Por Ro Tierno/ La obra que lleva adelante Makuyeika Colectivo Teatral, se presenta los martes y miércoles en el Teatro Benito Juárez. Con pocos elementos escenográficos, la puesta resulta en un texto poderosísimo donde el cuerpo y espíritu de los actores toma fuerza mientras empodera a un sector marginado de la sociedad: los jóvenes indígenas.

Acá te damos algunas razones por las cuales no te puedes perder esta puesta:

1. Otra teatralidad. Héctor Flores Komatsu es quien dirige Andares y fue el impulsor de esta propuesta que nació durante su estancia en Estados Unidos. El objetivo de este proyecto fue salir en busca de nuevas teatralidades, que deberían incorporarse a los teatros americanos. Este puntapié derivó en un viaje de Flores Komatsu hacia el interior de México, su país natal, donde tuvo el encuentro con actores y actrices de comunidades indígenas y en un proceso de convivencia nació Makuyeika. La puesta, resalta la fuerza actoral, corporal, logrando con pocos elementos hacer una especie de ritual constante sobre el escenario, en un verdadero llamado a la magia teatral.

2. Una búsqueda profunda. Durante la convivencia del director con los actores Josué Maychi, Alexis Orozco, Lupe de la Cruz y Kevin Elí Leyva Trujano, fue que se fue construyendo el texto de Andares. Allí compartieron experiencias, inquietudes, y las voces no tardaron en unirse: la discriminación, la violación de derechos, la humillación, la falta de oportunidades, pero también la belleza de lo ancestral, la fortaleza del idioma, la comunión con la naturaleza, fueron temas que trazaron la línea de esta obra. Lo interesante es que no se trata de una versión folclórica y colorida de lo originario, contiene realismo, drama, contradicciones, dolor, y todo lo que hoy está vigente hacia el interior de las comunidades y de los jóvenes que nacen allí.

3. Otras voces. Lo que atrapa en Andares son la voces de los protagonistas, que contiene gran parte de su propia historia. Son jóvenes indígenas que pocas veces vemos en los escenarios de la CDMX. No son escritores frustrados, ni mujeres burguesas, no hay blancos, no existe la voz de los vencedores, sólo las voces de un sector marginado de la sociedad, a partir de un texto que resalta la crudeza de su situación, la indiferencia del poder, pero también la victoria interna, la fortaleza de sus raíces, la resistencia y la protección a su cultura, su pasado, su presente, y la necesidad de asegurarse el futuro.

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