Algunas obras logran establecer conexiones profundas con nuestras historias familiares. En este caso, La señora Kong, es uno de esos relatos que evocan momentos y situaciones, invitándonos a reflexionar sobre nuestras propias madres, tías, abuelas o bisabuelas. Al tocar fibras sensibles en el espectador, la obra logra involucrarnos de manera única con lo representado en escena.

A cargo del Colectivo Escénico El Arce, este montaje está escrito y dirigido por Ignacio Escárcega, y cuenta con las actuaciones de Karen Alicia, Alfredo Monsiváis, César Alcázar, Nadia Cuevas y Enrique Aguilar, y la parte creativa incluye a Teresa Alvarado, Thalía Palacios, Nathaly Rangel, Julio César Mejía y Cassandra Huerta.

Aquí te compartimos algunas lecciones que nos dejó esta puesta en escena:

1. El uso de la imaginación como una vía de escape de la realidad. Cuando Francisca, la mamá, encuentra un momento para compartir con sus pequeños, se da a la tarea de narrar historias fantásticas o sus propias versiones de las películas que más disfruta. Para ello, utiliza objetos simples y cotidianos que logran transportar a los niños a otros mundos. En respuesta, los pequeños se unen con alegría y, poco a poco, todos juntos dan rienda suelta a su imaginación. De esta manera, somos testigos de cómo el poder de la imaginación y, sobre todo, la creatividad, pueden transformar lo ordinario en algo extraordinario.

2. La resiliencia florece ante la adversidad. Esta fuerte y frágil mujer, no sólo enfrenta las dificultades de ser viuda, sino que también se ve limitada por la escasez de recursos y debe afrontar una abrumadora soledad. No obstante, su valentía para superar estos desafíos la impulsa a esforzarse por brindar lo mejor a sus tres hijos. Estos, a pesar de su corta edad, buscan aliviar las penurias y apoyarse mutuamente, mostrando así que la resiliencia florece con mayor fuerza ante la adversidad, como se refleja en este conmovedor montaje familiar.

3. El amor más allá de la maternidad. Cuando un padre o madre se encuentra en la situación que vive Francisca, la complejidad de encontrar tiempo para el amor se hace evidente. En muchas ocasiones, los hijos pueden mostrar cierta resistencia egoísta al no permitir que su madre rehaga su vida. Sin embargo, cuando esta valiente mujer decide abrir su corazón, su historia toma un giro significativo. Esto nos revela que no tenemos control sobre la vida de nuestras madres o padres, es importante respaldarlos como ellos lo han hecho y seguirán haciendo, a lo largo de nuestras vidas.

Esta propuesta está comenzando su tercera temporada en el Teatro El Granero Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque, ubicado atrás del Auditorio Nacional, consulta horarios y precios, aquí.

Por Itaí Cruz, Fotos: Pablo Federico

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