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Por Ro Tierno, Fotos por Ulises Ávila/ Con Crisanta Gómez en la piel de una dama de honor, La avestruz es la primera obra escrita por Saúl Campos que, dirigida por César Enríquez, nos sumerge en el mundo no tan feliz de las bodas. Hasta el 31 de agosto, todos los viernes en La Teatrería.

“Una vez escuché por ahí, que uno escribe de las cosas que conoce, pues esto es algo que conozco, por influencia de mis amigas, cuando estaban por llegar al altar y cosas por el estilo. Todas coincidían en que las damas de honor o las novias, antes de llegar a su punto de plenitud o acompañar a sus amigas habían llegado a una decepción amorosa muy cabrona”, comenta Saúl Campos sobre cómo surgió su primera dramaturgia.

La avestruz, es una comedia que desgarra el merengue de las bodas, su mundo rosa y los falsos ideales construidos por la industrias plásticas que gobiernan los sueños de la sociedad. Con mucho, pero mucho humor, Regina, interpretada por Crisanta Gómez (Mentiras), le contará al público todo lo que le acontece por la cabeza en un momento en que su mejor amiga se casa y ella debe ser la dama de honor.

“El texto original no tenía una relación con el espectador, era una idea de ella encerrada en un vestidor. Yo hago cabaret desde hace mucho tiempo, y me ha dado herramientas de comedia, muy poderosas. Cuando sabes que tienes al público y lo puedes mover, hay un empoderamiento del actor muy delicioso”, explicó el director de la obra, César Enríquez, que con su aporte ha hecho del texto de Campos un montaje contundente y orgánico, con las herramientas necesarias para mantener al público sumergido en el monólogo frenético de la protagonista.

Por su parte, Crisanta Gómez comienza una nueva etapa en su carrera profesional, ya que después de haber estado seis años en el musical Mentiras, su único camino recorrido había sido por este género. Si bien el monólogo tiene algunos elementos musicales, apenas lo roza, por lo que Crisanta tuvo que animarse a transitar otras herramientas actorales.

“Ya casi voy a cumplir un año fuera de Mentiras, y sí, tenía miedo de no hacerlo bien. Me dejé guiar y tuve un buen maestro, me tocó una gran dirección a la que me pude entregar completamente. Creo que ha gustado, que el público se divierte, se lleva algo en su corazón. Y en momentos me veo y me sorprendo, porque había cosas que hago con mi cara, con mi cuerpo, que no sabía que podía hacer”, comentó la actriz.

La escenografía nos sumerge en un mundo plástico y artificial, a partir de la estética y los colores. Regina, encerrada en un probador, se prueba el vestido de dama de honor que no le gusta ni le entra, mientras un personaje anacrónico toca baladas y otras canciones cursis al lado de la escena. “La idea era plantear la imposición social, de que te tienes que casar, tiene que ser una boda linda, un vestido carísimo, la vida rosa, la que la sociedad te pinta, te casas y eres feliz. Esta mujer dice ‘no quiero’, y está en un espacio que la abruma”, explica Enríquez.

Pero ¿por qué la avestruz? Resulta que estos animales sumergen su cabeza en la tierra cuando sienten el peligro, una forma de no enfrentar la realidad y resguardarse. “De repente salió esta analogía con los avestruces, que se esconden, y fue cuando terminé de conectarlo con la metáfora del probador, de por qué ella está encerrada en cuatro paredes”, explica Campos. Es que el personaje de Regina no se calla nada, dice todo lo que piensa, pero sin dudas eso mismo que le molesta es lo que se niega aceptar, ¿o acaso hay alguien que nunca haya creído en el amor para toda la vida?.

La avestruz es una obra que nos hace reír, cuestiona algunas imposiciones sociales y a  la vez te deja con un mensaje liberador: lo que importa es lo que nos hace felices y no lo que piensen los demás. “Quise que fuera una cosa honesta, sin pretensiones, divertir a la gente y que salgan con esa cosita de que hay que enfrentar la vida”, concluyó Saúl.

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