Mario Iván Martínez está a punto de iniciar temporada en el Teatro Helénico con Diario de un loco. El actor regresa al teatro donde estrenó esta obra, la cual ya ha tenido temporadas en teatros como el Xola, el Foro Chapultepec y el Teatro Milán, sumando más de 200 representaciones.

El diario de un loco, cuento escrito por Nikolái Gógol en 1835, y en general toda la obra del autor ruso de origen ucraniano son un referente para la literatura universal. Su obra ha sido adaptada a diversos medios, como el cine y el teatro.

En México, la historia de Aksenti Ivanovich Poprishchin, un burócrata de la Rusia Zarista que se va sumiento en la locura, se volvió en toda una tradición teatral cuando, en 1964, Carlos Ancira, bajo la dirección de Alejandro Jodorowsky, estrenó en el Teatro Jesús Urueta una adaptación sobre el cuento de Gógol. Durante 20 años, el actor continuó representando el papel hasta alcanzar más de 2 mil quinientas representaciones.

“Empujarse a los límites de la insania”

Hace 10 años, Mario Iván Martínez tomó la estafeta y, en complicidad con Luly Rede, estrenó su propia versión del monólogo. Luly Rede tradujo el texto y lo adaptó en colaboración con el actor; es además la directora de este montaje. El actor platica a Cartelera de Teatro que interpretar Diario de un loco ha significado para él múltiples retos interpretativos.

Para realizar el papel de Aksenti Ivanovich, el intérprete entró en contacto con pacientes con esquizofrenia. “Su patología, sus recuerdos, sus obsesiones quedan marcados en la mente del actor para siempre. Se trata de empujarse a los límites de la insania”, confiesa. En este sentido, nos cuenta que su madre, la actriz Margarita Isabel, le decía que no interpretara la obra pues podía afectarlo, a lo que él contestaba, “tengo a Cri Cri para mantener mi cordura (en referencia al espectáculo que el actor también interpreta)”.

Diario de un loco, agrega, representa un reto que, si lo asumes, implica la obligación de “hacer la tarea, de someterte a una investigación muy profunda, a un trabajo de campo muy profundo para reproducir una versión análoga de la realidad de esta evolución hacia la insania”.

Una observación minuciosa de los pacientes con trastornos mentales

El cuento de Gógol, considera el actor, es una observación minuciosa de los pacientes con trastornos mentales, el mismo autor “sufrió afectaciones mentales importantes al final de su vida”, nos dice.

Para Mario Iván Martínez, este papel representa escarbar en sus “propios delirios, ofuscaciones, obsesiones, tempestuosas y tranquilas, obsesivas y esquizoides”. Esto es, reflexiona, abrir todos los cajones y closets de la mente, “extraer absolutamente todo lo que hay adentro y aventarlo al cielo, para después, de regreso a casa, intentar poner todo en orden, pero con la satisfacción de haberse sometido con el debido rigor, espero, solo el público lo podrá juzgar, a la recreación de Aksenti Ivanovich, este burócrata que nos presenta Nikolai Gógol”.

Un proceso similar realizó en su época Carlos Ancira, quien, según señala el periodista Jesús Ibarra en su libro El jardinero de fantasmas, vida y obra de Carlos Ancira, visitó diariamente el célebre manicomio de La Castañeda para convivir con los pacientes.

Se trata de un personaje, abunda Mario Iván Martínez, al que sus retos y frustraciones lo llevan por distintos planos de la locura. El actor resume al personaje de esta manera: “Muchos de nosotros podemos identificarnos con alugnos de esos planos de locura de Aksenti Ivanovich, pero volvemos a tocar la tierra. Aksenti Ivanovich ya no, cruza una frontera, la frontera de la insania para no regresar. Además es un testimonio humorístico y terrible de la locura, porque así son estos pacientes. En una sola frase pueden llevarte a la hilaridad y al llanto”.

“Todos venimos de El Capote de Gógol”

El trabajo de Nikolái Gógol dejó huella en la literatura. Es, además, una obra que sigue conectando con el público. La marca que el autor dejó, el novelista ruso Fiódor Dostoievsky la resumió así: “Todos venimos de El Capote de Gógol”, en referencia a las inmediatas generaciones de autores rusos que siguieron a Gógol.

En este mismo sentido, muchos años después, Sergio Pitol, escritor, traductor y ensayista sostenía:

“Gógol es uno de mis gigantes, lo leo y releo con fruición. Soy consciente de que Tolstoi y Chéjov son más grandes que él, no los cambiaría por nadie, he encontrado en ellos caminos de salvación; en cambio, la pasión por Gógol tiene otra tesitura, un tanto enfermiza, más pegajosa y oscura; un excéntrico y genial escritor que en un momento determinado, a saber por qué y cuándo, se volvió o fingió loco.” (El viaje y los sueños: la literatura rusa en la obra de Sergio Pitol, Jorge Bustamante García.)

Precursor del absurdo, del postmodernismo, de lo real maravilloso y del realismo mágico

Esto explica, tal vez,  la vigencia que el autor ruso tiene todavía. La oscuridad, el humor en su obra y la observación que en Diario de un loco hizo sobre la alienación social y la locura son elementos que mantienen el interés del público y los lectores en Gógol y su trabajo.

El poeta, narrador y ensayista Jorge Bustamante, en su libro en el que aborda la influencia de la literatura rusa en Sergio Pitol, sostiene que la obra del autor ruso se puede leer en cada época desde una óptica distinta. El autor del siglo XIX, explica, se puede leer desde la perspectiva de la literatura de su época, con recursos y temas novedosos; desde su postura crítica ante las estructuras políticas y sociales de la Rusia en que vivió; o desde su influencia que tuvo en autores como Kafka. También en Gógol se observan elementos y temas que son precursores del absurdo, del postmodernismo, de lo real maravilloso y del realismo mágico.

Todos estos elementos, sumados a la habilidad que el autor tuvo para retratar la psicología humana y sus complejas estructura – algunas décadas antes de que se establecieran las primeras escuelas de la psicología moderna -, hacen que una obra como Diario de un loco siga apelando a los espectadores a casi 200 años de que se publicara el texto por primera vez.

Para más información de la obra, haz clic aquí.

 

Por Óscar Ramirez Maldonado, Foto: Cortesía Manojo de Ideas.

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