Por Luis Santillán/ Un par de actores, los últimos que han sobrevivido de una compañía teatral, desean poder hacer completa una representación de la obra maldita de Shakespeare, saben los riesgos porque los han vivido, pero aun así están dispuestos a todo con tal de alcanzar su meta.
Esa es la línea argumental de Mabel de Emiliano Dionisi, un divertimento que aprovecha las leyendas de maldiciones que acompañan al texto de Macbeth para crear un universo donde quienes interpreten la obra puedan explotar su capacidad actoral. En la versión producida por Pausa dramática y Nocturno teatro se logra plenamente una puesta en escena donde el público compadecerá las vicisitudes sin parar de reír.
La dirección es de Alonso Iñiguez, que previamente ha trabajo algunos textos de Shakespeare y de Dionisi, y aprovecha esa habilidad desarrollada para ofrecer un trabajo donde la teatralidad destaca por la forma creativa que va construyendo el mundo donde ocurre la historia. La forma de presentar las muertes de los personajes es muy eficaz, por una parte, coloca de manera acertada el mundo de la ficción, y logra un contraste con los matices de “realidad” de los personajes.
La propuesta de Íñiguez funciona muy bien gracias al trabajo actoral. Angélica Bauter y Adriana Montes de Oca, alternan funciones, mientras Santiago Zenteno realiza todas las funciones.
Tanto Bauter, Montes de Oca y Zenteno tienen cambios de ritmo, matices, un trabajo corporal que les permite ir construyendo con detalle todos los personajes que asumen, tienen como base al personaje que forma parte de la compañía. A partir de ahí, cada uno irá pasando de personaje a personaje de la historia de Shakespeare, los que forman parte del mundo “real” están equilibrados, exponen sus temores y deseos de tal manera que es difícil no involucrarse con ellos. Los personajes de la historia tienen ese grado de exageración exacto para que el relato se cuente, para que sea visible los estados de ánimo y los elementos de teatralidad.
Hay una gran comunicación, es un trabajo actoral cuya fuerza radica en la armonía que existe entre ellos, provocan que el público se maraville de lo que puede hacer un actor y, al mismo tiempo, se divierta.
La propuesta de texto podría rayar en lo simplista, en el chiste fácil, pero el trabajo actoral provoca la sensación de que se está ante un gran texto, solo que, en realidad, ante lo que se está es un trabajo actoral sobresaliente.
Mabel es una puesta en escena que garantiza una muy grata experiencia teatral, pone de manifiesto que en el país hay actores con una gran capacidad, a la par, permite que el público entre en el mundo de Shakespeare de la mano de un director que explota la capacidad del teatro por lo bien que emplea sus recursos.
La obra se presenta de viernes a domingo, hasta el 17 de diciembre en el Foro La Gruta del Helénico, consulta horarios y precios, aquí.
Son un bien texto sería imposible .