Por Luis Santillán/La actual dramaturgia mexicana tiene elementos novedosos, hace exploraciones con los formatos, las hibridaciones, etc, sin embargo, todo eso, la escena lo asimila muy fácil sin que haya una crisis de representación. Sólo de vez en vez se da el caso donde un texto dramático exige una nueva manifestación de la puesta en escena, donde las respuestas para hacer el montaje no surgen de manera fácil porque implica un nuevo proceder en la construcción de lo que llamamos teatro; Jimena Eme Vázquez con Aquello que parecemos ofrece un texto con esas características y eso hay que celebrarlo.
Existen ejemplos de textos que involucran la creación de aplicaciones o el uso directo de mensajes de texto u otras formas donde se integra el uso de tecnología, pero la constante en esas exploraciones es que el autor también es el director y los resultados de la obra –más allá de hallazgos y naufragios- quedan más en el ámbito de la puesta en escena, entendida como la resultante de un proceso regulado por el director, es decir, no hay crisis de representación porque el director/autor siempre tuvo la resolución de la escena, controló en todo momento la representación.
Aquello que parecemos es un texto donde la estructura implica el mundo virtual del Twitter y la narración escénica del personaje motor. Lo eficaz de la propuesta de Eme Vázquez es que explota el engaño (un catfish) real y lo dimensiona con maestría, tanto por la estructura, la síntesis que tiene para la construcción de personajes y los puentes con la obra de Shakespeare, logra un thriller que se crea hábilmente y amerita una exploración más osada para estar a la altura de la posible ruptura que está insertada en el texto.
Al saber que bajo la dirección de Fernando Reyes la compañía Sobredosis lo lleva a escena, las expectativas crecen de forma potencial.
Reyes comentó –según se puede leer en una nota de El Economista– que decidió montar esta obra porque era un reto adaptar el texto para llevarlo a escena. Y eso es lo que se puede ver en el Foro La Nabe. Una buena adaptación.
De ninguna manera se puede recriminar la decisión de Reyes, pero es imposible evitar sentir que se perdió una oportunidad. Reyes hizo un gran trabajo con otro texto de la misma autora (Hambre) y parecía que las condiciones para que él explotara al máximo las difíciles condicionantes de Aquello que parecemos era lo más natural. Es innegable que su dirección domó al texto, pero también se puede afirmar que hizo lo más fácil.
La propuesta de Reyes aprovecha al máximo las condiciones espaciales y las limitantes técnicas del espacio para generar una obra vertiginosa, concreta con claridad tanto el mundo virtual como el “real” . El empleo de la música en vivo le da un realce al universo. Hace que la sensualidad del personaje motor del mundo virtual impregne las atmósferas y así darle fuerza a las aspiraciones del “Oso”. Quizá lo débil son las insinuaciones sobre quien será “Ofelia”, puede revelar algo que el texto muestra contundentemente cuando es necesario.
Quizá lo que podrá mejorar es el volumen de algunos actores, así como la dicción, sobre todo porque es en los momentos donde la narración escénica predomina cuando más se notan estas deficiencias.
Aquello que parecemos bajo la dirección de Reyes es una obra ágil, amena, con la fuerza emotiva que requiere una historia de engaño y enamoramiento. Es una obra donde el único reproche está en tener un texto que surge solo de vez en cuando y escenificarlo como cualquier otro. Es necesario aclarar que el “pero” es absolutamente subjetivo, finalmente se va al teatro a ver la puesta en escena y no a apreciar la estructura intrínseca de un texto.
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