Por Roberto Sosa/ 245 actos de maldad extraordinaria de malicia sorprendente. Andrea es una adolescente que vive confrontada por la ausencia de su padre, en su imaginación ella es hija de Chuchoman un héroe que no le heredó sus genes. Un día en el metro camino a la escuela se lastima su nariz. Por llegar tarde, a medio examen y sangrando por la nariz, termina con la psicóloga. ¿Cómo se siente tu lado enojado…? Le pregunta al público. No encuentra respuesta a todo lo que la abruma y angustia. Vive víctima de bullying y preocupada por salvar a la vaquita marina.
En un pizarrón contabiliza sus actos de “maldad”, desde su entelequia todo es posible. En la mente de esta adolescente caben los súper poderes, lo que hace frente al público es una demostración que realismo y magia son posibles. Un muro enorme contiene grandes pantallas, análogas con su ficción; en los monitores aparece Chuchoman su héroe de carne y hueso, La Malinche su némesis.
La dramaturgia la elaboran de forma conjunta Paula Zelaya Cervantes y Ana Gonzáles Bello, Ana actúa y Paula dirige, la complicidad es el resultado de una afinidad por la expresión y realización. En Sucia y Muy Chingona Historia de Amor, Paula conoció a Ana; en la obra El Hilador, Ana protagonizó un texto de Paula. Hoy escriben este monólogo juntas.
La actuación de González Bello es excelente, atrapa al espectador con su relato, lo toma de la mano para conocer a Chuchoman. Ella muestra a una adolescente con toda su complejidad, su encanto e inocencia. El relato lo articula a través de su fantasía, el tono es la comedia. Ana construye y viste al personaje de forma espléndida. Labor apoyada en su experiencia sobre las tablas, el trabajo que realiza logra que el teatro suceda en el espectador, y el público se lo reconoce.
Paula Zelaya es una joven que ya demostró capacidad para dirigir teatro. Acá lo hace bien, el monólogo por naturaleza tiene desafíos, Zelaya sabe resolverlos, no se ve estático, ni monótono, le da ritmo. Vincula adecuadamente los dispositivos que conforman el montaje. Al ser coautora del texto, sabe dónde hacer énfasis e incitar el desempeño de la protagonista. El resultado está bien logrado.
La puesta en escena es magnífica. La escenografía (Sergio Villegas) es un gran muro, un enorme librero con pantallas, pizarras, cajones y estantes que simbolizan y componen el universo mágico de Andrea. La iluminación (Matías Gorlero) concuerda con el relato. El vestuario (Aldo Vázquez) es el adecuado para una adolescente que asiste a la escuela. La música y diseño sonoro (Cristóbal MarYan) concierta la narración, complementada con el diseño multimedia (Diego Espinosa). Todo cuenta en favor del montaje.
Asistir a 245 actos de maldad extraordinaria es ver un espectáculo bien hecho y bien acabado. Un producto que el consumidor de teatro agradecerá. El texto no es poderoso como el de otros autores, no pretende indagar o analizar la condición humana. No obstante, se trata de una dramaturgia bien construida, sólida, sabe de lo que quiere hablar, por dónde caminar y llevar a su protagonista.
La obra cuenta con los elementos necesarios del buen teatro, exactos para un público exigente. El teatro necesita del espectador, aquí le ofrece una buena obra, una comedia sin pretensiones que anhela divertir, que le reditué al público el dinero que paga por su boleto. La confabulación de las creadoras y creativos de esta obra, es garante de un buen espectáculo.
Once Once Producciones la presenta en La Teatrería los viernes a las 20:30 horas, hasta el 29 de abril, consulta horarios y precios, aquí.
