Por Roberto Sosa López/Tres famosos personajes desaparecieron sin dejar rastro, los tres tripulaban una aeronave. La estadounidense Amelia Earhart se extravió cuando intentaba realizar un viaje alrededor del mundo, desapareció en el Océano Pacífico el 2 de julio de 1937. Roald Amundsen era un explorador noruego de las regiones polares, al parecer su hidroavión se estrelló en un sector del Océano Ártico el 18 de junio de 1928. Antoine de Saint-Exupéry, aviador y escritor francés –autor de la famosa obra El Principito- desapreció el 31 de julio de 1944 después de haber despegado de una base aérea en la isla de Córcega, Francia.
Los tres fueron abducidos por un vórtice en el tiempo-espacio, convergen en una dimensión paralela, un sitio donde podrán observar al planeta tierra y la destrucción humana. En nuestro mundo corre el año 2068, el ecosistema está a punto de sufrir una gran catástrofe por el calentamiento global y la sobreproducción industrial; en otro tiempo y otra realidad, el ser humano dejó la Tierra y está a punto de colonizar Marte, es el año 3049.
En el teatro todo cabe y todo es posible. La dramaturgia es de Jorge Maldonado, su texto toma tres personajes históricos atrapados en una realidad paralela, para hablar sobre la forma en que estamos destruyendo este mundo que hoy habitamos. El argumento que maneja Maldonado, es ficticio y asimismo verosímil. En su texto el protagonista es el espacio-tiempo y una realidad vista desde la física cuántica (estudio de la naturaleza a escalas pequeñas y sistemas atómicos).
La dirección es de David Psalmon, su trabajo siempre toma riesgos, se aventura con otros lenguajes escénicos y rompe las convenciones del teatro. En este montaje fusiona cine y teatro para hablar de ciencia ficción. Su mayor acierto es lograr un equilibrio sobre el escenario con tres disciplinas que tienen lenguaje propio. Cine y teatro no son rebasados por la ciencia ficción; dialogan entre sí. Psalmon logra un balance adecuado, es un espectáculo bien logrado.
Las actuaciones son de Enrique Arreola, Rodolfo Arias, Osvaldo Sánchez, Beatriz Luna y Micaela Gramajo. Es un buen elenco con talento probado en cine y teatro. Encarnan con propiedad personajes históricos y ficticios. Se meten en la piel de cada uno para crear autenticidad en lo inverosímil. Un trabajo profesional en todos sentidos. Su labor conjuga esfuerzo y aptitud, su desempeño es magnífico, sin duda.
La puesta en escena cuenta con una gran producción, empezando por la escenografía (Ana Patricia Yáñez) aprovechando adecuadamente el escenario, lo llena con un desierto gélido, una nave espacial y una enorme pantalla y en las alturas un cosmonauta flota en el espacio; iluminación (Sergio López Vigueras) acertada, acentúa adecuadamente las escenas; vestuario (Mario Marín del Río) es preciso en cada personaje, impresionante la piel y cabeza de un oso polar que viste el explorador noruego; y el videoarte (Héctor Cruz Juárez) complementa creativamente esta gran producción.
Vórtice, universo paralelo para tres aeroplanos, nos habla de realidades paralelas dentro de una ficción; se trata de un escenario del cual no estemos lejos. La realidad supera la ficción, dicen. Los tres protagonistas no saben dónde están, ni que hacen allí; lo que ven es un mundo que está a punto de colapsar; este mundo es el suyo, el que los vio nacer, crecer y desarrollar su intelecto y habilidades. El otrora hermoso y paradisiaco hábitat está a punto de desaparecer…si seguimos como hasta hoy.
Colectivo TeatroSinParedes la presenta en el Teatro Santa Catarina hasta el 15 de marzo, consulta precios y horarios, aquí.
