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En el principio es una mujer que recibe una descarga eléctrica. Al final, esa misma mujer se hace una con la luz. Entre ambos eventos, tres mujeres van y vienen sobre un escenario de arena narrando y evocando una vida breve y plena de pasión, fortaleza y tormento: es la vida de ellas, que son una misma: Lívida Luz, Mujer Que Sabe Latín y Bella Dama sin Piedad nos hablan sobre ellas y en sus voces y recuerdos se conjuga el universo poético, amoroso y político de Rosario Castellanos, quien gracias a la pluma de Elena Guiochins se desdobla en tres, que finalmente son una: la mujer Prendida de las lámparas, frase que además de jugar con el motivo de su muerte, refleja mucho de lo que fue su vida, su obra y su causa. Por ello, ese fue el título de la obra obra teatral que puso en escena, de manera fragmentada, a la escritora mexicana que en este 2024 cumple 50 años de ausencia física, aunque cada vez está más presente en las letras nacionales.

Prendida de las lámparas se escenificó en 2009, en conmemoración de los 35 años de la partida de la poeta, ensayista, narradora, periodista, traductora, activista y diplomática mexicana nacida en 1925 en la Ciudad de México. Bajo la dirección de Alberto Lómnitz, Blanca Guerra, Haydée Boetto y María Inés Pintado interpretaron a Rosario en distintos momentos de su vida y sus oficios, logrando un éxito de público y crítica en la Sala Xavier Villaurrutia. Al comentar la obra, la crítica teatral Olga Harmony apuntó: “Asistir a esta escenificación invita a leer o releer a Rosario Castellanos, ya sea su poesía o su vigente trilogía indigenista”.

La obra de Guiochins es notable porque se trata de la única dramaturgia y puesta en escena construidas en torno a la fascinación que suscita la autora en todas sus aristas; afortunadamente, el texto está publicado por la editorial Juan Pablos y contiene una exquisita introducción del periodista Braulio Peralta, quien pone a dialogar a la poeta con la dramaturga: “Elena Guiochins me hizo futuro. Y no tengo palabras para agradecerle. Nunca más volveré a hablar mal de mí misma. Me rescaté”. Guiochins recurre a frases dichas por Castellanos en cartas y entrevistas o a algún verso de sus poemas para retratarla a su manera.

Sin embargo, ésta no es la única forma en la que las palabras de Rosario han habitado el escenario teatral. A lo largo de su destacada trayectoria, la actriz, dramaturga, directora, productora y activista Ofelia Medina ha escenificado espectáculos con los poemas que conforman la antología Poesía no eres tú, uno de los títulos más ubicables y perdurables de la poesía mexicana: Íntimamente, Rosario de Chiapas además de Amanecer en Tel Aviv, 7 de agosto de 1974 y Voces mexicanas son tres montajes en los que La Medina va más allá de simplemente leer o recitar versos como Bajo tu tacto tiemblo / como un arco en tensión palpitante de flechas / y de agudos silbidos inminentes y los expresa a través de la danza, la música y, por supuesto, de sus vastas y celebradas dotes histriónicas. Estas propuestas se han presentado en temporadas teatrales, en funciones especiales o como parte de ferias del libro o festivales de poesía.

En sus espectáculos unipersonales dedicados a hablar de diversas temáticas a partir de poemas y poetas, la actriz, directora y productora Susana Alexander tiene a Rosario Castellanos como autora de cabecera y a lo largo de su brillante trayectoria se ha dedicado a llevar sus palabras a diversos rincones de la República Mexicana, procurando que las escuchen nuevos públicos: estudiantes, maestros, trabajadores. En su canal de Youtube, El rincón de la cana al aire, se la puede ver y escuchar diciendo textos provenientes de los agudos artículos periodísticos que escribió la autora para el periódico Excélsior durante varios años.

Curiosamente, la dramaturgia fue lo que menos cultivó Rosario Castellanos. A diferencia de sus contemporáneas, Elena Garro y Luisa Josefina Hernández, el teatro no fue una expresión central para ella. Aunque eso no significa que no haya pasado por allí. La dramaturga y periodista Estela Leñero nos hace saber que en su juventud participó en el Proyecto de Títeres del Teatro Petul, en las comunidades indígenas de los Altos de Chiapas y que, antes de concebir su obra más conocida, El eterno femenino, escribió las piezas Tablero de damas, Salomé y Judith.

Mientras la primera, nos ilumina la maestra Leñero, se trata de una farsa en la que critica brutalmente a las autoras que escriben más por postura social que por mera convicción -lo cual le valió el bloqueo de varias colegas que se sintieron aludidas-, los otros dos son poemas dramáticos que ubican a los personajes bíblicos en la realidad del Chiapas de entonces. Actualmente, puede escucharse por internet, en su formato de radiodrama, Salomé, adaptada y dirigida por la legendaria Nancy Cárdenas para Radio UNAM, en 1962.

Dentro del teatro, Rosario Castellanos tradujo el poema dramático de Paul Claudel, El cambio, que fue la primera obra que dirigió en la Ciudad de México el director español Manuel Montoro, en 1970, con un elenco encabezado por Ana Ofelia Murguía y Javier Marc. En 1988 Montoro hizo una segunda puesta en escena del texto, ahora con Carmen Delgado y Alberto Estrella en los estelares.

Pero es El eterno femenino el texto teatral que más se ubica de la autora mexicana. A petición de la actriz Emma Teresa Armendáriz -una de las grandes figuras de los escenarios de la segunda mitad del siglo XX, hoy injustamente olvidada- y de su esposo, el director español Rafael López Miarnau, Rosario concretó una farsa sobre la búsqueda de la mujer mexicana, a lo largo de la historia, por su libertad. Armendáriz y López Miarnau deseaban que la autora plasmara en un texto dramático lo que expresaba nítidamente en las páginas de Excélsior y en entrevistas sobre la mujer y su rol en la sociedad mexicana. Y así lo hizo. Pero ya no logró disfrutar de la escenificación: El eterno femenino se estrenó -y se publicó- en 1976, dos años después de su fallecimiento.

Los estereotipos sociales, culturales e históricos son criticados a través de un humor punzante que resultó un éxito de público y crítica gracias a las actuaciones de tres leyendas de la escena: Martha Ofelia Galindo, Isabela Corona y la propia Emma Teresa Armendáriz, acompañadas por Alejandro Aura.

En su crónica, la crítica teatral Malkah Rabell inicia con ésta sentencia que condensa el triunfo: “Es de lamentar que Rosario Castellanos no fuera mujer de teatro”. Muchos años después, en 2011, la obra volvió a escenificarse en una función especial, adaptada y dirigida por Elena Guiochins, con Lisa Owen, Pilar Boliver, Mónica Huarte, Paola Izquierdo, Teresina Bueno, Alejandro Calva, Enrique Arreola y Jorge Zárate conformando el elenco. Y justamente en este 2024 volverá al escenario en formato de cabaret, a cargo de Las Reinas Chulas: Nora Huerta y Cecilia Sotres, quienes estarán acompañadas por Conchi León y Érica Islas, en el Teatro Bar El Vicio.

A cincuenta años de su fallecimiento -por lo cual la maestra Estela Leñero propuso que 2024 sea el “Año de Rosario Castellanos”, tal como fue propuesto y rechazado en la Cámara de Diputados, que optó por instaurar el “Año de Felipe Carrillo Puerto”- es de desear una revisión y revaloración de sus piezas dramáticas en su calidad de dramaturgia y de material para la escena.

Afortunadamente, todo lo contrario sucede con su narrativa -las novelas Balún Canán, Ciudad real, Oficio de tinieblas siguen siendo una trilogía imprescindible y los cuentos de Álbum de familia continúan impactando a generaciones- y, por supuesto, con su poesía, uno de los puntos más altos de las letras de nuestro país. Sus artículos periodísticos, en donde destacan sus estudios y apuntes sobre el feminismo en Latinoamerica, están compilados en la antología de tres tomos Mujer de palabras.

Entre los diversos estudios sobre su vida y obra, es notable el mapa que construyen a partir de palabras e ilustraciones Sara Uribe y Verónica Gerber en la “biografía razonada” Rosario Castellanos. Materia que arde, publicada por Lumen en 2023.

Como bien apunta Estela Leñero, aunque no se aceptó en la Cámara de Diputados el “Año de Rosario Castellanos”, lo cierto es que actualmente hay premios, escuelas, aulas y eventos que llevan su nombre. En 1985 se rebautizó el foro dedicado a las artes escénicas de Casa del Lago como Teatro Rosario Castellanos, en donde, por desgracia cada vez con menos constancia en su programación, han sucedido notables puestas en escena apegadas a la vanguardia que caracteriza a este recinto universitario.

En 2017, ocho años después del estreno de Prendida de las lámparas, se estrenó Los adioses, filme de Natalia Beristáin basado en la relación de encuentros y desencuentros entre Rosario y el filósofo Ricardo Guerra. Karina Gidi y Daniel Giménez Cacho les interpretaron magistralmente en su etapa adulta. En esa película se enuncia un fragmento de una carta -que en la pantalla se incorpora dentro de una discusión- de la poeta al filósofo que resume el universo de esta mujer y autora que es una de nuestras genuinas glorias nacionales. Rosario le dice a su niño Ricardo: “Que tus palabras sean justas, que sean del tamaño de tus sentimientos, porque si tú me dices no, para mi es no, y si me dices llueve, para mí está lloviendo. Y si me dices amor, para mí es amor” .

Afortunadamente en nuestro país y en varios de habla hispana, se puede entender sin dificultad a qué nos referimos cuando decimos Rosario, Rosario de Chiapas, la mujer prendida de las lámparas que ojalá vuelva a ser iluminada, como ya lo es su narrativa y su poesía, en su dramaturgia, sobre el escenario, con esa ironía que sigue causando una descarga eléctrica y emotiva en quienes la leen.

Por Enrique Saavedra, Foto: Tomada de la web

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