Por Ro Tierno/ La teórica mexicana, especialista en Teatro de objetos documentales, presentó su libro Los objetos vivos, escenarios de la materia indócil (Editorial Paso de Gato) en la Universidad Nacional de las Artes de Argentina UNA.

Acompañada en la mesa por Javier Swedzky y Liliana López, el pasado 1° junio, la realizadora e investigadora Shaday Larios, presentó su libro Los objetos vivos, escenarios de la materia indócil, de la editorial mexicana Paso de Gato, en el marco del Laboratorio de teatro de objetos documentales que la autora realizó para la Especialización en teatro de objetos, interactividad y nuevos medios, postgrado de la UNA, único en Latinoamérica específico de esta técnica.

Como explicó su autora, el trabajo fue resultado de su tesis doctoral en Artes Escénicas que realizó en Barcelona, dirigida por el maestro catedrático Miguel Morey, sumando una investigación y testimonios de artistas que Shaday recopiló e incluyó en el libro.

El actor y titiritero Javier Swedzky comentó que “hay muy pocos trabajos orientados a teorizar los objetos en la escena. Shaday hace un estado de las cosas y trata de dar un paso más allá, y básicamente lo da retomando a De Chirico. Por otro lado, el libro está orientado a contar experiencias de creadores latinoamericanos, eso es algo importante, ver qué está pasando por América Latina en el universo objetual”.

En el 2016, Shaday presentó junto a Jomi Oigor, una pieza experimental llamada La máquina de la soledad, que se creó a partir del encuentro de un tesoro en un mercado de pulgas de la Ciudad de México: una valija con más de 600 cartas de amor. Todo un universo allí conservado, del cual los autores rescataron y crearon una especie de homenaje al objeto-carta, al correo postal. Algo así también sucedía con Las Cartas de Frida, la ópera de toilette escrita por Marcela Rodríguez a partir de las cartas encontradas en un baño de la Casa Azul.

De eso se trata el teatro de objetos: el universo conservado, la subjetividad del objeto inmóvil pero también la travesía de un pasado que se vuelve presente a través de la materia, se recicla. Los objetos vivos, escenarios de la materia indócil  “es un libro que en el gran fondo tiene una reivindicación para el teatro de objetos, desea que a partir de esta visión antropológica, de esta asociación con la cultura, la filosofía, y varias fuentes que se tocan aquí, se conceda un nuevo lugar, este umbral entre lo inerte y lo vivo, quisiera conceder ese espacio de complejidad a ese instante”, expresó la autora.

El libro contiene testimonios y análisis de obras de artistas contemporáneos, como del argentino Emilio García Wehbi, procesos de creación de la propia autora, referencias y citas a diferentes autores pictóricos, filósofos, como Tadeusz Kantor, Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger, que ayudan y dan un marco a esta reivindicación que Larios plantea, y que también deja muchas preguntas y caminos por recorrer, ya que abre un universo, sobre todo teniendo en cuenta la posición y función actual de lo material, la digitalización y las nuevas generaciones de artistas del teatro de objetos.

“El libro tiene una voluntad pedagógica muy fuerte, los que damos clases y amamos lo que hacemos depositamos un afecto y una voluntad pedagógica amorosa, una ternura radical que quiere infiltrarse dentro del discurso para que llegue a los demás a partir de un conjuro de las palabras, que pasa por el recuerdo, recordar es volver a pasar por el corazón, hay un conjuro ahí metido que tiene que ver con esta voluntad pedagógica de que sea escuchado, rallado,  modificado, en la práctica del pensamiento”.

En este sentido pedagógico, la autora creó por ejemplo el término mnemobjeto, en relación a los objetos que despiertan una memoria colectiva, sobre todo en lugares y contextos en los que se ha tenido la intención de borrar sucesos, clausurarlos. Me viene a la mente, en otra línea del arte, la exposición de “Autores Ideológicos”, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti de Buenos Aires, donde se expone un auto Ford Falcon, desarmado y pintado de blanco, como símbolo de la complicidad civil con la dictadura militar argentina de los años 70, un auto que entró en el mercado como de uso ‘familiar’, y luego fue usado por la policía y grupos paramilitares para el secuestro de personas. Cada vez que vemos un Falcon en Buenos Aires, vemos a 30 mil desaparecidos.

“El ultimo capítulo intenta conceder desde diferentes lugares esta reivindicación, el objeto como portador de otra política de la memoria, el teatro objeto como abordaje de problemas muy contemporáneos, el aspecto de la digitalización, la ausencia material, hemos visto cómo van desapareciendo los objetos, qué pasa con ese reciclaje material, ahí hay un campo de abordaje súper interesante. Qué pasa en zona de conflicto, donde no hay cuerpo, qué pueden hacer allí los objetos, qué pasa con los restos de residuos después de una catástrofe, hay un rastro de posibilidades”, explica Larios.

Liliana López, investigadora y docente del departamento de Artes Dramáticas del IUNA, presente en la conferencia, expresó a propósito del contenido del libro que “analizar los objetos que están cuando nosotros ya no estemos nos desafía a pensar nuestra propia finitud. ¿Serán los mnemobjetos que consagren algo de nuestra existencia? De ahí la importancia de entrenar la mirada del artista y de los otros ocasionales espectadores para ayudar a percibir ese umbral entre la basura y la eternidad”.

Los objetos vivos, escenarios de la materia indócil, es sin dudas un libro que se recomienda, no sólo a los artistas y quienes trabajen sobre esta técnica, sino al público en general, como método de reflexión sobre nuestra realidad, el presente, en un trabajo que la autora calificó de ‘vivo’: “no pretendo la teoría como clausura, sino como una brújula que viene de un cuerpo que escribe. Soy un cuerpo escritorio, me están pasando muchas cosas, yo quería que el libro transmitiera eso, que se viera que soy un cuerpo que está ahí escribiendo, no distanciarme de la teoría, todo lo contrario, me relaciono con la cita, citar es un posicionamiento, un acto político, es una manera de ver, de reapropiarte del  conocimiento y para mí era muy importante que se manifestara, que ese tejido fuera visible, la forma en que esto está hecho es lo que me importa”, expresó Shaday.

Por otro lado, la autora hizo una comparación entre Europa y Latinoamérica en relación al Teatro de objetos, de lo cual rescató que vivimos procesos culturales totalmente diferentes. La diferencia económica entre ambos continentes hace que en Latinoamérica pensemos el objeto desde un lugar de urgencia, de necesidad, mientras que en Europa existe una cultura del descarte, de renovarse todo el tiempo, y esto se refleja en el teatro de objetos.

“Son procesos culturales diferentes, acá por la supervivencia, la violencia que hemos sufrido, las desapariciones, los procesos migratorios, las carencias, la precariedad, nos hacemos otras preguntas, en cambio allí hay un exceso, un desecho, siempre se renueva, porque hay una idea del presente continuo. La cultura de objetos está bueno para ver cómo nos relacionamos con esa materialidad, lo bonito de esto son los contextos, el laboratorio de acá fue muy distinto al de Barcelona, siempre la cultura material revela algo del lugar, y es muy bonito lo que sucede, los objetos hablando de nosotros, en la manera que los poseemos”, concluyó.

 

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