que hay que aprender a mirar con respeto y con generosidad lo que los otros quieren decir desde su teatro”, reflexiona la creadora. En este sentido, agrega, debemos liberarnos de los estereotipos y de una pretensión intelectual que “realmente no sirve para mucho”. Lo que se debe hacer es “ser testigos de los sucesos teatrales”.

Un producto muy poderoso

Recientemente dos proyectos en los que participa Conchi León acaban de finalizar temporada: Comala, Comala, una adaptación libérrima de Pedro Páramo en la cual realizó la dramaturgia y es una creación colectiva; y Rosy, de la autora brasileña Cecilia Ripoll, en la cual actuó bajo la dirección de Alejandro Velis. Además, se está presentando Esta Boca es mía, de su dirección y autoría en el Teatro La Capilla.

Sobre Comala, Comala, León nos platica que es un estudio de música y teatro sobre la novela de Rulfo. “Al principio decíamos que es un musical, pero no es un musical en forma”, destaca. En esta propuesta participan siete artistas, la música es de Pablo Chemor y la protagoniza María Penella. “La verdad es que me parece que logramos un producto muy poderoso, y me atrevo a decirlo porque es una creación colectiva, no es algo que haya hecho yo solamente”.

Una comedia negra que cuestiona la justicia

Rosy, que terminó temporada, nos dice que estuvo acompañada de un “elencazo como Teté Espinoza, Anton Araiza, que hacen un trabajo espectacular, Muriel Ricard, Juan Cabello, Romani Villacaña y yo soy la protagonista”. Experiencias como esta, nos confiesa, la complacen mucho, pues cuando la invitan solo a actuar y no son sus obras “no estoy en cinco pistas”. Rosy, agrega, es una obra muy pertinente, una comedia negra que cuestiona la justicia y si está bien hacer lo correcto por los medios incorrectos.

Esta boca es mía está actualmente en cartelera. Con dirección y dramaturgia de Conchi, esta obra se habla sobre el acoso callejero. La propuesta, nos dice, surge a partir de una beca del Fonca que una actriz de su compañía obtuvo para hablar de este tema. En ella, señala, “hay testimonios de diferentes actrices a las que les preguntamos si habían sufrido acoso callejero y si querían compartir algún pasaje”.

“Increíblemente, todas las mujeres han sufrido acoso callejero. Desde las miradas, las palabras, hasta el tipo que te pide una dirección y te acercas a su auto y no tiene ropa interior o está con los genitales al aire”. La obra, nos dice su autora, está todavía un par de fines de semana los sábados en la Sala Novo. “Después va a hacer una pequeña gira por Morelos y Yucatán, es un monólogo que también habla un poco de lo regional y después se mueve a otro lugar, pero el gran tema es el acoso”, puntualiza.

¿Actuación, dirección o dramaturgia?

Actuación, dirección y dramaturgia son actividades que disfruta Conchi León. Sin embargo, la Actuación, dirección y dramaturgia tiene un lugar especial y lo disfruta mucho. “Es algo en solitario, mi ritual, en mi tiempo, en mi melodía, en mi veladora, en mi pueblo. Es algo sumamente personal para mí”, nos dice.

De la dirección, algo que le “fascina es el proceso creativo”, si bien, acota, “puede ser algo frustrante por las condiciones, los tiempos, los teatros, los desencuentros”. Mientras que la actuación es algo que le cuesta trabajo, “pero es algo que me permite crecer, no solamente como actriz, sino también como directora”.

En este sentido, nos adelanta que en enero estará en una obra bajo la dirección de José Sampedro junto a Emma Dib y Antón Araiza, “estoy aprendiendo muchísimo de la dirección de actores, que es algo que yo no sé tanto. Yo sé más de la puesta en escena, pero la dirección de actores no tanto y José está haciendo un trabajo muy exquisito”.

Hablando de proyectos para el año que está por empezar, nos comenta que si bien no hay nada seguro sobre Comala, Comala, posiblemente regrese pues ha tenido una recepción por parte del público “muy poderosa”.

Nos dice que otro de sus objetivos será mover La casa de tu alma, “una obra que estrenamos este año y estuvo en Tijuana y en Mérida, que habla sobre el duelo”. Finalmente, nos adelanta que La tía Mariela, en una versión más pequeña que ya se ha presentado en Chicago, pueda tener pronto una temporada en un teatro pequeño.

El teatro significó el espacio para estar plenamente, para aprender, para hacer conciencia de mi cuerpo, para aprender a hablar desde otro lugar

Como para todas y todos los creadores escénicos, el teatro tiene un lugar fundamental para Conchi León. “Desde adolescente significó el espacio para estar plenamente, para aprender, para hacer conciencia de mi cuerpo, para aprender a hablar desde otro lugar, desde este maravilloso prisma que es el teatro”.

Tuvo y ha tenido, explica, un significado muy poderoso: “Ir rompiendo ideas viejas, prejuicios y confiar en que lo que yo tenía que decir quería ser escuchado por alguien más y eso me ayudó a sanar muchas heridas de infancia, de adolescencia, como mujer, como creadora y también me ayudó a construir mi tribu”.

En este sentido explica que a través del teatro ha podido encontrarse con sus monstruos y mostrárselos al espectador. En este acto, reflexiona, todos podemos coincidir en que “eran monstruos muy feos, pero al final fueron aplastados por el arte y por el teatro”.

Agrega que por el teatro ha podido mover su geografía muchas veces, “moverme y saber que puedo regresar”. El ver que su obra que habla de Yucatán, y por la cual al principio “nadie daba un peso”, ha sido traducida al inglés, al alemán y al checho la hace pensar: “Somos universales, lo somos más allá de los prejuicios”.

 

Por Óscar Ramírez Maldonado, Foto: Cortesía VIOGG.

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