Por Gina Fierro/ La diversión y el teatro son dos términos que muchas veces van de la mano, pero qué hay si pensamos en diversión como un recurso para crear teatro.

A principios de la década de los 90, en un predio que albergaba obras de grandes artistas como Diego Rivera y Rufino Tamayo se implantó un espacio de encuentro entre amigos creadores y público en general, un espacio que serviría como el principio de un gran proyecto teatral, el Bar Milán.

Impulsado por Tolita Figueroa, Lorena Maza y Daniel Giménez Cacho, este bar surgió con el propósito de financiar un proyecto denominado “El Milagro”, el cual incluía la construcción de un teatro. En entrevista exclusiva para Cartelera de Teatro, Daniel Giménez Cacho detalla “estábamos en una época como muy desilusionados de las condiciones de trabajo y dijimos bueno por qué no hacemos algo para modificarla y empezamos, constituimos esta asociación que se llama El Milagro y durante un año estuvimos dándole forma y viendo cómo lo podíamos financiar”.

Y fue a partir de un bar que “El Milagro” -una asociación cultural independiente que comenzó como una editorial de teatro y cine-, creado en 1991 por David Olguín, Daniel Giménez Cacho, Pablo Moya y, posteriormente, Gabriel Pascal, se convirtió en un gran proyecto que hoy es un foro, una editorial y un acervo de obras en video.

El actor confiesa que fue idea suya abrir un bar para beneficiar a la comunidad de creadores escénicos, “no sé por qué dije ‘hay que abrir un bar’. Quizá porque me gustaban mucho los bares, yo creo”. Y ante dicha decisión, agrega “me puse a investigar, fui con amigos, y al cabo de un año lo abrimos y fue un éxito que nos sorprendió a todos. Había cola hasta el lunes”.

De esta manera “el milagro” de la calle Milán No.18 abrió sus puertas al público en 1992, sin un distintivo en su entrada, y sin más publicidad que la que los asistentes creaban con sus recomendaciones. El Bar Milán atrajo la atención de las colonias vecinas, los artistas escénicos y cualquiera que asomara la nariz por aquel portón rojo.

La esencia del Bar Milán

Lo que antes era la antigua Galería de Arte Mexicano se convirtió en un bar diseñado al estilo de las producciones teatrales. La escenografía de este lugar fue creada por un equipo de más de 60 personas en un lapso de 17 semanas. Un elemento que ha dado identidad al lugar es un llamativo nopal perlado que adorna la barra, diseñado por las reconocidas escenógrafas María y Tolita Figueroa.

A su estética se sumó una barra de ónix creada por Alejandro Escalante y un telón que divide los baños, el cual ya no forma parte de la decoración actual.

Quizás, hoy en día el espacio pueda ser un lugar más en una ciudad llena de vida nocturna, sin embargo, en sus inicios el espacio fue un foco de atención para aquellos que lo visitaban por primera vez. “Era un momento donde no se abrían bares, ni mucho menos un bar como ese, que era un bar para platicar, para encontrarse, para tomar buenos tragos a buen precio, con buena música. Como que no había ese tipo de lugares, había cantinas, o restaurantes, o antros”, refiere Giménez Cacho.

Quienes frecuentan el bar sabrán que la primera visita es difícil de olvidar, ya sea por la peculiaridad del espacio o por su funcionamiento, ya que para consumir debes cambiar tu dinero por “milagros”, al estilo de una kermés. De ahí pasamos al distintivo ambiente de fiesta que se genera, el lugar te acoge con un volumen de música ideal para platicar -sin gritar- y una variedad de música que hará que cualquiera pueda congeniar con el ambiente.

En su momento, la popularidad del lugar fue inevitable, tanto por su naturaleza, como por sus asistentes y sus infalibles mojitos. “A parte de que (el bar) estuvo de moda, tuvo mucho auge en la comunidad”, apunta Daniel Giménez Cacho, quien asegura que por una temporada dejó la actuación para dedicarle tiempo al bar.

En sus comienzos, el Bar Milán fue un lugar de encuentro de distinguidas figuras del medio artístico, así como distintas personalidades de otros ámbitos. Algunos nombres que circulan en esta lista son: Diego Luna, Gael García, integrantes de La Maldita Vecindad, Café Tacuba, Ely Guerra, Stephanie Salas, Carlos Monsiváis, Yuri y, por excéntrico que pueda sonar, Carlos Slim.

Entre algunas confesiones, Giménez Cacho reveló “era un lugar de encuentro y ahí hubo muchísimos romances de gente, porque muchas mujeres iban solas, era un lugar agradable para mujeres que iban solas, nadie las estaba molestando ni diciéndoles ‘por qué están solitas’. Era un buen lugar para encontrarse con gente”.

Teatro El Milagro

De acuerdo con Giménez Cacho, fue 17 años después de la apertura del bar que Teatro El Milagro fue una realidad. Si bien el establecimiento del bar contribuyó al financiamiento del nuevo teatro, el entrevistado señala que los recursos económicos no fueron suficientes, por lo que se recurrió a préstamos para su construcción.

“Era muy buen negocio, pero tampoco era suficiente para poder construir el teatro, pero sí era lo suficiente como para ir pidiendo prestado […] Fue un préstamo por ejemplo de la Cervecería Cuauhtémoc, otros préstamos de banco que, de hecho, todavía seguimos pagando, el bar es quien va pagando la hipoteca”.

La dirección actual del recinto está a cargo de David Olguín, Daniel Giménez Cacho, Pablo Moya y Gabriel Pascal, escenógrafo que se incorporó 3 años después del origen de la asociación El Milagro en 1991.

Actualmente, los proyectos del teatro, detalla Giménez Cacho, son financiados por programas como México en Escena del Fonca. Y aunque el actor reconoce que un aforo que no excede las 100 butacas, como el que conforma el recinto, no es negocio con el que se pueda lucrar, asegura que el espacio es autosutentable, “algo precario, pero autosustentable”, añade.

Para Daniel Giménez Cacho el proyecto de El Milagro, y todo lo que éste abarca (Teatro El milagro; Ediciones el Milagro, con 25 años de funcionar; y el proyecto Videoescena, que consiste en un archivo en video de teatro independiente que después de tres años de grabaciones se acerca a los 200 títulos), representa una gran satisfacción.

“No sólo nos permite hacer las cosas que queremos, sino también estamos abiertos hacia la comunidad y es un foro que empieza a tener su lugar entre todos los teatristas”.

El Teatro El Milagro, apunta, “apoya a grupos existentes y ahí se le da mucha salida a grupos de jóvenes y finalmente te das cuenta que sí siguen faltando espacios en la ciudad”. En su escenario se presentan propuestas “de un tipo de teatro que está más preocupado por la búsqueda, el experimento. (El teatro) ya logró tener su perfil y tiene ya su público, la gente que está buscando cosas propositivas, nuevas”, subraya.

“Es admirable como abren y cierran bares y este lugar (el Bar Milán) tiene 24 años y sigue vivo […] Es curioso, es un lugar que se abrió y nació para quedarse. Es pensar en que los sueños sí se pueden realizar, soñamos ahí muchas cosas y muchas de éstas sí se pudieron hacer y están bien vivas”, concluye Giménez Cacho.

De esta manera, “el milagro” de la calle Milán invadió la colonia Juárez con teatro, música y noches de huateque que aspiran a quedarse. Así que si quieres tener una experiencia memorable, no dudes en disfrutar de una buena obra de teatro y una noche de fiesta con mojito en mano.

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