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MIRANDO AL SOL: Una obra entrañable y dolorosa



Por Roberto Sosa/ Mirando al sol para encontrar el perdón, verse de frente y encarar el dolor ante lo inevitable. La relación entre ambos no es la mejor, están conscientes de lo que se aproxima. Es el momento de hablar y que en este diálogo no quedé nada pendiente, guardar resentimientos ya no tiene sentido. Un error provocó la desgracia, la verdad se guardó por mucho tiempo, sincerarse les ayudará a limpiar el alma. Él sabe que no fue el mejor padre, él no viene a expiar su error ni a inculpar a su papá.

El dolor físico por momentos es intenso, el dolor emocional les llena los ojos de lágrimas. El hijo encontró en la religión paz espiritual. El padre no encontró armonía, con un whisky en la mano entiende mejor por lo que atraviesa. Una habitación reúne a dos hombres, dos seres humanos con formas diametralmente distintas de ver la vida, dos pensamientos desiguales que en este momento tratarán de armonizar.

La autoría y dirección son de Cristian Magaloni, un relato entrañable con diversas lecturas: la difícil relación entre padre e hijo, un accidente que les cambió la vida y un momento en su vida que los junta para intentar sanar heridas. Su texto explora entre drama y comedia, entre chocolates y whisky, el sentir de un joven ante el inminente desenlace, y un adulto enfermo que toma una decisión radical ante lo ineludible. Argumento y personajes están sólidos.

La dirección es acertada, el relato per se es con poco movimiento, esto rige a Magaloni apoyarse en el trabajo actoral. Aun con lo estático como se presenta, el teatro sucede en el espectador. La historia lo atrapa y las actuaciones lo convencen. Cristian tiene bien calculado, cuidado y conjuntado lo que sucede sobre el escenario. El resultado es bueno, logra que todo el proyecto aterrice acertadamente. Sin duda su mejor trabajo como autor y director.

Las actuaciones son de Juan Carlos Barreto y Roberto Beck. El personaje que encarna Juan Carlos es un padre que ante la presencia de su vástago se muestra fuerte, y en apariencia conforme con su destino, recostado sobre la cama actúa y matiza apropiadamente. Roberto es el hijo que, a través de su filosofía, acepta lo que sucede con su progenitor, su fortaleza espiritual lo sostiene de pie. Con talento refleja emociones que nacen en el interior del personaje. Las actuaciones de ambos están construidas desde el instinto y sensibilidad.

La puesta en escena cuenta con el diseño de escenografía e iluminación de Anna Adriá, el espacio reducido es bien aprovechado, una pared de cristal al fondo le da profundidad; la iluminación se adhiere al trazo. El vestuario de Gisell Sandiel es interesante, un enfermo en cama no le dio dificultad; el ropaje del joven es propio de un beato, buen diseño sin duda. Música original en vivo de Natalia Pérez Turner, las notas de su composición crea la atmósfera ideal.

Mirando al sol es una historia que se entreteje en un lecho de muerte, entrañable y dolorosa. El sufrimiento psicológico de los dos personajes llena la escena. El fenómeno visto desde el drama con guiños de comedia. Como espectador no podrás evitar recordar a tu papá, esté o no contigo. Los lazos que unen a un padre con su hijo tejen esta conmovedora historia.

La producción es de Ángela Pastor y Ana Kupfer,  las funciones son los sábados y domingos en La Capilla Teatro, hasta el 17 de julio.

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