El viaje del corazón es una obra que transita la relación entre padres e hijos, mostrando sus distintas etapas y señalando la importancia de una correcta interacción con el propósito de crear un vínculo inquebrantable.

Esta historia llega al Teatro El Granero Xavier Rojas, con funciones los sábados y domingos, hasta el 6 de noviembre, con la interpretación de Diana Becerril Zárate y Erwin Veytia, bajo la dirección de Ireli Vazquez Román y la producción general de Tomás Rojas Rebolledo.

Tomás, ¿cómo surge esta propuesta? Este montaje señala la importancia del vínculo entre padres e hijos, inspirado en el mito de Ícaro y Dédalo, en donde un papá y su hijo están atrapados dentro de un laberinto y tienen que encontrar la manera de escapar y librarse de ese encierro y así poder disfrutar de su vida en libertad.

¿Por qué ubicar a los protagonistas en una situación así? Bajo esta premisa, el padre se da cuenta, al paso del tiempo, que la clave de este escenario complejo, es el disfrutar de la compañía de su hijo y es a través del juego, de las confesiones, de la relación, del cariño entre los dos personajes que juntos encuentran la posibilidad de librarse del encierro, creando unas alas con las cuales logran librarse de esos muros y alcanzar la libertad.

¿La gente verá el mito tal cual? Nuestra historia la contamos con juegos y confesiones de los mismos actores, el mito está actualizado, no nos vamos a los dioses griegos, sino que estamos con jeans y camisa de tela, intentando hablar de este lazo en la actualidad.

¿Cuál ha sido la respuesta de los espectadores? A la gente le gusta mucho, sale muy contenta porque es muy divertida y conmovedora, es una gran ocasión para que los niños con sus papás, piensen sobre cómo es su relación. De pronto, en la obra, el papá le pregunta al hijo qué es lo que más lo hace enojar y el hijo responde: “que todo sea tu ritmo que nunca me veas, ni me escuches, que nunca tengas tiempo para mí y que siempre tenga que hacer lo que tú quieres”, y eso que lo escuchen los pequeños con sus padres, brinda un espacio bien bonito de reflexión.

¿Además del mito griego, qué otros elementos utilizaron para nutrir la premisa? En escena se cuenta la experiencia de cada actor con su papá, y todo lo que venimos arrastrando. En la historia el personaje de Ícaro dice que cargamos con piedras que no son nuestras, y de qué manera nuestra herencia genealógica nos va haciendo cargar con situaciones que nos dificultan la vida, entonces eso ha sido un aporte sustancial.

¿En qué atmósfera se desarrolla la acción? El montaje trabaja mucho con luces, buscábamos que la acción ocurriera dentro del estudio del inventor, con esto, el espectador comienza a entender que hay un problema con la conexión, con un corto circuito, por lo que todo el dispositivo escénico se mueve a través de este elemento.

¿Tienes algún recuerdo con algún espectador a lo largo de las temporadas? En una ocasión, un abuelo que venía con su hijo y con su nieto se acercó con nosotros y nos comentaba lo revelador que fue para él, adentrarse en esta propuesta, ya que los recuerdos lo invadieron y reflexionó sobre los errores y aciertos que pudo haber cometido, y a la par podía analizar la relación de su hijo con su nieto, lo que demuestra la evolución de este tipo de uniones al paso de los años y los cambios dentro de la sociedad.

¿En dónde se ha presentado el montaje? Estrenamos por primera vez en 2018, más tarde en Carretera 45, luego estuvimos en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, y ahora en El Granero, donde vamos a acabar nuestra temporada en la Ciudad de México.

El viaje del corazón se presenta con funciones el fin de semana, en el Teatro El Granero Xavier Rojas, para conocer más detalles, da clic aquí.

Por Ulises Sánchez, Fotos: Cortesía de Simone D’Alterio 

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