Por Omar Muñoz / El ser humano tiende a moverse. Nos cansa estar estáticos. En algunas ocasiones nos movemos porque así lo deseamos, pero en otras, nos mueve un factor externo, algo que nos obliga a tomar una decisión. Mundo Lunaticus es un juego escénico (como lo definen sus creadores), producido por Teatro NARANJAZUL, que aborda el tema del movimiento; el movimiento en forma de migración y todo aquello que resulta de ella.
Aarón Govea, quien funge como autor, director y actor de la puesta, nos narra la historia de un hombre que decide salir de su lugar de origen. Al principio carga con muchas cosas y eventualmente se da cuenta de que necesita mucho menos de lo que originalmente creía necesario para vivir. Sale y se enfrenta al hecho de ser un extranjero en tierras desconocidas. Y aunque, en principio, la gente lo trata con respeto, poco a poco la brecha racial, socioeconómica y lingüística termina por permear en la forma en la que es percibido y abordado. Esta experiencia termina convirtiéndose en un viaje de autodescubrimiento para el personaje, pero también para el espectador.
Govea explora las posibilidades que brinda la multidisciplina conjuntando diversas artes como la danza y la música, para terminar, llevando el lenguaje del teatro físico a terrenos muy interesantes y emotivamente poderosos. La palabra pasa a un segundo término y los sentidos se agudizan. La repetición como recurso expresivo se vuelve una constante en el trabajo exploratorio de Govea y resulta sumamente conmovedor.
El espacio escénico es delimitado por luz y por diversos elementos de utilería como espejos, costales de tela, látigos y arena. La escena se transforma constantemente y resulta muy interesante que la luz y la utilería toman un peso muy importante en la dramaturgia de esta puesta. El actor se relaciona activamente con todos esos recursos y en muchos momentos su presencia deja de ser la de simples objetos inanimados para transformarse en seres autónomos con los que el personaje se relaciona e incluso, llegan a convertirse, en extensiones de su propio ser. Todo esto es resultado del trabajo de diseño de iluminación y dramaturgia lumínica de Jorge Kuri Neumann y de la dramaturgia de acciones escénicas de Aarón Govea.
La producción cuenta también con la participación de Maud Giboudeau, quien aparte de tocar el clarinete en escena, da vida “al otro”, a aquel que no es extranjero y que en muchas ocasiones tampoco es empático. Gracias a la precisión técnica y a la calidad interpretativa de Govea, así como, a las relaciones en escena que establece con Giboudeau y con el público (que también participa activamente en la puesta), se expone al ser humano con todas sus contradicciones, sus fortalezas y sus debilidades. Se hace evidente una crítica del racismo, la opresión, el poder, el egoísmo implícito en la propiedad privada y la apatía.
El montaje nos presenta al extranjero no como un otro, sino como nosotros mismos, porque este es un viaje muy similar al que miles de personas se enfrentan todos los días, algunos por curiosidad, pero la mayoría por necesidad. Mundo Lunaticus es un poema escénico en todos los sentidos, la pertinencia de lo que expresa y la genialidad del lenguaje escénico elegido, lo convierten sin lugar a dudas en un drama de una lucidez extraordinaria.
Mundo Lunaticus se presenta todos los lunes y martes hasta el 7 de mayo en el Teatro El Granero Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque, consulta precios y horarios aquí.
