Por Mariana Mijares/ Georgie, de 42, se topa con Alex, de 75, en una estación de tren y le besa el cuello; obviamente este gesto despierta en él sorpresa, pero también, las ganas de saber quién es aquella extraña que tuvo un gesto tan peculiar.

Heisenberg, escrita por Simon Stephens (El curioso caso del perro a la medianoche) y estrenada en Broadway en 2015 (protagonizada por Mary-Louise Parker y Denis Arndt) se presentará en México unos días más en la Teatrería.

El elenco está conformado por Mónica Huarte y Fernando Larrañaga, quienes forman una entrañable y original pareja que nos hace reflexionar sobre lo bonito, e importante, que es conectar con otro ser humano.

En Cartelera de Teatro platicamos con Mónica Huarte sobre cómo el estar abiertos nos puede llevar a vivir experiencias memorables, y de cómo no debemos andar por ahí desperdiciando la vida.

Heisenberg fomenta buscar un contacto genuino; en una estación de tren cada persona está en su mundo y sin embargo tu personaje: Georgie, busca interactuar con un extraño, ¿podrías hablarnos sobre esta rara acción de conectar en tiempos de redes sociales y celulares absorbentes?
Estos personajes no están tan metidos en la tecnología, pero sí son personajes que están rotos y que están en búsqueda de saberlo, y que de repente pueden sentir miedo o incertidumbre, o hasta el vértigo de estar justo en este vacío en el que están. Su encuentro es como el inicio de una aventura hermosa, es como dos pelotas de billar que colapsan y no se sabe para dónde va a ir cada una, y es hermoso cómo cada una va tomando diferentes caminos; y te van sorprendiendo, y eso es lo que quiere el autor, que haya giros de tuerca que no esperas.

Además podría resultar inspirador para el público que si te atreves a hablar con un desconocido, podrías encontrar una relación entrañable.
¡Claro! Cuantas veces en el avión nos sentamos con un desconocido y en lugar de hablar con él mejor nos ponemos a leer. Yo las veces que he platicado con el de junto me he llevado gratas sorpresas, grandes amigos. Con decir: “¿A qué te dedicas?” o cualquier cosa; nunca sabes. Una vez me tocó un señor que me contó toda su vida, que se había divorciado y que de repente la vida le había llegado años después, otro chavo de Irlanda me contó que se había metido hongos y que había tenido un alucine increíble. Es bien padre que gente que no conoces te cuente su vida, y en Heisenberg es lo que pasa, estas dos personas están llenos de protección y están como muy reacios, pero hay un momento donde se quitan las capas y empiezan a ser ellos; con todos los dolores que eso implica.

Hablando de ser auténticos; en esta obra te vemos en un personaje distinto a lo que te habíamos visto; una mujer desparpajada, grosera, muy sexy, ¿cómo te sentiste en un papel así?
Justo busqué eso, yo tengo unas características que son muy únicas y Georgie tiene una cosa más salvaje, más atrevida; más de no respetar el espacio vital y de pegársele mucho al otro. Ella se siente bien en su cuerpo, dice lo que piensa sin filtros y pues yo pienso todo 500 veces; hay cosas de Georgie que yo quisiera para mí, pero es difícil.

La parte sensual, ¿te costó trabajo? Luces un Negligé muy sexy…
Pues Toño (Antonio Serrano, el director) me quería encuerada y le dije: ‘¡Olvídalo!’; de plano no había manera. Y él decía: ‘Ándale Mónica’, pero yo insistí que no, que si quería algo así sería en otro tipo de obra. Yo quería algo sexy pero bonito, y que se viera bien, entonces acordamos que el negligé era lo adecuado. Un desnudo total no me parecía que fuera obligatorio en esta historia, no era necesario.

Además de esta ‘disyuntiva sensual’, ¿cómo fue trabajar con Antonio Serrano?
Él es muy amoroso y yo venía de un proceso bastante difícil el año pasado, pues otros directores creen que tratándote mal van a sacar lo mejor de ti. Creo que nunca será el caso, aún cuando te saquen cosas que ni tú sabías que traías. A través del amor das lo mejor, y Toño es muy amoroso, no hay ningún problema con él; es muy creativo, se le ocurren muchas cosas y los dos parecíamos niños por todo el entusiasmo, tuvimos que bajarle un poquitillo. Fue muy agradable.

¿Cómo llegaron a la concepción de la escenografía? Es distinta y original (los actores están detrás de un vidrio toda la obra)
Toño quería que todo el tiempo se viera como si estuviéramos dentro de una pecera; el público como testigo voyeurista de dos personas que están en un momento muy íntimo, ahí en su cama. Él quería dar sensación de distancia, que bueno, para nosotros es difícil porque oyes al público como si estuvieran en otro edificio. Cuando salimos a dar las gracias hasta como que se respira mejor. Lo hermoso del teatro es el contacto, pero bueno, esto también es un reto y es como un especie de cine en teatro, porque tienes que actuar en un espacio más chiquito y cambia la sensación.

Tu personaje tiene esa frase memorable que nos recuerda que no hay que ir por ahí desperdiciando la vida, ¿te gustaría que eso se llevara la gente?
Ese fue uno de los ganchos que más me gustaron de la obra. Algo que admiro del personaje de Gerogie es que le ha ido de la patada en la vida, pero sigue con ánimos, sigue creyendo que la vida vale la pena. Se da cuenta de la realidad pero sigue pensando que hay que vivir, que la vida es solo un instante y que de repente se empieza a ir gente que quieres…
Este año se fue una persona muy querida para mí (Hiromi) y en el velorio yo pensaba que qué bonito que estábamos todos los que la quisimos, y que hizo bien, porque al final es a lo que vienes: a dar amor y a que nosotros la quisiéramos. De eso se trata la vida, porque es un suspiro.
Yo también estuve a punto de morir en el Everest por masoquista, y estuvo súper fuerte; me bajaron en helicóptero, agua en los pulmones, con oxígeno en 40… Este año ha sido difícil en ese sentido, y como que esta obra fue perfecta para recordar: ‘Eres hoy, mañana no sabes’…

Alex también ha tenido una vida difícil y sin embrago sigue sonriendo…
Eso es lo bonito de estos personajes, que han vivido cosas feas y están solos pero ahí siguen; echándole ganas y sonriendo.

Finalmente, ¿por qué te gustaría que la gente vaya a ver Heisenberg?
Por varias cosas, la primera porque acabamos de vivir un temblor muy fuerte y no solo se cuartearon los edificios; muchos también nos quedamos en la confusión e incertidumbre, con el corazón roto. Pero así como se reconstruyen los edificios, así se sana el alma. Esta obra es de una esas que puede darte un apapacho. También la tesis es muy hermosa; que puedes sentir miedo a la incertidumbre, pero eso mismo puede ser el inicio de algo padrísimo, nunca sabes. Otra cosa que me gusta de la obra es que nos recuerda que estamos mejor acompañados que solos; y eso es algo que hay que recordar en esta época de celulares, de ego, de concursos de popularidad, o de likes. Hay que reconectar; guardar de verdad el celular y ponerle atención a lo que es lo importante. Creo que tiene muchos mensajes muy lindos, también que nunca es tarde para empezar…

 

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