Por Ro Tierno, Fotos Alejandro Santos ‘Jandro’/ Con más de 10 años de historia, La Compañía de Teatro Penitenciario sale por primera vez de México para llevar su arte y experiencia hacia otras latitudes.

En el marco del Festival Itinerante de Teatro Latinoamericano FITLA, la Compañía de Teatro Penitenciario (CTP) viajó a Argentina presentando su obra La Espera, una pieza de teatro testimonial, construida con las experiencias de algunos miembros de la CTP y ensambladas por Conchi León en la dramaturgia.

“La compañía ha podido desarrollar la fuerza para multiplicar este proyecto en otros centros penitenciarios. Este viaje a Argentina significa, en la trayectoria de la compañía, la primera vez que estamos fuera del país, nuestra primera invitación. Eso es posible por la fuerza de la experiencia y todo el equipo que hay detrás”, explica Valeria Lemus, Coordinadora de la programación de El77 Centro Cultural Autogestivo (CDMX).

En la CTP se desprenden dos alas, una compañía formada dentro del penal Santa Marta Acatitla, que ya cumplió diez años y la componen al menos 35 personas, y otra externa de ocho años, que nace con el objetivo de continuar la labor teatral una vez que las personas privadas de su libertad salen del penal. Esta última, actualmente de gira en el país sureño, la forman Antonio Hernández, Javier Cruz, Ismael Corona y Eduardo Sixto Escobar.

Este proyecto de impacto social es una iniciativa del Foro Shakespeare, dirigido por la actriz, productora y directora Itari Marta, que ha logrado sustentarse y hacer la base suficiente como para replicar el modelo en otros centros penitenciarios de México, actualmente en el Cevareso   Santa Martha Acatitla, donde la población reclusa tiene aproximadamente entre 18 y 35 años.

En Argentina, la CTP presentó su obra, que ya lleva más de 80 funciones en su país de origen, en el Penal N°46 de San Martin, Provincia de Buenos Aires, y estarán dando funciones en un penal de la Provincia de Córdoba, en la Ciudad de Paraná, y en el Teatro del Centro Cultural 25 de Mayo, en plena capital porteña. “Es bonito lo que tiene La Espera, muchos textos son tristes, alegres, tiene de todo, hacemos sentir muchas emociones. Lo vimos acá en Argentina, nos extrañó los chavos, todos callados escuchando, teníamos solo uno que se quería fugar, ni aplaudió, pero ahí estaba, sentado. Se trata de compartir las herramientas de teatro”, expresó el actor Javier Cruz.

“Lo que tiene esta obra es que cada quién escribió su texto, y a través de esta experiencia empezaron los recuerdos, utilizamos mucha utilería, trompos, armas y juguetes tradicionales de México, entonces hacemos referencia a los recuerdos, partimos de eso para abrir experiencias propias. Lo que hizo Conchi como dramaturga es tejer estas historias para crear el texto”, explica Ismael Corona sobre la obra.

¿Cómo fue el proceso de creación de La espera? ¿De qué nos habla?

Javier: El ser humano siempre va esperando algo en la vida. Nosotros hablamos de qué hacíamos antes de llegar a la cárcel, qué hacíamos cuando llegamos a la cárcel, qué perdimos, qué encontramos, y qué hacemos saliendo, todos delinquimos, cometimos un delito o una mala decisión, estuvimos encerrados veintiséis, quince años, y mucha gente sale y vuelve a delinquir, nosotros gracias al teatro y gracias a la Compañía y el Foro Shakespeare decidimos seguir haciendo teatro. Hoy delinquimos en el escenario, no vivimos de otra cosa más, nunca nos imaginamos estar arriba de un escenario.

Ismael: La Espera te mueve fibras sensibles, al hacerla nos empezamos a exorcizar de lo que íbamos contando, tuvimos que ir recordando, esto te vuelve abrir imágenes, no sabes qué es verdad y qué es mentira. Nos va sanando. En lo personal, en este montaje me costó volver a reabrir esas imágenes.

Antonio: Como dicen mis compañeros, es algo muy difícil porque volvemos a nuestras propias vivencias, y cuesta trabajo sacarlo, no es fácil hablar de mi niñez, cómo era mi vida, el tropiezo que tuve, es difícil expresarlo, transmitirlo, y que la gente lo sienta. Ahora que lo presentamos en la prisión, muchos internos se identificaron. En mi caso hay gente que no le da importancia a las madres, cuando uno está del otro lado, te das cuenta lo que significa un hijo o una madre. Cuando tenemos un fracaso es cuando realmente uno valora a nuestros seres queridos, hay muchos compañeros que pierden a sus madres estando en prisión, hay gente que no lo soporta, llegando al suicidio.

¿Este proyecto de la CTP los ayudó a sanar, perdonarse y seguir adelante?

Javier: Creo que este proyecto reforzó lo que ya nos pasaba dentro de la cárcel. Estamos convencidos de hacer teatro, puedes estar por compromiso, por agradecimiento, o simplemente por estar, pero el teatro, así como tú le das, te da. Uno piensa que está subsanado, pero no, sino no nos quedaríamos con la emoción, y es bonito enfrentarse a eso, que eres un ser humano y sientes, no eres un hombre de madera, como mucha gente que sale de la cárcel, que son niños de piedra. A lo mejor dentro de prisión sí, pero el teatro nos ha ayudado a darle la vuelta a eso. Tienes ganas de llorar, llora, tienes ganas de reír, ríe, no te reprimas. Nos gusta hacer teatro y de eso vivimos.

Ismael: A mí me ayudó a librarme de lo carcelario, porque sales con una idea de que eres un ex convicto. Escribir y escucharte te ayuda a desprenderte de cosas. Ya no estoy en esa zona de confort de ser un ex convicto, ya me desprendí, mi trabajo es más difícil porque el personaje eres tú, es indagar en la herida, hay heridas que se van subsanando, pero es cómo controlas esa emoción y cómo la dominas para producir arte. Tiene tintes de ficción, sí, pero para eso usamos el trompo, para que tú espectador te lleves en la cabeza girando qué es verdad y qué es mentira, qué te llevas y qué no para tu vida.

Valeria: El hacer teatro ofrece alternativas de lo que se puede hacer, tratamos de quitar la idea de que el teatro es una terapia, una diversión, porque es otra alternativa de hacer tu vida. Sí es un entretenimiento para un cliente, pero para quien lo hace no puede ser una terapia, tu zona de escape. Buscamos que para quien ejerce en la Compañía lo vea así, y justo hay compañeros que salen y por haber pasado por la compañía entienden que hay otras alternativas y ya no delinquen.

¿Cómo hizo la Compañía para separar eso? Porque ustedes, supongo, también han tenido un proceso interno, psicológico…

Javier: El modelo que hemos creado viene incluido algo de rasgos psicológicos pero dirigido hacia la actividad teatral, yo recuerdo que Itari cuando llegó nos dijo que nos iba a dar herramientas que nos iban a servir tanto para la vida como para el trabajo. Y la verdad sí, viene incluido, te va disfrazando una parte psicológica conforme va el teatro. Todo el equipo de trabajo hemos insistido en que el teatro es un trabajo como cualquier otro, hay gente que lo toma como una diversión, y el teatro tendría que ser una necesidad.

Valeria: Hacer teatro no es algo que se pueda dar por hecho, no significa que por actuar seamos grandes actores, todos los días es hablar con uno mismo y cuestionarse la misma cosa, si ese día pasa algo en nuestro ser, nos confronta a tal nivel que la función puede salir muy bien o lo podemos negar a tal punto que el mensaje sea otro, por eso es muy difícil, si solo tuviéramos seguridad no tendríamos nada que decir. Por ejemplo tenemos una obra que habla sobre feminismo y no significa que estas cuatro personas entendamos qué es ser feminista o ser machista. Reconocemos un universo de esas cosas, que nos revela cosas, para que el espectador también se revele con nosotros.

¿Qué respuesta han tenido del público?

Antonio: Hay mucha gente que hace reflexión, gente que no le da importancia, es como todo. Hay gente, como un hijo, que entienden el consejo, si no lo quieren ver así no van a entender la obra, y así como entraron, van a salir, sin un poco de reflexión.

Valeria: No estamos hablando de un estilo o estética de interpretación, estamos buscando como compañía la mejor forma de decirnos la verdad en el escenario. Hemos aprendido y lo que esta Compañía decidió hacer es ponernos la verdad, no nos podemos traicionar, es una cosa de disciplina y constancia, y está la parte psicológica, que ha tenido que ver con ser lo más honestos con nosotros mismos.

Ismael: Sabemos dividir la persona del personaje, no buscamos la perfección, pero si la perfeccionabilidad de cada montaje, de cada función. Con La Espera nos volvemos un espejo para el espectador, con solo vernos a los ojos.

¿Qué han podido reflexionar sobre las cárceles, y lo que hay que cambiar?

Javier: Lo sabíamos desde que estábamos adentro, el sistema está corrupto, empapado de todo lo oscuro que tiene el ser humano, aun estando ahí adentro tenemos la posibilidad de estar o no dentro de ese sistema, pero te terminas metiendo para que no te coma la cárcel, es una forma de sobrellevar tu cárcel. Siempre va a ser así, ha cambiado para bien, ojalá cambiara más, hay muchas actividades.

Antonio: Siempre va a existir la ignorancia, si no tienes esa enfermedad de la pregunta vas a seguir con tu ignorancia, y al sistema penitenciario le conviene que no avances, porque al fin de cuentas es un negocio, mientras más gente ignorante tengan adentro mejor. En mi caso, el teatro me está ayudando a conducirme a pensar las cosas dos veces, porque si yo no me hago por el lado bueno, voy a estar con mi ignorancia, que me va a traer más errores.

¿Se veían en Argentina?

Javier: Cuando empezamos no nos veíamos ni en un escenario, no pensamos que iba a cerrar el Foro Shakespeare, no pensamos que íbamos a tener un Centro Cultural, que íbamos a ir a Chihuahua. ¿Qué pensamos de Argentina? Pues que hay muchos argentinos que dicen que Maradona y Messi son los mejores futbolistas, yo no creo eso (risas). Pensamos que no nos iban a entender por las palabras, pero tenemos la misma religión, podrá ser otro acento pero decimos lo mismo, igual que en la cárcel, es el mismo código. Nos felicitaron, nos aplaudieron, mucha gente nos quiere ir a ver al Teatro 25 de mayo y eso nos llena de nervios, de miedo, pero es enfrentarlo, estamos subidos en el caballo, hay que montarlo y vamos. Es eso, compartir lo que nos han enseñado.

¿Cómo se ven en un tiempo?

Javier: Lo digo por todos, por los treinta y tantos que están con nosotros, vamos a seguir haciendo teatro, porque nos ha enseñado a ser, lo sabemos hacer bien, a base de constancia y trabajo. Lo más fácil es quitarle a alguien sus cosas, subir a un carro y venderte. ¿Y qué es lo más difícil? No hacerlo. Nosotros estamos de ese lado, queremos estar tranquilos, no deberle nada a nadie, sin delinquir fuera del escenario. ¿Dónde me veo en un tiempo? Quiero hacer una obra para inaugurar el Foro Shakespeare.

Ismael: Es expandirnos como virus, estamos haciendo réplica en el Cevareso. Hoy fuimos y dejamos una semillita en la cabeza de los compañeros argentinos. Hay una frase de La Espera que decía Héctor: “La diferencia es que afuera en libertad, cada quién escoge su celda y el nombre que quiere ponerle”.

Cansados por el largo viaje, pero contentos, la CTP no sólo vive un sueño, sino que lo alimenta y lo reproduce. De norte a sur se va expandiendo este ‘virus’ que ayer parecía una experiencia única y hoy es una posibilidad para cientos de personas que pueden encontrar en el quehacer teatral una alternativa de vida. Qué suerte que existe el teatro independiente, los nichos que pretenden hacer algo más que entretener, y que funcionan como motor del cambio social.

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