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GENERACIÓN AMARGA: Desencanto en el aire



Por Kerim Martínez/ En 1956 se estrena en el Teatro Royal Court de Londres la obra Recordando con ira (Look Back in Anger), uno de los textos más emblemáticos del dramaturgo y guionista John Osborne (1929-1994). La puesta en escena marcó significativamente al teatro británico y a la sociedad de su época.

En México, este clásico del realismo psicosocial se estrenó en 1958, bajo la dirección de Xavier Rojas y en la década de los noventa bajo la batuta de Carmina Narro. En julio de 2023 llega al Teatro Rafael Solana con el título Generación amarga, bajo la producción de Gang Studios y Marte Atro.

Tras la Segunda Guerra Mundial, el Reino Unido vivió una transformación económica, política y social. La generación que había sufrido la guerra y sus secuelas estaba ansiosa por cambios y una nueva identidad nacional. La clase trabajadora emergió como una fuerza influyente en la política y la cultura, y surgieron tensiones entre generaciones y clases sociales. Recordando con ira dio voz a todo un grupo de jóvenes insatisfechos y desencantados con la sociedad establecida.

La obra ayudó a revitalizar el teatro y la dramaturgia contemporánea, influyendo en otros escritores y producciones teatrales en todo el mundo. Look Back in Anger fue llevada a la pantalla grande en 1959, bajo la dirección de Tony Richardson y las actuaciones de Richard Burton, Claire Bloom y Mary Ure. En 1989 Judi Dench dirigió una nueva versión cinematográfica con Kenneth Branagh, Emma Thompson y Siobhan Redmond.

Con la intención de buscar una cercanía con el público mexicano Alfredo Michel Modenessi (traductor y adaptador) decidió trasladar la obra al México de los años noventa asumiendo que en esa época la nación ofrecía promesas falsas a los jóvenes y a consecuencia, poco a poco se iban extinguiendo sus sueños y esperanzas.

La clase media tenía ciertas aspiraciones al creer que las cosas mejorarían gracias a ciertos pactos como el Tratado de Libre Comercio (TLC), desafortunadamente el error de diciembre y la devaluación mostraron lo contrario: una realidad desencantadora y fatalista que envolvió a la mayoría en un clima de amargura. De aquí surge la propuesta del cambio de título, aunque quizás también con la intención de captar la atención de más espectadores.

La obra retrata la vida de Víctor (en el texto original se llama Jimmy Porter), un joven con educación universitaria que intenta luchar contra la mediocridad, la desilusión y la falta de oportunidades. Jimmy, como voz de la clase trabajadora, se siente marginado por la élite gobernante y la sociedad establecida. Su ira y descontento son una expresión del deseo de cambio y justicia social. Está casado con Amelia (Alison), una mujer de clase alta, que se nota insatisfecha con el entorno en el que se encuentra y un poco fastidiada al tener que soportar a diario la actitud pesimista de Víctor. La escena se complementa con Sergio (Cliff), un amigo en común que siempre está en medio de las peleas de la pareja y con Elena (Helena Charles), amiga de Amelia que se encarga de dar un giro importante a la historia.

Los personajes de la obra son complejos y la misión de encarnarlos corre a cargo de José Ángel Bichir (Víctor), Ela Velden (Amelia), Frida Astrid (Elena) y Jero Medina (Sergio). Todos ellos se muestran comprometidos con lo que la dramaturgia y la dirección (Enrique Singer y Tanya Selmen) proponen, pero en casi todas las escenas el trabajo se queda sólo en la forma: los actores (Bichir, Velden y Astrid) aumentan el volumen de sus voces para expresar que algo les molesta y exacerban el melodrama con la intención de realzar los conflictos para tratar de no perder el interés de los espectadores.

Hace falta que los intérpretes se involucren más con los parlamentos de Osborne-Michel. Seguramente con el paso de las funciones y el trabajo con sus directores lo anterior cambie y los actores logren una conexión más profunda con la obra. En escena sobresale Jero Medina, escucha con atención a sus compañeros y construye un personaje difícil de leer, aparentemente éste sólo funciona como mediador entre Víctor y Amelia, pero sus ojos llegan a expresar que tiene otras intenciones.

Lo que más destaca del montaje es el diseño de escenografía de Sergio Villegas y Félix Arroyo (también a cargo del diseño de iluminación); sitúa al espectador en el contexto que el adaptador plantea y el ambiente realista logra transmitir el desencanto que el texto dramático pide para ser representado. Este montaje es posible gracias al estímulo fiscal Efiartes y hay gran cuidado en todos los aspectos de producción.

Cuando recién se estrenó la obra de Osborne algunos críticos la aclamaron por su audacia y su retrato realista de la sociedad, mientras que otros la consideraron demasiado agresiva y ofensiva. Sin embargo, logró captar la atención de los espectadores y se convirtió en un éxito comercial. Ojalá que Generación amarga corra con la misma suerte y el público mexicano se muestre interesado por esta propuesta.

La obra se presenta sábados y domingos, hasta el 3 de septiembre, en el Teatro Rafael Solana, consulta horarios,  precios y descuentos, aquí.

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