Por Mariana Mijares, Fotos interiores, Sergio Carreón Irieta/Un hombre (Sergio Bonilla) invita a una mujer (Marina de Tavira) a su cabaña con la intención de enseñarla a pescar; pero el verdadero propósito parece no ser atrapar peces, sino ‘pescar’ a esta mujer para que caiga en sus redes…

Al inicio, todo parece un ritual de conquista y en esas primeras escenas vemos las primeras etapas de una relación cuando sólo hay momentos buenos: risas, gran plática, buen sexo; hasta que un día, el hombre reporta que la mujer ha desaparecido.

Se abre la puerta, y para tranquilidad del hombre (y sorpresa del público) entra no la primera, sino “La otra mujer” (Inés de Tavira). A partir de ahí, se intercalan momentos con ambas mujeres; ¿por qué?

Con esta premisa, se presenta por primera vez en México El Río de Jez Butterworth, uno de los dramaturgos contemporáneos más importantes de la escena teatral inglesa y cuyo trabajo previo: Jerusalem, obtuvo una nominación al Tony y al Olivier como Mejor Obra. Su obra más reciente: The Ferryman (dirigida por Sam Mendes), fue presentada recientemente en Londres y estrenará en octubre en Broadway.

Platicamos con Marina de Tavira y Sergio Bonilla sobre El Río, montaje que se presentará sólo este mes de jueves a domingo en el Teatro Santa Catarina.

¿Cómo llegaron ambos a este proyecto?

Sergio: ¡Ella me involucró!
Marina: Le lancé un anzuelo (risas). Esta obra es el sexto proyecto de Incidente Teatro, que es el proyecto teatral que tengo con Enrique Singer y que empezó con Traición. Éste nos lo ofreció Alfredo Michel Modenessi (el traductor), él había visto la obra.

¿La de Hugh Jackman, en Broadway?

Marina: Exactamente. Y le pareció que tenía un poco que ver con la búsqueda que estábamos teniendo, en términos de los temas que nos interesaban a Enrique y a mí en Incidente Teatro. Nos la ofreció, la leí y dije: ‘vamos a hacerla’. De eso ya tiene rato porque levantar un proyecto de teatro, pues es tardadillo. Y por supuesto que sí, le lanzamos el anzuelo a Sergio, que me parece perfecto para el personaje, y ya había trabajado con él en otra obra.
Sergio: Un tipo igualito a Hugh Jackman, de dos metros… (risas)

¿Qué les gusta de este dramaturgo, Jez Butterworth?

Marina: Es muy conocido y muy importante, en este momento tiene otra obra muy grande: The Ferryman, y Jerusalem, que es como su gran obra. Esas dos más bien tratan temas sociales, y esta: El Río, es distinta, aborda más bien las relaciones amorosas, y tiene muchas más metáforas. Es una obra que al final le hace homenaje a una de sus obsesiones que es Harold Pinter.

A ti, Sergio, ¿Qué llamó tu atención al leer El Río?

Sergio: Te confieso que la primera vez no me entró el texto, cabeceaba incluso al leerlo, y eso nos pasó a varios creo; o por lo menos a Enrique también. Pero después de la segunda lectura, empezamos cada vez a encontrar más cosas, realmente me parece un texto brillante -y como todos los textos brillantes-, cada vez les encuentras más cosas. Tira muchos anzuelos hacia muchos lados, está cargado de metáforas y de toques universales respecto a las relaciones humanas; no sólo las relaciones de pareja.

Y bueno, de entrada, antes de leer la obra, yo quería trabajar con esta gente -con Marina ya había trabajado- pero tenía muchas ganas de volver a trabajar con ella. Y evidentemente con Enrique y el maestro Luna (el escenógrafo). Con ese equipo de entrada dije: ‘sí, lo que sea’, y El Río resultó ser un gran texto, una joya, y pues encantado de estar aquí.

Justo hablando de equipos, Marina, has colaborado en grandes trabajos con Enrique Singer; con esas experiencias, ¿qué se vuelve más fácil y qué más complicado en su proceso creativo?

Marina: Sí, esta es la sexta obra juntos… Tenemos una relación en la que ya nos leemos sin hablar y sabemos qué estamos pensando; me conoce muy bien como actriz. Siento que la verdad para mí ha sido muy importante esa relación, me ha hecho crecer mucho porque han sido varias obras y ya nos conocemos tanto, que me ha hecho crecer más como actriz y le agradezco mucho también que se involucre.

Todo empezó aquí, afuera de este teatro, en el restaurante Mesón Antigua Santa Catarina. Me estaba echando una chela y le dije: ‘Me muero por hacer Traición de Harold Pinter, esa es la obra que quiero hacer’, y él me dijo: ‘¿y por qué no la haces? ¿Por qué no la hacemos?’. Y dije: ‘¡claro! que estupidez estar esperando que a alguien se le ocurra hacer justo esa obra y que me invite a mí de protagonista’. Ahí fue donde descubrí eso, que a pesar de que puedo trabajar con directores que me invitan y me elijan, yo también puedo escoger qué obras hacer y eso ha sido increíble. Se lo agradezco mucho porque siempre ha sido alguien que se ha involucrado conmigo y un verdadero cómplice.

¿Pueden hablarnos de la dinámica de la relación de la pareja en esta obra? sobre todo en un inicio cuando tienen esos momentos divertidos en la que platican tanto, sonrientes, bromistas…

Sergio: Si, lo hace muy bien el autor y con eso inicia la obra. Es un planteamiento muy inteligente porque sitúa la relación con cosas muy sencillas, textos muy escuetos, pero plantea toda una situación y una relación que se lee perfectamente con lo que está pasando. Eso permite que la gente ya entre a este juego -que de pronto se va volviendo como lo planteó también Enrique- de pasar de momentos hiperrealistas: cenando con un pescado de verdad -desgraciadamente el vino no es de verdad, pero el pescado sí-, a luego volverse fantasmagórico y onírico, y hasta hay neblina. Ah, ¡pero hablábamos nada más de la primera escena! (risas)

Marina: Es un estilo dramático. Sin lugar a dudas, Mamet es uno de eso autores que más han indagado en ese estilo, que aquí se plantea mucho en las primeras dos escenas. Y como dice Sergio después cambia; cambia el estilo de la dramaturgia, de ser esta cuestión de diálogo interrumpido, súper dinámico y rápido, a de pronto textos mucho más largos, llenos de metáforas, alejados más de la forma en la que hablamos cotidianamente. En ese sentido la obra creo que tiene distintos estilos dramatúrgicos y sin embargo tiene unicidad.

En el proceso de ensayos, o ahora que ya están en funciones, ¿qué interpretaciones le han dado ustedes a la obra? ¿Hay varias mujeres, es la misma mujer? O a lo mejor que el protagonista es en realidad un asesino serial…

Marina: Eso ha pensado la gente, ¿verdad? ¿Tú que piensas, Sergio?
Sergio: Yo la verdad creo, que es como el consenso general, que son varias relaciones y simplemente pues este es un tipo atormentado, una especie de Don Juan contemporáneo, porque no es un Don Juan que le hace el truco y sale triunfante; más bien es un tipo que está agonizando y que realmente se enamora, las ama y lo padece, está padeciendo. Cada vez que se van, vuele a sufrir este duelo realmente, pero luego vuelve a seducir y va de nuevo… Siempre mantiene como esta figura utópica de la mujer que no existe y yo tengo esa sensación -y creo que todos llegamos a esa conclusión-, de que son varias mujeres las que pasan por aquí. Y lo que decía Enrique -no sé de dónde lo sacó-, pero decía que es un tipo que tiene cinco mujeres y a todas les es fiel…

Marina: En su momento.
Sergio: Sí; cada vez que dice ‘te amo’, realmente lo siente.
Marina: Creo eso también, está en una frase; a mí me llama mucho la atención la última frase en la que se conectan estos dos personajes, que es: ‘creo que no sabemos lo que es el amor, y todos lo buscamos’; porque todos lo queremos y lo anhelamos profundamente, y la vida a veces se trata de eso, de esa búsqueda.

Finalmente ¿por qué les gustaría que el público venga a ver El Río?

Marina: ¡Porque la hicimos con mucho cariño! (Risas)
Sergio: Porque queremos hacernos ricos. (Más Risas)
Marina: Porque queremos compartir nuestro trabajo, el teatro no se completa hasta que está ahí, con el espectador; esa es la maravilla del teatro, es un arte vivo y cada función es única y es para los que se van a sentar aquí, para eso lo hicimos: para tener ese momento de comunicación viva…

Sergio: Yo creo que estamos diciendo algo que vale la pena escuchar, además de que hay un grupo de trabajo que vale la pena ver; es decir, está el maestro Luna, está Enrique Singer, están estas mujeres (Marina e Inés) y estamos rodeados de un equipo que vale la pena disfrutar. Me parece que tenemos los ingredientes para que la obra valga la pena.

Pero más allá de eso, del texto y demás, es una obra que está diciendo algo que necesitamos escuchar en esta época. Hay muchas cosas que plantea el autor respecto a las relaciones, a la soledad. Hoy en día estamos viviendo una soledad tremenda en todo el mundo y la obra habla mucho de la soledad, de la desolación, del miedo, de enfrentarse a sí mismo. El Río contiene muchas reflexiones y cuestionamientos y creo que vale la pena asomarse.

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