Tierra del Fuego nos invita, desde el conflicto palestino-israelí, a reflexionar sobre la importancia de escuchar la historia del otro. No es un tema menor, es un tema totalmente relevante en el mundo que vivimos. El poder de este texto –sin restar importancia en ningún sentido al conflicto en Medio Oriente- trasciende la localización geográfica donde sucede.

El tema toca personalmente a su autor. Mario Diament, nacido en 1942 en Buenos Aires es de ascendencia judía. El autor sirvió en el ejército de Israel, combatiendo en la Guerra de los Seis días y posteriormente fue corresponsal de guerra en la Guerra del Yum Kipur.

La obra, según ha dicho su autor, algunos la señalan como pro-sionista y otro como pro-palestina, sin embargo, afirma, “pensar una cosa o la otra es un error”. En este sentido, ha explicado que la obra no cuestiona el derecho de Israel a existir, sino la ocupación, y defiende el derecho del pueblo de Palestina a existir. Se trata de una historia que funciona como reflejo de estos conflictos no resueltos.

La Tierra del Fuego es una provincia en Argentina, es un lugar real, pero en esta historia cobra el peso de un lugar simbólico. Es ese lugar donde podemos dar una oportunidad al amor y no al odio. La Tierra del Fuego, en sí misma es un lugar paradójico, como Medio Oriente, como muchos lugares que se encuentran envueltos en conflictos. El nombre de esta provincia austral evoca al calor, sin embargo, surge del frío; en 1520 la tripulación de Fernando de Magallanes se refría a ella como Tierra del Fuego por el gran número de fogatas que se veían en tierra, encendidas por los pobladores del lugar para combatir el frío.

Aquí te doy tres razones por las que debes ver La Tierra del Fuego.

1. Un texto relevante. El único camino para abrir el diálogo y encontrar caminos para la paz es escuchar la historia del otro. Esta es la idea que subyace en el texto del autor argentino; no es un camino fácil, pero vale la pena intentarlo. A pesar de un conflicto añejo, lleno de pérdidas para ambos lados, esta historia nos habla de la posibilidad de encontrar caminos en la empatía. Estamos ante una historia que conmueve y lleva a la reflexión.

2. El elenco mantiene el equilibrio en el tono y las emociones. Un tema así fácilmente podría transitar hacia el melodrama, y perdería toda su fuerza. Sin embargo, a lo largo de la función, en todo momento, la intensidad responde al momento que se nos narra y potencia el mensaje con el accionar de los intérpretes. Paola Arrioja y Horacio García Rojas, que llevan el peso de la narración a lo largo del montaje, construyen con verdad la relación que van creando sus personajes.

3. Un obra pensada para vivir las interacciones. En el texto original tres medios círculos concéntricos contienen la acción. La historia se desarrolla con los actores siempre presentes sobre el escenario. En la adaptación que se presenta en el Foro Shakespeare, es el escenario rectangular el espacio que contiene la acción. Ahí, con tan solo una mesa y algunas sillas, transcurre la obra. Los actores esperan su turno de intervenir en la obra. La iluminación destaca las interacciones entre ellos. La atención del público está puesta en la acción, en lo que se dice, y no en el entorno.

Tierra del Fuego es una de esas obras que mueven al espectador. Habla de un tema duro, difícil, pero sobre el cual, si escuchamos con atención lo que nos plantea su autor, podemos encontrar algo de esperanza al final del camino. Finalmente, para eso sirve el teatro, para abrir nuestra visión, para abrir nuestros corazones.

Bajo la dirección de Tiago Correa, actúan Paola Arrioja, Horacio García Rojas, Emmanuel Okaury, Juan Aguirre, Paco de la O y Diana Quijano, quienes nos narran esta ficción basada en hechos reales que vale la pena escuchar.

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Por Óscar Ramírez Maldonado, Foto: Cartelera de Teatro.

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