Por Roberto Sosa/ En la soledad de su habitación ella espera impaciente que el timbre del teléfono suene. Es él, su amor, la razón de su existencia. La charla de ella es intrascendente: “Anoche traté de escribir, no pude…” “¿Por qué eres tan dulce…”? Frases simples que en el fondo esconden su desesperación. Él pretende dar por terminada su relación, ella siente que ha fallado: “todo es culpa mía…”.
La relación queda atrapada en una conversación que ella pretende alargar lo más posible. Por momentos la comunicación se corta, ella no lo tolera, impaciente espera que se reestablezca. El timbre suena de nuevo, es él, una vez más ella se aferra a la plática, es lo poco que queda entre ambos, una llamada para escucharse. En esta efímera relación La voz humana toma relevancia.
El inicio es con el personaje que como una muerta se levanta para contar un relato; un fantasma encarnado en una mujer que comparte con el espectador su desesperación y dolor emocional. En su oscura cotidianeidad no encuentra acomodo, ni sentido a su vida. El hombre que ama, la abandonará y no sabe cómo retenerlo.
Jean Cocteau escribió La voz humana en 1930, un monólogo que habla sobre el amor, el amor en la desesperanza como enfermedad y locura. La dramaturgia se tensa en un sentido y en los adentros de la protagonista. El texto de Cocteau explora la relación de una pareja donde el espectador solo ve y escucha a la mujer, al hombre lo situará en su imaginación, con voz y rostro.
La dirección de Miguel Septién es limpia, recorre junto con la protagonista los momentos álgidos del texto. Las sensaciones del personaje las eleva y baja, con certeza sabe en qué momento. Esto permite que el monólogo tenga ritmo y matices. Trabajo complementado con su cómplice en el escenario: Irasema Terrazas. El desempeño de ella es decoroso, digno y respetable; actúa con la convicción que al público se le debe entregar un trabajo honesto. Así lo realiza.
La puesta en escena es adecuada para el desarrollo del relato. La escenografía cuenta con un diseño interesante, representa un sitio íntimo que el personaje comparte con los asistentes, el trazo escénico es en cuatro frentes, tipo arena con el público alrededor del escenario. La iluminación acentúa las emociones de la protagonista. Trabajo de Emilio Zurita. El diseño de vestuario es de Rinna Keller, propio si se trata de una mujer que no le preocupa mucho su apariencia. El diseño sonoro es de Dano Coutiño.
El montaje ofrece a los asistentes un trabajo bien hecho y bien acabado, una obra redonda. Un clásico que toma relevancia por los tiempos que hoy vivimos. A punto de terminar la pandemia, muchos de los asistentes recordaran el encierro con el teléfono como única herramienta para comunicarse con el exterior, con las personas emocionalmente cercanas. En este sentido sentirán empatía con el personaje.
La voz humana es teatro de texto, teatro de autor que siempre será necesario tener en la cartelera. Teatro convencional que piensa en el espectador, aquel que paga por un boleto y tiene derecho a ver un buen espectáculo. Acá no saldrá sin saber que vio o que le quisieron decir. Habrá quienes les gusten el teatro de la otredad, vanguardista con lenguajes distintos, no convencionales, y sí, también es muy válido.
Vatru Entertainment presenta La voz humana en el Foro Lucerna del Teatro Milán hasta el 30 de mayo, consulta horarios y precios, aquí.
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