Por Mariana Mijares/ Isabel es una niña que vive en un mundo entre la realidad y la imaginación: entre la vida al lado de su madre en Nuevo Orleans, Luisiana, y otra en los puertos desde donde su padre: un marinero, le envía Postales contándole sus proezas.

Cada postal es una oportunidad para que ella narre al público las hazañas del capitán Jason y Chabeliña (como se nombra a sí misma en sus historias); por ejemplo, explica cómo las embarcaciones pueden cargar hasta 53 mil toneladas, 2 mil pasajeros y viajar a 62 km por hora. Irónicamente, Isabel le tiene miedo al mar y nunca se ha subido a un barco.

Esta protagonista, interpretada por Carolina Reyes, tiene además la tarea de lavar una tina de metal corroída que funge como la principal escenografía (concebida por el también director Iván Sotelo) y que gracias al diseño de Félix Arroyo luce hermosamente iluminada en el espacio escénico Un Teatro, en la Condesa.

Cuando su padre está en casa, él y su madre tienen todo tipo de discusiones, que si los chilaquiles pican mucho, o no. Generalmente él le da la razón -y no tanto porque en realidad la tenga, sino porque le cansa pelear y en breve debe volver al mar-.

Cuando él se va, Isabel se emociona cada que ve al cartero. Sabe que éste le entregará las postales que envía su padre, y en cada una, ella seguirá narrando emocionantes aventuras, como un encuentro con un barco de piratas. Así, mediante fantasías y juegos, la pequeña lidia con la ausencia de su padre.

En algún momento, la vida de la protagonista cambia para siempre cuando la tragedia llega a su familia, pero como ha aprendido de su papá: cada nuevo puerto significa una nueva travesía, por lo que acompañada de su amigo Tomás toma fuerza y sigue adelante.

Con el paso de los años, Chabeliña y el capitán Jason (en realidad una metáfora de su padre), siguen recorriendo los mares de diferentes continentes: América, Europa o África. Mientras a la par Isabel va enfrentado dificultades en tierra firme, como un corazón roto. Simultáneamente sigue limpiando la tina, a veces con melancólica tristeza, otras con efusiva alegría cantando y bailando “That Old Magic” de Ella Fitzgerald.

Carolina Reyes toma la enorme responsabilidad de darle vida a todos los personajes de este monólogo de Martin López Brie. La actriz -quien hace poco fuera una de las protagonistas de Urinetown y Nación Primordial-, tiene una gran habilidad para transitar entre los diferentes géneros, personalidades, y edades de los involucrados; los modula con el tono de voz y con un sutil lenguaje corporal.

Al mismo tiempo puede mantener divertidas conversaciones con su amiga Claire (que recrea con un trapeador) -y la que intenta enseñarle cómo conquistar a un hombre- o con su novio Edward, amigo de Claire. La dirección de Iván Sotelo es clara y precisa, y no solo en su colaboración con Carolina, sino porque realmente logra crear atmósferas.

Y si bien la escenografía no cambia a lo largo de la obra, el talento de esta actriz es suficiente para trasladarnos a increíbles paisajes, para lograr que verdaderamente pensemos que estamos ahí: en ese país lejano, o navegando por el mar, sintiendo la brisa y escuchando el sonido de las olas…

Como su nombre lo indica, Postales es un gran viaje hacia diferentes lugares, pero también una meritoria historia de cómo enfrentar nuestros miedos: internos o externos, porque a veces, solo nos queda agarrar fuerzas y ser valientes para seguir lanzándonos a la mayor aventura de todas: la vida.

Postales se presenta los miércoles hasta el 14 de septiembre en Un Teatro, consulta horarios y precios, aquí.