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Un hombre ajeno, de Alejandro Ricaño



un-hombre-ajeno-iPor Óscar Ramírez Maldonado / Hace un par de semanas se estrenó en el Teatro de la Sala Chopin Un hombre ajeno. Escrito y dirigido por el cada vez más exitoso y reconocido Alejandro Ricaño, este montaje debe estar entre las prioridades de cualquiera que guste del teatro. La voz de Ricaño cada vez se siente más cómoda y segura narrando historias que por su estructura nos sorprenden.

En esta ocasión el dramaturgo nos cuenta la historia de Tomás, construyendo a este personaje a través de las voces de tres actores. Distintas voces para construir a un solo personaje que nos cuenta su vida y cómo desesperadamente -para buscar un punto de apoyo- busca el amor en un pasado que, como su presente, se desmorona entre sus manos.

Un escenario vacío, una silla y tres actores son suficiente para el ganador del premio de dramaturgia 2008 nos cuente esta historia. En el mismo escenario en el que hace unos par de meses dirigió a Diego Luna, en esta ocasión Ricaño dirige a José María Jazpik, Osvaldo Benavides y Adrián Vázquez. Los tres interpretan una parte de la voz y el pensamiento de Tomás, algún aspecto de su vida. Juntos van completando esta narración y construyendo una historia que habla sobre la la soledad del hombre urbano, la imposibilidad de la pareja y la incapacidad de reconciliarse con uno mismo. Se trata de un hombre que se va alejando, lentamente, de si mismo y del mundo que lo rodea.

Jazpik, Benavides y Vázquez ofrecen sobre el escenario una solvente interpretación de este texto que como fragmentos de un rompecabezas van formando una historia. Los tres actores se acoplan de manera excelente y logran un ritmo la mayor parte del tiempo fluido y que tan solo a veces tropieza un poco en las intrincadas líneas.

Las distintas narraciones, los diálogos y los personajes se logran a través del movimiento corporal y el manejo de las voces; algo destacable es el trazo escénico que los tres actores tienen sobre el escenario, sus movimiento logran ser un complemento efectivo para lo que el espectador está escuchando.

Bajo esta estructura no líneal, Ricaño aborda nuevamente los temas que son recurrentes en su dramaturgia: la soledad, la búsqueda de sentido, la nostalgia y la memoria como lugares en que sus personajes buscan algo en dónde asirse.

En esta puesta en escena la virtud del autor de profundizar en estos temas juega un poco en contra del propio texto. Quienes han seguido los últimos trabajos de Ricaño sentirán como éste vuelve sobre sus historias y sobre su tono acostumbrado, dejando una leve sensación de que algo que da por estallar dentro del texto, que algo todavía queda en la estupenda pluma de Ricaño.

Sin embargo, este aspecto queda de lado ante un todo que cuenta con un texto lleno del humor que caracteriza a su autor, el cual sirve tanto para distender como para apuntalar la historia y siempre entra en el momento preciso y tres muy buenas actuaciones. Lo que hace imperdible e interesante en extremo a Un hombre ajeno es la forma en que esta historia se cuenta, la estupenda manera en que Ricaño construye un texto a tres voces y en la que éste se va resolviendo.

Para más datos sobre Un hombre ajeno hacer click aquí (dirección, boletos, horarios, etc.).

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