Paula Zelaya Cervantes es una de las dramaturgas y directoras que constantemente vemos trabajando en los escenarios de nuestro país. Es licenciada con honores en Literatura Inglesa y Teatro por la Universidad de British Columbia, en Vancouver, Canadá.

Desde pequeña, aproximadamente hace 20 años, Paula supo que se quería dedicar al teatro. Fue en las clases de teatro en la secundaria que descubrió su vocación. En este sentido, comparte en entrevista con Cartelera de Teatro,  fue gracias a esa clase y a su maestra que la animó a que disfrutara el teatro y lo viera como una profesión.

La también traductora y adaptadora es nuestra directora del mes. Platicamos con ella sobre su carrera, sus inicios como directora y sus proyectos, entre ellos Creadores de mundos, que actualmente se encuentra en cartelera.

Paula dio sus primeros pasos en el teatro en la actuación, pues es lo que a los 12 años se puede hacer, nos dice riendo. Posteriormente, al ingresar a la Universidad en Vancouver, Canadá, se da cuenta que lo que realmente le gustaba era escribir y la dirección de escena. En aquel país estudió de manera simultánea dos carreras: Literatura y Teatro. “Me especialicé en dirección, tomé todas las materias que pude de dirección de escena”, señala.

La visibilidad en la dirección escénica

A su regreso a México, se incorporó a Once Once Producciones, productora encabezada por Jimena Saltiel y compuesta por mujeres. Además de los proyectos con esa casa productora, ha escrito y dirigido ya diversos proyectos de la mano de otras productoras. En este sentido, considera que ha tenido suerte. Sin embargo, señala que la dirección escénica es un medio difícil, sobre todo por el tema de la visibilidad. Se trata, reflexiona, de un tema de la imagen que se tiene sobre el rol del director. “Fue hasta años recientes que de pronto empecé a notar la cantidad de directoras que hay, pero muchas veces las personas más visibles son los hombres”, narra.

A pesar de lo complicado del medio, la dramaturga y directora ha logrado varios reconocimientos. En 2018, El hilador, obra escrita y dirigida por ella, ganó en los Premios del Público Cartelera de Teatro los reconocimientos a Mejor obra, Mejor dirección, Mejor dramaturgia y Mejor diseño de arte. El montaje ganó también el premio Metropolitano a Diseño de movimiento y los Critics’ Choice Award a Mejor Obra y Volunteers’ Choice Award en el Festival Fringe 2016 de Vancouver, Canadá.

Lo más complicado, confiesa, ha sido creerse a sí misma que podía dirigir cuando no había mujeres tan visibles en ese rol. Ahora, apunta: “Veo a Micaela Gramajo, a Angélica Rogel, hay tantas mujeres increíbles que dirigen, pero siendo un poco más joven y no viendo tantas, era raro de pronto imaginarme a mí”.

“He batallado con mi propia imagen de cómo es un director”

Paula nos platica que si bien no se ha encontrado con tanta resistencia, el mayor problema ha sido esa imagen que existe de cómo debe ser un director. Al respecto, señala: “He batallado con mi propia imagen de cómo es un director, y como yo no me asemejo a esa criatura que yo tenía en mi cabeza”. Esta figura es, comenta, una persona con cierto nivel de autoridad, seguridad y certeza, “que yo no tengo”. Para la directora, esto ha sido un viaje en los últimos años. Este viaje, la ha llevado a darse cuenta de que “no necesito ser esa persona para poder dirigir”.

Sobre este tema abunda que si bien no han sido tantas las experiencias negativas, sí las ha habido. “En algunas ocasiones, con algunos equipos de trabajo, con algunos elementos en algunos equipos de trabajos, les cuesta “matchearme” a mí con la idea de director que ellos tienen”.

Una forma diferente de entender cómo se puede dirigir

Más que nada es la imagen que todas y todes tenemos en la cabeza de cómo es dirigir, de quién dirige”, explica Paula Zelaya, y puntualiza que de lo que se trata es “de ir rompiendo eso poco a poco, y me he dado cuenta que dirijo mejor cuando no trato de ser así”.

Cambiar esta imagen que se tiene de la dirección, destaca, es algo que no solo es útil para las mujeres que dirigen. Quienes dirigen desde un lugar de cierta fuerza y certeza, también pueden beneficiarse de otro tipo de dirección, advierte. “Es algo que no solo tendría que caracterizar a las directoras mujeres, ni que todas las directoras mujeres tienen que caracterizarse de esa forma. Solo es una forma de ir entendiendo, una forma diferente de entender cómo se puede dirigir”, remata.

Generar un espacio donde todos puedan llevar su creatividad lo más lejos posible

Al entrar a un salón de ensayo, Paula Zelaya lo hace teniendo en mente que no es infalible ni tiene todas las respuestas. Sabiendo que no se puede imponer nada a nadie. Para la dramaturga y directora el reto es generar un espacio donde todos puedan llevar su creatividad lo más lejos posible, sin que se pierda la sensación de unidad de una pieza. “Es un rol complicado, porque por un lado tienen la responsabilidad de llevar a un buen lugar, con una visión que le da unidad a una pieza, y al mismo tiempo hacer espacio para que todas las personas involucradas sean lo más creativas que puedan”, destaca.

Al respecto, agrega: “Es ir cuidando, protegiendo, ir cortando un arbusto por diferentes lados, pero sin que se destruya el arbusto o le quites la posibilidad a las personas de ofrecer todo lo que te pueden ofrecer y lo que pueden ofrecer al proyecto”.

Una “revolución” en los salones de ensayo

En la plática abordamos el tema de los cambios que se están viendo en muchos aspectos del quehacer teatral. En este sentido, le preguntamos cómo ve el panorama como parte de una nueva generación. Al respecto, la directora considera que existe una “revolución” en los salones de ensayo. Como ejemplo, nos pone a Creadores de mundos, la obra que actualmente dirige. En ella, por primera ocasión la directora trabaja con una coordinadora de intimidad, rol que realiza María Penella. Si bien solamente hay un beso en el montaje, destaca, “es muy importante que empecemos a entender ese tipo de interacciones íntimas”. Se trata, explica, de un contacto entre dos personas que no tienen una relación amorosa en la realidad. “Aunque la tuvieran”, continúa, “en la realidad es otra cosa diferente”.

Esto se trata, destaca la dramaturga, de reentender, como una nueva generación, lo que se les enseñó y la forma en la que se les enseñó. “Las escuelas de teatro en el pasado enseñaban de cierta forma que puede ser muy dañina, especialmente para la autonomía de las actrices”, advierte. En contraposición, comenta Paula, se debe buscar un espacio seguro, “me encanta ser una directora que no va a perpetuar esos patrones”.

La creadora escénica destaca que se debe buscar que los salones de ensayo se vuelvan un sitio seguro, “no un sitio de horror, que muchas veces lo han sido”. Es en este espacio en el que se puede permitir la creatividad, para Zelaya Cervantes no es concebible que un espacio seguro impida la creatividad. Por el contrario, dice, “la puede potenciar al máximo, eso me emociona muchísimo”.

Diversidad de visiones

Otro aspecto del momento que vivimos que emociona a la autora de El Hilador, es que las actrices de pronto tengan ganas de dirigir, que no se sienta esa barrera. Como ejemplo, señaló a Ana Guzmán Quintero, quien en una entrevista confesó tener ese “gusanito”, también agregó están las actrices que al mismo tiempo escriben, como Ana González Bello. “Pensar que se pueden doblar esos roles, que no solamente estás encasillado en uno, también me emociona mucho. Es algo que sucede más y más ahora”, puntualizó.

Comentamos entonces el rol de creadores o creadoras escénicas. El tener personas que en un proyecto participan en cierto rol, y en otro realizan otra tarea es algo que enriquece. “Tener esa diversidad de visiones es muy padre”, afirma. Como ejemplo comparte su experiencia en Lobas, en donde María Penella participó como actriz, pero también retroalimentó a la directora. La visión y la intuición de la actriz, confiesa, “me ayudó mucho como directora a tomar decisiones”. En este sentido, subraya: “Tus ojos nunca van a ser iguales a los de alguien más, y tu entrenamiento nunca es idéntico al de alguien más”.

Un gran lugar para explorarse a sí misma

Al hablar sobre proyectos que la hayan marcado, Paula Zelaya nos confiesa que con 245 actos de maldad extraordinaria fue el momento en que más miedo ha tenido en el teatro. Después de sentir pánico, abundó, se dio cuenta que no pasaba nada si las cosas no salían bien, y “aparte es muy probable que salgan bien”.

245 actos de maldad extraordinaria, coescrita con Ana González Bello, se estrenó en 2017 en Off Broadway, en México se presentó en un par de exitosas temporadas. En los Premios del Público Cartelera de Teatro Ana González Bello estuvo nominada en 2023 por esta obra como Mejor actriz. El montaje obtuvo los premios del National Latino Playwright Award y del premio Sharon Enkins a Mejor Obra para Público Joven otorgado por el Playwright’s Guild of Canada.

Este proyecto, reflexiona, le ayudó a entender su rol en el momento de escribir. Al ser una obra tan personal fue un gran reto para ella, pero también, acepta, fue muy divertido. Si bien como autora le da miedo meter partes de ella en las historias, y no le gusta escribir autobiográficamente, esta obra refleja cosas que le provocan miedo, que se cuestiona o que le dan risa. Este proyecto, nos dice, le enseñó que en lugar de tener miedo, se trata de un gran lugar para explorarse a sí misma. Se trata de algo, señala, “que puede dar miedo, porque expones más, aunque nadie lo sabe no me interesa que la gente sepa que en una obra de teatro se trata de mí, no es mi interés eso, pero me doy cuenta que es un lugar increíble para discutir y analizar cosas”.

Proyectos que “dan fuerza para seguir”

245 actos de maldad extraordinaria es además la primera vez en la que la autora compartió dramaturgia con alguien. Al respecto dice que fue muy divertido, pero también extraño, “fue increíble darme cuenta que eso también lo puedo hacer, me gustó mucho. Ese proyecto fue muy especial”.

Proyectos como este, que son “un poco como lanzarte al vacío”, que provocan miedo pero al final funcionan bien y resuenan con el público, nos dice la Paula, “dan fuerza para seguir y darte cuenta que sí se puede”.

La ficción como mecanismo de defensa

Sobre Creadores de mundos, la directora nos dice que le gusta mucho porque habla de lo salvadora que puede ser la ficción. La realidad puede ser un lugar muy complicado, y en esta obra se explora a la ficción como algo que no se detiene cuando cumples 15 años. Para los personajes en la obra, diagnosticados con una condición mental, nos dice, se trata de un mecanismo de defensa para poder sobrevivir un mundo tan complicado.

Nosotros y los personajes vivimos en un mundo que “no está diseñado, por alguna razón, para lidiar con todas las posibilidades que ofrece la experiencia humana”. Por esta razón, los personajes de la obra desarrollan mundos de ficción para poder lidiar con la realidad. “Me gusta mucho lo metateatral de eso, la forma en que también nosotros, a la hora de hacer teatro, creamos los mundos y los protegemos”, destaca. Se trata, concluye, de una obra con una exploración “juguetona de cómo la ficción salva, aun cuando eres adulto”.

La obra ha sido recibida por el público desde un lugar de suavidad, de comprensión y ternura con los personajes, considera Paula Zelaya. Sobre esto, destaca: “Es lo que genera el teatro al final del día. Si alguien te cuenta algo de alguien que no conoces, posiblemente te da igual; pero si te cuentan una historia o ves una historia la cosa cambia, es imposible que no genere empatía de alguna forma”.

El teatro “le da un propósito a mi vida, como un llamado espiritual”

Sobre el lugar que ocupa el teatro en su vida nos dice que, antes que nada es su carrera. “Me encanta poder vivir de algo que me gusta”. El teatro, para la autora, es muchas cosas. Es, nos dice,  una industria que da trabajo pero también es una gran familia. “Me gusta mucho esa sensación de amistad que se genera en comunidad, que te une ese amor al teatro”, subraya.

Se trara, para Paula Zelaya, de un lugar de conexión consigo misma, un lugar de reflexión y de gozo profundo. Su relación con el teatro la resume así: “ Me apasiona de una manera que no veo que esto me pueda llegar a aburrir nunca. Le da un propósito a mi vida, como un llamado espiritual”. El teatro, remata, llena partes de ella de una forma casi sanadora, “que tu trabajo sea eso, es increíble”.

Finalmente, Paula Zelaya nos comparte que lo que resta del año lo dedicará a la escritura. Adelantó que, junto a Ana González Bello, está escribiendo una película. También nos comparte que está por terminar de escribir otra obra de teatro. “Este fin de año es más que nada para planear y para escribir,eso me gusta mucho”, puntualiza.

Por Óscar Ramírez Maldonado, Foto: Paula Watty.

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