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LA CERTEZA DEL AMANECER: El tedio que impulsa el comportamiento femenil



Por Roberto Sosa/En la Rusia de Antón Chéjov, Irina, Masha y Olga vivían con hastío y aburrimiento, sus expectativas las cimentaban en encontrar un hombre con quien casarse o tener un buen empleo; personajes que aparecen en su obra Las tres hermanas. En el México de hoy Luis Eduardo Yee (quien hace una espléndida adaptación de la obra de Chéjov con la obra Manada) escribe La certeza del amanecer, y sí, tal parece que Rusia es un país donde a las mujeres se aburren, no les agrada vivir.

Nina y Elizabeta son hermanas, para subsistir dan clases de piano, no tienen familia, solo se tienen una a la otra. Su actividad no las complace. Elizabeta piensa que el erotismo podría ser una forma de emanciparse, le gusta que los hombres la vean, ella se muestra ante ellos con su esbelta anatomía; al inicio el pensamiento de Nina es más conservador. Ambas se conducen bajo sus propios preceptos.

La historia se desarrolla detrás de un velo, recurso que solo vislumbra a los personajes ante la mirada del espectador, aparecen como siluetas esculpidas que cobran vida al dar inicio la función. Un tercer personaje sube al escenario, una mujer cuya presencia es ambigua; narra y acompaña el relato. La puesta en escena se desarrolla en un tenor confuso e indefinido.

La dirección es de Alejandra Aguilar, su trabajo no es limpio, la dramaturgia detrás de esos telones traslucidos se secciona; falta cohesión entre historia y escenas. La anécdota desde la perspectiva de Aguilar no trasciende al espectador. No consigue afianzar el peso del texto con el trabajo de las actrices; el elenco es bueno, con el cual podría concluir un mejor resultado. La puesta en escena no está bien lograda.

Las actuaciones son de Ariana Candela Michel, Paulina Álvarez Muñoz y Yulleni Verti, su buen desempeño logra rescatar algo de la trama y atención del público. Con talento, las tres solventan el reto al encarnar a sus respectivos personajes, los visten con propiedad; sin embargo, no es suficiente, no terminan de cohesionarse y adherirse al engranaje que hace girar la puesta en escena.

La certeza del amanecer nos transporta en tren por Rusia (me recordó una escena de El idiota de Fiódor Dostoyevski) con música de piano, y con dos mujeres que cuyo lazo familiar no logra mantenerlas unidas. Nina y Elizabeta se extravían detrás de los velos que esbozan sus cuerpos femeninos; en el imaginario del espectador y del autor, Rusia es un país donde las mujeres se hastían de vivir allí. La analogía es el tedio que impulsa el comportamiento femenil en los personajes de ambas historias. Analizar las causas sería intentar descifrar la mente femenina.

Equipo creativo: Diseño escénico, Fernanda García y Sergio López Vigueras; diseño sonoro, Dulce Mariel; multimedia, Cyntia Herrera; vestuario, Melisa Olivares. Producción general, Teatro La Capilla y Matryoshka Red Creativa.

Las funciones son en La Capilla Teatro hasta el 7 de abril, consulta precios y horarios, aquí.

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