Fotos: Un Teatro
Por Luis Sántillán/Aneurisma mi amor lo presenta Adrián Asdrúbal Galindo Vega como examen final de la maestría en dirección de la ENAT, ahora la propuesta se ofrece en Un Teatro.
Aneurisma mi amor inicia con un aviso sobre la ausencia de un actor y establece la palabra de “seguridad”; después se ve la escena donde ese actor tendría que haber estado, finaliza con una “eventualidad” que rasga la ficción, el público responde. Esta secuencia ejemplifica la estructura del proyecto: escenas de la “intimidad” de un proceso creativo, bloques donde la ficción queda fisurada para que la realidad se incruste, secuencias que podrían ser catalogadas como biodrama.
Hasam Díaz tiene el crédito de dramaturgo, aunque da la impresión de que su labor es más de dramaturgista, genera la estructura que une las líneas de exploración que platea Galindo. La mancuerna dramaturgo/director ha creado procesos previos, lo estimulante radica en que la exploración de este proyecto deja los aciertos previos en aras de la búsqueda.
No queda claro si ciertas inconstantes son atribuibles al dramaturgo o al director, lo cierto está en que merma la estructura. Sobre todo las que están en las líneas de la temporalidad, pero se puede incluir el débil uso de la palabra de “seguridad”, la inconsistencia en los personajes/intérpretes, y la dispersión que crece y crece en el público.
Este proyecto pretende estar cimentado en la “honestidad”, en la “generosidad” de compartir y exponerse, ya sea porque siguen planteamientos del biodrama o del postulado de la compañía: “hacer un arte que vincule al espectador […] en relación íntima durante el acto artístico; escuchar al público, hacerlo partícipe.” Sin embargo la línea de tiempo se violenta sin fundamentación aparente y eso genera un artificio que parece ir en contra de la propuesta.
Otro aspecto que debilita la construcción es el tono de los actores.
Algunos (Minah Cerviño, Erick Guadarrama, Ariadna Rovelo Soto) logran la tesitura del cotidiano y pueden pasar de bloques dominados por la ficción a otros donde ésta se fisura sin romper la verosimilitud, mas varios de los demás integrantes del elenco la mayoría del tiempo están en tonos desbalanceados, los códigos sin equilibrio, y exponen de manera más evidente lo falso del cotidiano que quieren crear.
Hay dos bloques que llama la atención con mayor fuerza, por lo contradictorio (aparentemente de manera involuntaria). Una actriz que dialoga con el “director” expone el riesgo de continuar en el proceso, la información vertida ayuda a que el público tenga de donde asirse, solo que es un bloque donde el nivel actoral es muy bajo, ante una situación –que parece ser solo para dar información- tan artificial se requiere que los ejecutantes la alimenten para volverla orgánica, pero no ocurre; tanto así que cuando se acciona la información compartida carece de relevancia y el público no responde, sino que el resto del elenco debe “apoyar” para que el efecto se dé.
El elemento para el efecto de cierre rompe con fuerza la ficción, lo performativo abre posibilidades, pero por muy contundente da la impresión de quedar como un Deus ex machina.
La apuesta de Galindo en este proyecto es la exploración, pero no todos los elementos que integran su equipo de trabajo le dan las condiciones para evaluar.
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Es un robo este intento de obra (si se le puede llamar así) y el contenido es tan pobre que se deberían ganarse la vida de otra forma.
La obra está rara, no sabemos si la chica está en buen estado, no se si es parte de la obra, en si, es muy confusa e inexplicable, el contexto es extraño, no me gusto para nada que nos hayan sacado de la obra sin explicación alguna. No me gusto la obra.