Fotos: Paulina Chávez
Por Luis Santillán/En estos tiempos donde lo “correcto” afecta los mecanismos del humor resulta difícil la existencia de una comedia que gire en torno a temas con aristas proclives a discusiones; entonces ¿cómo hacer una que se mofe de las cuestiones de género, roles sexuales, luchas de empoderamiento y gustos culinarios? Quizá Samantha Ellies tiene una respuesta genial en su texto ¿Cómo andar con un feminista?
La comedia de Ellies tiene una solidez estructural muy bien lograda, usa los vicios de carácter de sus personajes centrales para provocar las afectaciones que permiten el desarrollo del relato, los personajes se insertan en acciones que les lleven a reconocerse y, así, superar los vicios; las peculiaridades de cada uno los llevan a situaciones de confrontación donde lo gracioso predomina; las contradicciones, los cambios de balanza, los encuentros de opuestos hacen que sea un texto hilarante que nunca descuida las partes emotivas.
La traducción y adaptación es de Brenda De Arrigunaga, es imposible hacer una valoración objetiva dado que se desconoce el texto original, sin embargo, hay referencias que suenan extrañas, cabe preguntar si “mexicanizar” el contexto aporta e incluso valorar si era necesario, sobre todo porque da la impresión de que no se logra equilibrar las suplencias con la historia familiar de los personajes.
Sebastián Sánchez Amunátegui, en la dirección, tiene varios aciertos, el primero de ellos es que logra mantener los ritmos de la puesta en escena, mismos que sostienen el tono de comedia de manera orgánica; emplea soluciones prácticas para que el montaje sea ágil en los cambios de escena, y proyecta el rack de vestuario casi como un personaje más de la obra, como un aliado que está ahí para beneficio de los actores; mantiene un tono constante en el trabajo actoral, genera los acentos requeridos para que los elementos de comicidad tengan el tiempo y atención necesaria, pero a la vez, mantiene en control los elementos que podrían caer en lo evidente o simple; conduce a sus actores para que lo aparentemente ridículo de los personajes no sea explotado como chiste fácil sino como elemento de contraste en las relaciones entre ellos.
Quizá lo más certero de la dirección está en que dialoga con la propuesta de texto e inserta la propuesta de dirección para que ambas crezcan, hay un entendimiento notable de los mecanismos que usa la autora, de los soportes de la estructura para lograr una obra que nunca pierde su comicidad y estimula la reflexión sobre las posturas de los personajes.
Tareke Ortiz está a cargo de la música original, la constancia de sus aportaciones en los trabajos de Sánchez van imprimiendo un sello (o estilo) que pocas veces sucede en el teatro, la construcción sonora de Ortiz armoniza los bloques, le da a la puesta una grata textura.
Brenda De Arrigunaga y José Ramón Berganza son quienes integran el reparto; en la función presenciada De Arrigunaga tardó un par de escenas en establecer el personaje, pero para la segunda parte de la obra hace un buen trabajo, lo mejor de ella sucede cuando el personaje de Morag está en escena. Berganza cambia de personajes con gracia, mantiene las cualidades de cada uno evitando que se ensucien y eso potencia el montaje.
¿Cómo andar con un feminista? logra sus objetivos de manera cabal, de tal suerte que si el deseo es pasar una tarde divertida viendo una comedia romántica esta puesta en escena debería estar entre las primeras opciones, consulta precios y horarios de la obra, aquí.
