Por Mariana Mijares/ ¿Cómo ser gay? Es la principal pregunta que se hace uno de los personajes de Una disculpa a Lady Gaga, montaje que se presenta de viernes a domingo en el Teatro la Capilla y que se enfoca en la relación entre Mateo y Toño (Clemente Vega, Leonardo Bono y Saúl Villa alternando funciones).
A lo largo de la obra se recrea no solo el momento en el que estos protagonistas se conocieron -en un antro gay con “Rain On Me” de Lady Gaga de fondo-, sino los pensamientos y reflexiones de cada uno; con respecto al otro, a la comunidad LGBTQ+ y en torno a sí mismos.
Apoyados de una escenografía que consiste únicamente en un ciclorama rojo con un círculo amarillo y algunas líneas, y de un pequeño taburete que sirve como el sillón de su casa, Clemente Vega y Saúl Villa (los actores que presenciamos) utilizan su ingenio, y movimientos para adueñarse del espacio, dirigidos por Elisabetha Gruener.
A diferencia de Toño, que definen como un ‘gay prenatal’, alguien que siempre tuvo clara su orientación, que ama el glitter y el reality de RuPaul’s Drag Race (“no puedes ser gay y que no te guste RuPaul”, afirma él); Mateo está en el lado opuesto: apenas descubriéndose, reafirmándose y entendiendo lo que implica ‘salir del closet’.
Porque, como explican los personajes, del clóset no se sale solamente una vez, se sale varias veces: con papá, con mamá, con el resto de la familia, con amigos, en el trabajo y con la persona que te gusta. Cada una de estas experiencias tiene su grado de complejidad.
Mientras Mateo preferiría vivir de manera más discreta, a Toño le gusta llamar la atención y abrazar los colores, especialmente los de la bandera de la comunidad LGBTQ+ “El arcoíris no combina con nada”, se queja Mateo en algún momento, molesto de que Toño lo haya puesto como cobija en la sala que comparten.
Esto es solo un ejemplo de sus diferencias, pero que habla de un trasfondo; de cómo uno se siente libre y no quiere ocultarse, mientras el otro no se ha aceptado y tiene una homofobia interiorizada. Esto se confirma cuando Toño le reclama ser presentado ante los demás como su amigo y no como su novio. Otro detalle que los diferencia es el vestuario, pues Mateo tiene un pantalón en color neutro y una polo, mientras Toño luce unos jeans rotos, botas llamativas y una ajustada playera escotada con estampado de leopardo.
En uno de los momentos más significativos de Saúl, Mateo reflexiona sobre cómo la historia de la comunidad, especialmente los disturbios de Stonewall y la crisis del VIH/sida de los ochenta, son suficiente para no querer ser gay. En contraparte, Toño intenta animarlo continuamente con ejemplos de cómo las cosas han cambiado, tomando como himno el tema de Lady Gaga “Born this way”, que habla de aceptarnos con frases como “No hay nada malo en amar quién eres”, “Soy hermos@ a mi manera porque Dios no comete errores”, “No te escondas, simplemente ámate a ti mismo”.
Otro de los conceptos importantes que aborda esta obra escrita por Ed Cooke es la diferencia entre la identidad, la orientación o atracción sexual, y la expresión de género.
Dentro de la identidad entran un sinfín de elementos: nuestras características físicas, nuestra educación, religión, edad, lugar de origen, familia, lenguaje, orientación sexual y más. A lo largo de nuestra vida nuestra identidad va cambiando de acuerdo con nuestro contexto, por nuestras experiencias y por nuestro entendimiento del mundo y de nosotros mismos. La identidad es lo que hace que nos percibamos como alguien distinto, y único.
Comúnmente se espera que nuestra identidad de género (femenino/masculino) sea la misma que nuestra expresión de género; es decir, la sociedad dictamina que los hombres tengan comportamientos ‘masculinos’, y que las mujeres sean ‘femeninas’. Estas cualidades tienen que ver con la ropa, el pelo, el maquillaje, la manera de caminar, la voz y un largo etcétera. Pero, ¿qué pasa cuando las personas tienen una expresión diferente a su género? Porque el que un hombre quiera pintarse las uñas o usar falda no lo hace mujer, solo lo hace humano, alguien que a pesar de las normas sociales ‘establecidas’ decide adoptar características y comportamientos que le hacen sentir bien.
Por lo general, quienes se identifican como queer se rehúsan a conformarse con las normas de género y con la famosa heteronormatividad (lo que hace que la heterosexualidad parezca natural y la única opción esperable). Toño sería un buen ejemplo de ello y Clemente Vega regala algunos de los mejores momentos del montaje encarnando a un gay que está orgulloso de ser quien es, pero sin caer en clichés que se ven en otros montajes.
Si bien hemos enfatizado en otras reseñas que este tipo de obras no solo son llamativas, sino necesarias, Una Disculpa a Lady Gaga entra en ese ‘multiverso’ de proyectos que verdaderamente ayudan a abrir la mente. Porque el que existan obras que abordan no solo orientaciones distintas, sino el abanico de experiencias de la comunidad, es un importante recordatorio para que la gente pueda existir en sus espacios siendo quien es. Porque la visibilidad no solo empodera a la propia persona, sino también enciende una chispa de cambio en los demás.
A lo largo de Una Disculpa a Lady Gaga, Mateo va entendiendo que ser gay no es solamente una cosa, o un conjunto de clichés, sino que la expresión de género puede ser tan variada como las diferentes personas. Pero elijamos el camino que elijamos, muy probablemente habrá gente a quien no le guste, o que lo critique, así que no habrá nada más liberador que abrazar el ser tú y decir: “I was born this way”.
La obra se presenta hasta el 30 de marzo en La Capilla, consulta horarios y precios, aquí.
