DOS LOCAS DE REMATE: La rivalidad y amor que nos hermana

Por Ulises Sánchez/ La familia, las únicas personas con las que podemos mostrar la versión más desagradable de nosotros mismos sin temor de las consecuencias que esto podría tener con un extraño. Bajo esta premisa se desarrolla la comedia Dos locas de remate, del dramaturgo Ramón Paso, bajo la dirección de Manuel González Gil con funciones en el Nuevo Teatro Libanés.

Cuántas veces hemos tenido la sensación de simplemente querer huir del núcleo familiar al no sentirnos parte, el lazo sanguíneo está ahí y puede no ser suficiente para mantenernos unidos. Sin embargo, es en las miradas comunes, que desnudan y en las memorias de la infancia, que nos reconocemos a través de un familiar, sobre todo, en el caso de un hermano o hermana, con un sentimiento abrumador producto del cariño y la enemistad como se plantea en la trama.

Titulada originalmente El reencuentro, esta obra tuvo su estreno en Madrid en febrero de 2018 y pronto llegó a los escenarios de países como Costa Rica, República Dominicana y Argentina, y ahora es presentada en México por primera vez, bajo la producción de Morris Gilbert, en asociación con el productor argentino Juan Manuel Caballé.

En la historia Susana Zabaleta interpreta a una mujer fiel a su vida, entregada al arte y gustos refinados, incapaz de tolerar el desorden dentro de su lujoso departamento. Su personaje rehuye a cualquier evento nostálgico y no tiene el mínimo tacto para expresar lo que piensa, dejando la empatía a un lado para satisfacer sus deseos.

Por otro lado, está su hermana menor, interpretada por Gabriela de la Garza, una mujer caída en desgracia, viuda y en bancarrota. Aparentemente una persona totalmente distinta a su hermana. Ella profesa amor por las plantas y posee una concepción de la vida más relajada, dedicó sus mejores años al cuidado de su fallecida madre y a una hija con la que la relación no es tan cercana. Bajo estas circunstancias, desesperada, recurre al reencuentro de su voluble familiar con el objetivo de alojarse en su departamento, debido a que su situación la ha dejado hasta sin casa.

Es en este escenario que las dos hermanas se reencuentran después de 20 años de ausencia. La menor utiliza el pretexto de la muerte de su madre para instalarse en el acogedor espacio, escarbando en la parte humana que sorpresivamente aún conserva su intolerante hermana, quien a su vez atraviesa por una profunda pérdida, su trabajadora del hogar alemana, que a raíz de un accidente se encuentra en el hospital.

El personaje de Susana, una mujer inescrupulosa, con tal de tener a alguien a su disposición las 24/7, está dispuesta a parar de la cama a su empleada, para satisfacer sus necesidades básicas, aunque con la llegada de su nueva inquilina, quizá esto no sea tan urgente.

Bajo un constante duelo de opiniones encontradas y concepciones completamente opuestas de la vida, se da lugar esta tragicomedia que divierte conforme avanza la historia, debido a una serie de eventos desafortunados que llevan a estas dos mujeres a un intento constante de acabar la una con la otra, reflejando tensiones y rencores del pasado, comprobando la idea de que no puedes escapar de la familia por mucho que te esfuerces.

Manuel González Gil ofrece un juego constante en escena, provocando en el espectador risas y recuerdos familiares. Sobre el escenario, las protagonistas entretienen con un juego actoral bien ejecutado, sus distintas personalidades favorecen el desarrollo de la comedia que no se detiene hasta llegar a las últimas consecuencias con la ayuda de algunos elementos de la escenografía (que al paso del tiempo terminan hechos trizas), dentro de un ritmo acelerado que ambas actrices mantienen con un continuo movimiento sobre las tablas.

Ramón Paso propone una comedia liviana dentro de un universo femenino, respetado por González Gil, quien con diversos monólogos acentuados con el vehemente sonido de las cuerdas de un violín y luces dirigidas a las actrices, pausa la mayoría de las riñas, profundizando en la catarsis interna de cada personaje, momentos acertados para potenciar la disputa en escena.

El departamento en el que se desarrolla este encuentro es el reflejo de las diferencias de personalidad y objetivos que cada personaje tiene. El orden y la sofisticación del espacio es oportuno para el desencuentro de las protagonistas, a través de un caos que va en aumento, al tiempo en que cada una se desprende de reproches del pasado, desnudando la relación infantil que, a pesar del tiempo, las hermana.

En cuanto al vestuario, las prendas que utilizan las actrices son fieles a su carácter y circunstancias, contrastando las personalidades de cada una.

Más allá de la comicidad que pretende este trabajo escénico, es interesante observar el trasfondo de esta tragicomedia en un texto que señala la complejidad de las relaciones familiares, donde las distintas formas de ver la vida en muchos hogares no pueden, ni deben por qué coincidir. No obstante, en la mayoría de los casos el lazo sigue estando presente.

Si bien, la comedia en esta propuesta fluye con coherencia, será interesante observar el alcance que tenga al paso de la temporada, dando oportunidad a que estas dos intérpretes se adueñen de la relación de hermanas que el director propone en escena. El trabajo en este montaje aún puede encontrar más fuerza en la potencia de los diálogos, convirtiéndose en un espejo de las relaciones de hermanos, por lo general complejas, donde hay espacio para una constante rivalidad, pero también para los más solidarios y desinteresados actos de amor.

Dos locas de remate se presentará cada 15 días de viernes a domingo en el Nuevo Teatro Libanés, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.