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TIERRA DEL FUEGO: Diálogo, comprensión y escucha contra el odio



Por Alegría Martínez/ Tiroteos, caos y gritos ensordecedores se escuchan detrás de la reproducción de un noticiero que informa sobre un acto terrorista. Imágenes de muertos y heridos en la mente del público se mezclan con la presencia de dos mujeres y cuatro hombres sobre el piso amarillo del escenario, entre sillas y una mesa de madera. En uno de los laterales, un músico hace sonar su voz y su guitarra. El contraste entre lo escuchado y la acción que emite la escena alerta los sentidos.

El odio es una hilera de dinamita esparcida por el planeta. Su combustión avanza sin pausa en venganza infinita. Yael, presente en el lugar de los hechos, donde hace 20 años murió su mejor amiga, una azafata asesinada días antes de casarse, siente la necesidad de hablar con el asesino.

Condenado a cadena perpetua, culpable de cuatro delitos de confabulación para realizar actos terroristas, el palestino Halid Al Fawaz, se encuentra recluido en una cárcel del Reino Unido. Separados por una mesa, sentados frente a frente, víctima y victimario se miran. En torno a ellos, desde el fondo del escenario, son observados por el esposo de Yael, por su padre, la madre de su amiga y el abogado del recluso.

En su búsqueda de respuestas, sin certeza aún sobre la decisión que la empujó a viajar para hablar con el terrorista, Yael quiere saber por qué lo hizo, cómo es posible que una persona decida matar a gente inocente. Su ímpetu se amortigua, su visión del mundo se transforma paulatinamente luego de varios encuentros y de escuchar al hombre que ha cumplido más de dos décadas de encierro.

Despojo, dolor y rabia, herencia de siglos determinan al ser humano, que se resiste al diálogo, a la comprensión, al perdón ante una pena que crece con cada muerte, derivada de todas las guerras.

Mario Diament, dramaturgo y periodista argentino, que fuera corresponsal de guerra, hace referencia al conflicto del Medio Oriente, plantea la controversia sobre la ocupación israelí y los derechos del pueblo palestino, muestra el encono de cada personaje cercano a Yael a partir de la decisión que le condujo a acercarse al terrorista. La vida privada de esta mujer, a 23 años del acto que cambió su vida, toma un giro que no había contemplado. El autor pone en evidencia, a través de un acercamiento a la forma de pensar y sentir de quienes forman parte de la vida de Yael, parte del rencor infinito que alimenta la guerra.

Tiago Correa dirige a un elenco integrado por Paola Arrioja, Horacio García Rojas, Emmanuel Okaury, Juan Aguirre, Diana Quijano y Paco de la O, puesto al servicio de un teatro que alienta el diálogo, la reflexión y la escucha frente la violencia y el odio.

El poderoso y profundo texto de Diament, muestra el sedimento trágico que cada personaje guarda envuelto en rencor contra el otro: aquella persona, ese pueblo entero que ha padecido las mismas circunstancias, ésas que los hermanan y oponen.

El espectador es testigo del germen que corroe la vida de quienes han sobrevivido atentados, de las palabras que nombran hechos atroces, espiral de venganza más allá de lo que podría ser justo para los seres humanos, por encima de su religión y su ideología.

Tierra del fuego, nombre de una de las 23 provincias argentinas, rodeada de mar, es la metáfora que el autor siembra en la nostalgia del terrorista, transformado a lo largo de su reclusión, aquel lugar al que de niño soñó llegar en compañía de su mejor amigo, un espacio de esperanza que sigue viva.

Abierto a claroscuros, el escenario desde donde los personajes observan el diálogo en una calma aparente, -fragmentada a ratos por el desesperado intento de evitar la cercanía de Yael con la persona que representa al enemigo, sobre el que han depositado su odio-, contiene la calidez de los muebles de madera, la presencia del silencio esfumado a veces por las notas de guitarra y la voz de Rulo, que se oponen o acompañan al grito ascendente de la guerra, a la exhalación de tormentas internas que dan signos del dolor que se trae a cuestas.

Ella, Yael, necesita entender y decide. Él, Hasán, arrepentido, transformado por el aislamiento y la lectura de “El Gueto lucha”, de Marek Edelman, ansía ver el sol de nueva cuenta. Cada uno arrastra consigo el peso de una historia que intentó cambiar.

El equipo está conformado, además del elenco, por Natalia Morlacci en la asistencia de dirección, Rulo en los arreglos musicales. María Vergara en el diseño de escenografía, iluminación y en utilería, y Tiago Correa, Luis Fernando Valdés, FMG y Juan Aguirre en la producción ejecutiva.

La obra se presenta miércoles y jueves, hasta el 4 de octubre, en el Foro Shakespeare, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.

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