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CONSENTIMIENTO: La brecha entre la victoria legal y la verdadera justicia



Por Mariana Mijares/ El consentimiento en el sentido legal se define como ‘la manifestación de voluntad, expresa o tácita, por la cual un sujeto se vincula jurídicamente’. A la par, el consentimiento sexual tiene que ver con estar conscientemente de acuerdo con realizar actividades de índole sexual con una persona; la actividad sexual sin consentimiento es una violación o agresión sexual.

De estos conceptos parte Consentimiento, montaje que se presenta en el Teatro Helénico y que se enfoca en un grupo de abogados involucrados con casos diferentes.

Estrenada por el National Theatre en Londres, en 2017, con una exitosa temporada posterior en el West End, en 2018 la obra de Nina Raine tiene siete personajes principales que lejos de ser ejemplares, se presentan desde sus vicios y carencias.

Por un lado está la pareja conformada por Max (Juan Manuel Bernal) y Katty (Marina de Tavira); él es un abogado penal y que suele mostrar poca empatía con las víctimas mientras su esposa parece haberse alejado de su trabajo y de todo alrededor para enfocarse en la salud de su hijo, quien tuvo un padecimiento del corazón. Dos de sus mejores amigos son Alex (Arturo Barba) y Rita (Daniela Schmidt); él un abogado y mujeriego incorregible y ella una implacable abogada que no se deja engañar fácilmente.

Finalmente, Toni es el procurador (Alfonso Borbolla) y un amigo cercano de Katty, además de un hombre soltero que anhela encontrar pareja y tener hijos; mientras Sandra (Adriana Llabrés), también amiga de Katty, es una actriz dedicada a preparar sus personajes y a quien parecen querer emparejar precisamente con Toni.

Entre todos ellos hay un personaje central que rompe con el tono de los demás, el de Gina (Jana Raluy) una mujer que denuncia haber sido violada y por quienes Max y Toni pelearán en la corte: Max intentando demostrar que en realidad su defendido es inocente y Toni como la parte acusadora.

Además de la energía específica que le imprime Raluy, este último personaje se distingue porque porta prendas negras; en contraste, la diseñadora Adriana Pérez Solís crea para los demás piezas llenas de sofisticación y estilo muy notarias en Marina de Tavira, otras modernas acordes a la edad del personaje de Llabrés, y en Schmidt que hacen juego perfectamente con los tonos que porta su pareja.

La escenografía de Adrián Martínez Frausto, un dispositivo de madera, resulta funcional para convertirse en el territorio de los altercados familiares y de los espacios que requiere la obra: el departamento de Katty y Max, el de Alex y Rita, y hasta el juzgado.

Gracias a diálogos ágiles, y llenos de significado, de lo que más se disfruta en este montaje son las interacciones entre los personajes, que pasan de ser simples conversaciones a verdaderos enfrentamientos; las palabras tienen poder y pueden lastimar profundamente.

Bajo la dirección de Enrique Singer, la obra resulta además una crítica con la manera en la que funciona la ley, pero también a las convenciones sociales. Por ejemplo, en algún punto Gina cuestiona a los abogados sobre por qué la presunción de inocencia se basa en la creencia de que es mejor que un hombre culpable quede libre, a que un hombre inocente sea condenado; nadie parece tener respuesta.

Consentimiento es producida por Incidente Teatro, la productora de Marina de Tavira y Enrique Singer, quienes ya habían colaborado previamente en trabajos como Traición, de Harold Pinter (2012); Crímenes del corazón, de Beth Henley (2014); La mujer justa, de Hugo Urquijo (2015); La Anarquista, de David Mamet (2016), Obsesión de Ximena Escalante (2017); y El Río de Jez Butterworth (2018).

De Tavira repite además mancuerna con Bernal, con quien precisamente estelarizara Traición también en el Teatro Helénico. Aquí la pareja lleva a la par uno de los temas más relevantes de la obra: el consentimiento dentro del matrimonio, pues la violación en este contexto hasta hace poco en México no estaba tipificado como delito. Justamente, de los cores de la obra son las repercusiones de políticas sexuales poco claras o en conflicto.

Si bien Consentimiento tenía lugar en Inglaterra, en cualquier contexto este trabajo resulta un gran llamado para que el público se vuelva juez y parte. Para fomentar el debate y cuestionar esa brecha entre una victoria legal y la justicia real, además del concepto mismo de justicia. Además, no deja de resultar un vital recordatorio de la importancia del consentimiento, que abarca no solo lo sexual, sino lo personal.

La obra se presenta de jueves a domingo, hasta el 1 de octubre, en el Teatro Helénico, consulta horarios y precios, aquí.

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