Por Ro Tierno/ Escrita por Verónica Bujeiro, llega esta obra en la que un guardia de museo se convierte en artista. Una comedia que deshilvana un poco la red artística y plantea interrogantes en torno a la función y valor del arte contemporáneo. Dirigida por Angélica Rogel, estará a partir del 26 de octubre en el Teatro El Granero del CCB.

Un guardia de un museo de arte contemporáneo, después de estar 15 años expuesto a diferentes piezas, obras, instalaciones, colecciones, decide volverse artista. En Producto farmacéutico para imbéciles, veremos la exposición de su última pieza, es una puesta en escena donde tres personajes típicos del ámbito artístico mostrarán sus facetas, en un texto que trata hacernos reflexionar sobre qué vemos cuando vemos arte.

Hablamos con su creadora, Verónica Bujeiro, y los tres actores Mario Alberto Monroy, Alonso Íñiguez y Romina Coccio.

Verónica, ¿Cómo te surge escribir esta obra y desde qué perspectiva hace una crítica al arte?

Verónica: Me surgió escribirla desde la perspectiva de un espectador, de decir ¿esto es arte?¿por qué es arte? Fue a través de eso, me lancé a una investigación, me metí a ver museos. Es una crítica al arte desde la perspectiva de ponerlo en crisis, hoy la crisis va hacia la cancelación, de decir ‘esto no va’, y creo que mi postura es más de decir ‘esto es lo que es’ y no es un arte que tenga 100 días, Duchamp tiene 100 años. Es ver cómo esta manifestación humana sigue ahí, como ha repercutido en el mercado, que eso es muy importante, los coleccionistas, el arte contemporáneo es una moneda de cambio, justamente porque el valor de una pieza no se puede establecer de ninguna manera.

Alonso: Para agregar a lo que dice Verónica, quisiera comentar que el personaje de Mario todo el tiempo se pregunta ¿qué es lo que mira la gente cuando nada ni nadie los mira de vuelta? y creo que se resume un poco a esa pregunta. Cuando me paro frente a una pieza de arte contemporáneo, ¿qué estoy viendo y por qué me impacta? ¿qué relación existe entre el objeto y el ser humano?

Mario, tú interpretas a este guardia que ha decidido ser artista ¿a partir de qué episodio o situación toma esta decisión?

Mario: Él no piensa en convertirse en artista, más bien defiende su necesidad de entender, de ver más allá de lo que su visión tiene, y lo lleva a accionar a partir de una pieza de museo. El se siente adulado, lo aplauden, es la validación como artista, como ser humano, creador. Él no buscar ser artista, pero se da cuenta que es más reconocido como artista que como guardia.

Romina Coccio por su parte se mete en la piel de una coleccionista de arte, que en realidad poco sabe de este mundo y el valor de las piezas. “Para mi ella es una compradora de arte porque tiene dinero, no porque entiende del tema, le parece un mundo al que está bueno pertenecer, tiene la oportunidad económica de hacerlo pero ni siquiera es curiosa, ávida de nada, sólo si vale lo compra. Es un personaje que no tuvo un deseo en su vida”, comentó la actriz.

Alonso Íñiguez es un crítico de arte, y es quien aconseja a la coleccionista en la selección de las piezas. “Él hace un juego, le dice que no lo compre, que no vale la pena, porque no quiere que esta mujer que no tiene nada en la cabeza se lleve a recluir la pieza, donde nadie la pueda ver. A la vez puede ser burlón, violento, porque es como se manejan los críticos de arte, que tienen un nivel alto intelectualmente, y marcan si la obra vale o no la pena”.

¿Qué reflexión han tendido ustedes en este proceso con respecto al arte?

Mario: Dentro de esta subjetividad, yo parto del gusto, de lo que me atrae visualmente. Recuerdo mucho una obra, ni siquiera me acuerdo el nombre del artista, era una cabaña de madera llena de caguamas, que a mi me hipnotizó. Era atractivo, si me hubiera enterado por qué lo hizo, qué había atrás, no creo que hubiese modificado mi gusto. También estoy de acuerdo que hay mucha charlatanería dentro del arte, la confusión al ser abstracto, y recordamos casos celebremos cómo las personas que confundieron las cubetas y el trapeador como pieza de arte, cuando simplemente alguien la dejó ahí.

Alonso: Yo la verdad me siento un alma vieja, me pongo a pensar en una obra de arte contemporáneo que me haya impactado, y voy seguido al MUAC, al Jumex, y la verdad no tengo una obra que me haya impactado. En cambio, tal vez tenga que ver con un inconsciente colectivo, pero cuando vi La noche estrellada de Van Gogh por primera vez, yo pensaba que era grandísimo, y me quedé media hora viéndolo, estaba frente a una cosa muy impactante, igual que uno de los cuadros de Monet, sí me acuerdo a nivel emotivo cuando los vi. A partir de esta obra, creo que voy a ver arte contemporáneo para hacerme esta pregunta, qué me miro cuando miro una pieza de arte.

Romina: Yo creo que es una experiencia, el arte en general. Si entras a un museo y ves una pieza, a lo mejor no te mira de vuelta, en esta metáfora, pero te hace vivir una experiencia, sea la que sea, distinta para cada uno, pero si logra hacerte vivir esa experiencia, cumple su función.

¿Cómo creen que llegará esta obra al público? ¿Habrá una necesidad de comprender el arte?

Romina: no sé si van a entender más, pero sí reflexionar, de qué debería ser el arte.

 

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