Por Alegría Martínez/ La presentación del libro de una tía desconocida en Viena abre el cerrojo del tiempo en la vida de la actriz Verónica Langer, quien comparte desde el escenario la historia de su familia, tres veces reconstruida a partir del exilio.
Marcada por la huida de sus padres a raíz de la Segunda Guerra Mundial, la actriz, -después de encarnar personajes como la poetisa uruguaya Alcira, en la obra del mismo nombre, a la Señora Heyst de Pascua, en la versión de Strindberg-Mendoza, o a la esposa de Iturbide en Horas de gracia, de Juan Tovar, entre muchos personajes más-, se interpreta actualmente a sí en la obra Detrás de mí la noche, escrita por Noé Morales Muñoz.
El dramaturgo, articula con la actriz un texto que comienza en la Viena del siglo XX, transita por la Guerra Civil en España y la Argentina de los años 70, territorios donde se enlazan los recuerdos de la protagonista, anécdotas y pasajes de sucesos inesperados que van del pasado al presente a través de un ameno recorrido dramatúrgico que expone las cicatrices emotivas generadas por un exilio derivado de la persecución nazi a las familias judías.
A través de este monólogo, Verónica Langer, quien juega a entrar y salir de la ficción, asida a la verdad histórica y personal, comparte con la audiencia el vacío de información respecto a familiares cercanos y descubre detalles determinantes, presentes en su vida y antes ignorados, revelaciones que cubrían certezas a medias, como si se tratara de señales ocultas que completaran su identidad en el camino.
La puesta en escena, dirigida por Juan José Tagle, que inicia liviana, como si anunciara un anecdotario, progresa rumbo a un territorio geográfico, político y de historia personal, desconocida en un principio -en la ficción-, para quien eligió ser parte central de una obra que cuenta su acontecer, como si se tratara de armar un gran rompecabezas conformado por objetos que aluden a Viena, Uruguay, Argentina y México, puntos de partida y espacios habitados por familiares víctimas del nazismo.
La actriz, quien se autodefine “argenmex”, construye con humor y soltura esa memoria incompleta que cada exiliado adormece en su interior mientras avanza a ciegas hasta que logra conformar una nueva parte, a veces soslayada inconscientemente.
Un escritorio que pudiera ser el mapa tridimensional de pistas y recuerdos, resguarda sobre un lienzo de papel Kraft referencias en miniatura, como un par de árboles de madera, que con un tejido lila sobre sus ramas, puesto delicadamente encima, traen al presente las jacarandas argentinas y mexicanas que siendo igualmente bellas, se diferencian por el acento prosódico en una letra distinta de la palabra que las nombra, según el país donde florezcan.
Fotografías, imágenes de obras creadas por Klimt, por Kokoschka, muñecos de Freud y de Mozart pueblan el único mueble al centro del espacio, junto a la bandera uruguaya y la pequeña fachada bonaerense con efigie de Gardel, al tiempo en que los retratos de familia toman espacio al fondo de un escenario que aglutina a todos los países en el recuerdo de un México como ancla del presente.
Humor, nostalgia, sorpresa, dolor, esperanza, identidad y convicción, envuelven esta historia personal transformada en teatro documental nutrido de objetos, sonidos y proyecciones que arropan la reconstrucción de una vida narrada cada noche, con la esperanza de que los sucesos detonantes del exilio no se repitan.
Detrás de mí la noche, se presenta hasta el lunes 9 de agosto en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, consulta precios y horarios, aquí.
