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LA NEGOCIACIÓN: Violencia entre risas y cuestionamientos



Por Alegría Martínez/ Lo que ocurre al interior de un departamento entre una mujer y un hombre divorciados, inmersos en la encrucijada de rescatar a su hijo secuestrado, es el punto de partida de La negociación, obra de Flavio González Mello, bajo su dirección, en la que el público se divierte, se cuestiona y es testigo de las distintas formas de violencia que esgrimen las personas que han dejado de ser pareja para escalar infinitamente la accidentada montaña de la convivencia, a la que los sujetan los hijos.

Un texto inteligente, complejo en su estructura y con mucho sentido del humor, pone en evidencia los vicios de esta pareja de padres, interpretada por Mariana Gajá y por Moisés Arizmendi, que algún día se amaron y al paso de los años exhiben una rabia, -en el caso de ella, explosiva, y en el de él, soterrada-, incontenible.

Como si no hubiera posibilidad de pronunciar palabra sin carga negativa, dirigida al otro, madre y padre cuestionan las afirmaciones de su opuesto, actitud que deben reducir al mínimo para entenderse, hacer acuerdos y liberar a su hijo.

La dramaturgia de González Mello, hace que los personajes vuelvan a abrir esas cicatrices generadas cuando vivían juntos. La acumulación de años compartidos, las faltas, según quien las señale, lo que ella y él consideran traición y además cruzan información de su hijo, que a la madre se le presenta de un modo y al padre de otro, generando sorpresas inconcebibles sobre todo para ella.

La llegada a escena de un negociador especializado en presión psicológica, personaje interpretado por Enoc Leaño, revela de manera aún más clara, la pugna y la rivalidad entre los padres. Pareciera que su objetivo es ganar terreno en el enfrentamiento y triunfar, a partir de todo aquello que les hirió años atrás, antes que traer de regreso a su hijo, a lo que se agrega el factor económico en el que continuamente hay un estira y afloja.

El microcosmos que se genera dentro de la casa, sin poder salir, a la espera de la llamada del secuestrador entre los tres personajes, implica casi una disección que deja al descubierto el egoísmo humano, la falta de empatía y de madurez en la pareja y la socarronería del negociador, que en su intento de ayudar, según aparenta, muestra ese proceder burocrático que añade tensión y humor a la escena.

El director, plantea la acción en la estancia y el comedor, espacios de un departamento que exhibe señales de una buena vida pasada. El escenario está enmarcado a todo lo largo y ancho, por un rectángulo de luz que se enciende y se apaga al final de las escenas, a las que llega un sonido que remite a policías, patrullas, celdas y a los videojuegos.

Entre las virtudes del texto de González Mello, ganador en 2017 del Premio Nacional de Dramaturgia Víctor Hugo Rascón Banda, además de haber estudiado a fondo la circunstancia que plantea, a los personajes y sus reacciones, se suman escenas que expanden el asombro ante lo que el público observa, para dar pasos a sucesos que se antojan descabellados, asombrosos por su aparente ilógica, que sin embargo, tanto público como personajes, intuyen en algún momento.

La dirección escénica, también compleja, para resolver los retos dramatúrgicos que se impone su autor, conduce brillantemente al elenco, por los vericuetos de sus propias contradicciones hasta adquirir el deformado rostro que la pareja se ha esculpido con los años, mientras que el negociador, exhibe los vicios propios de los habitantes de nuestro país, en personajes vinculados a delitos como el de la privación de la libertad.

La negociación guarda un equilibrio artístico difícil de conseguir, al abrir la posibilidad de que ocurran acciones que se encuentran entre la verosimilitud dentro de la ficción y la posibilidad de que nada de eso esté ocurriendo. Sembrar la duda respecto a lo que dicen y hacen los personajes y a lo que se ve directamente, da señales de esa ambigüedad de la vida, en la que siempre se pueden tocar los extremos.

Mariana Gajá, Moisés Arizmendi y Enoc Leaño, dan muestra sobre el escenario de su experiencia actoral de años, sin resquebrajar a sus personajes. Mantienen la verosimilitud hasta en instantes en que podría escapárseles y es ésta otra gran virtud del montaje.

La negociación es una obra que, como 1822, el año que fuimos imperio, Lascurain o la brevedad del poder y Olimpia 68, por mencionar solo unas cuantas de este autor, deja al espectador con ese sabor agridulce de verse reflejado en los personajes y satisfecho de haber presenciado buen teatro.

El diseño de escenografía e iluminación es de Jorge Kuri Neuman, el diseño de vestuario y caracterización de Pilar Boliver, música original y diseño sonoro de Daniel Hidalgo, movimiento escénico de Marco Antonio Silva, asistencia de dirección de Sebastián R.R: y asistencia de escenografía e iluminación, de Fernando Olguín, entre un numeroso equipo.

La obra se presenta de jueves a domingo en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón, consulta horarios y precios, aquí.

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Un comentario sobre “LA NEGOCIACIÓN: Violencia entre risas y cuestionamientos

  1. Excelente descripción de la obra, como siempre, los artículos de Alegría Martinez son indispensables para escoger una puesta en el teatro qué valga la pena.

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