Por Itai Cruz/ Este fin de semana falleció Luc Bondy, uno de los grandes hombres de la escena teatral europea, a los 67 años tras una larga enfermedad. Debido a su mal estado, tuvo que postergar el estreno de la que sería su última obra, una nueva adaptación de Otelo de William Shakespeare.

Luc Bondy nació el 17 de julio de 1948 en Zurich en el seno de una familia judía de origen alemán con profundas raíces en el mundo del teatro. Su bisabuelo fue director de un teatro de Praga y su bisabuela fue una afamada actriz de la época, que frecuentaba a grandes personalidades como Kafka o Schnitzler. Su madre fue bailarina de flamenco refugiada en Suiza, lugar donde conoció a su padre, quien dirigía una revista cultural y que solía bromear diciendo “Si soy suizo es gracias a Hitler”.

Gracias a sus orígenes, desarrolló su carrera entre Francia y Alemania. A finales de los sesenta triunfó con la puesta en escena El mar de Edward Bond. Ya en la década de los ochenta su trabajo se intensificó en Francia, gracias a la alianza que hizo con Patrice Chéreau, quien dirigía el Théâtre des Amandiers en la perifireria parisina. En 2001, Bondy dirigió por once años el Wiener Festowochen, un prestigioso certamen que se realiza en Viena.

Al cumplir los 25 años fue víctima de cáncer, padecimiento que lo acompañó durante toda su vida; sin embargo, su apasionada vida por las artes escénicas nunca se vio afectada. En 2009, a pesar de su estado, dirigió los ensayos de una de sus óperas desde su cama “La quimioterapia me ha salvado, aunque también me ha destrozado bastante. Pero siempre he hecho ver que no pasaba nada. Antes de ir al hospital para mi tratamiento, recorría los bares hasta las 5 de la madrugada. He continuado trabajando sin detenerme. Esa ha sido mi manera de luchar”, explicó a Télérama en 2012.

Ese mismo año, Bondy asumió la dirección del prestigioso Théâtre del Odéon parisino, tras la negativa del primer candidato del Gobierno francés, el alemán Thomas Ostermeier. Aunque esta cargo estuvo rodeado de una gran polémica, ya que vino acompañado de la destitución del director, Olivier Py, cuya gestión había sido muy aplaudida. Pero, Bondy logró callar esas voces en su contra con sus cuatro últimas obras, a partir de los textos de grandes dramaturgos como Moliére, Chéjov, Pinter y Marivaux, por quien tenía una particular predilección.

Luc Bondy fue despedido con todos los honores por la clase política francesa, el presidente Francois Hollande conmemoró la memoria de este gran director, “despedimos a un hombre que ha encarnado, por su historia personal y su trabajo excepcional, la Europa de la cultura”.

Hace tres años, presintiendo su propio final, Bondy dijo “ante las catastróficas situaciones que nos amenazan, ¿qué haríamos si no contáramos con un lugar donde soñar?”.

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