Por Roberto Sosa/Pequeñas, chiquitas,vulnerables. La tercera edad evoca la infancia, recuerda el pasado para mirar el presente desde otra perspectiva. Cuatro monólogos se articulan con momentos que marcaron su vida; unipersonales que revive la memoria de cuatro mujeres de la tercera edad. La vejez es el momento para el recuento de lo vivido. Experiencias que marcan su piel y les cambia la mirada.

Yo duelo. Nos habla de la pérdida, la ausencia del ser amado. Ella viaja, regresa a buscar a quien ya no está, sabe que detrás de la puerta no habrá nadie quien la reciba. El duelo y el vacío emocional no sabe cómo llenarlos. “Duelo…yo duelo”. Regresar es ver a la muerte de frente. En la casa están sus figuras de cristal, en el patio su naranjo.  Retorna al aeropuerto mientras piensa: “Nada pude saciar la voraz memoria de los objetos…”

El segundo se titula Sobreexpuesto. El relato es una crónica de 1973 al 2007. Sus padres se separaron cuando era niña, su vida transcurre y la ve a través de la lente de una cámara; su existencia sobreexpuesta. Su primer aparato fue una Polaroid. En 1985 el terremoto en la ciudad de México lo documentó con una Olimpus de su mamá; en 1991 su regalo fue una cámara Canon de 33 mm. En 2007 montó una exposición, la integró con imágenes de zapatos de hombre, de todos tipos y tamaños. Su medre le dijo: “te acostaste con todos estos hombres…”.

El día que murió papá, es el título de la tercera historia. La enfermedad de su padre era incurable, en otra ciudad ella trabajaba en un Café y ensayaba para hacer teatro; sus hermanos le pidieron que fuera, “está muy mal”, le expresaron; ella no podía dejar su vida y sus compromisos. “Servir café y actuar no cuenta…”, le dijeron. Cuando llegó su padre estaba allí en su campo de batalla con la muerte. Las palabras del papá para su hija eran: “la estúpida que dejo todo para hacerse actriz…” y para ella: “mi padre era una enfermedad sin remedio…”.

La vida después del agua. A su edad Silvia no sabía nadar, las clases de natación en la alberca la hacían feliz. “Energía, fuerza y velocidad, palabras que me han abandonado…” Al sumergirse bajo el agua el mundo era distinto, la alegría de estar en el elemento no se comparaba con nada, las risas la mantenían a flote y nadar le daba vida. Un día en la piscina empozó a patalear fuerte, fuerte…fuerte.

La obra está conformada –datos del boletín de prensa- por trece relatos (durante la temporada se escogen cuatro de forma aleatoria para dar función), basada en el libro homónimo de cuentos de Sylvia Aguilar Zéleny, Premio Nacional de Cuento La Paz Baja California Sur 2012. Los otros títulos son: Hábitos de sueño, Morder la vida, Nenitas, Nunca rabia, Odio mi vida, Piporro es Dios, Run for Life, Sueño con la bahía y Total.

Nenitas le da voz a mujeres de la tercera edad, es teatro que voltea a ver a un segmento de la sociedad que requiere ser visto y escuchado, con la necesidad de expresarse. No son rostros y cuerpos juveniles, no, a cambio nos ofrecen su experiencia, vivencias que surcan rostros con pliegues y canas que platean sus cabelleras.

Las actuaciones (alternan) son de: Alicia Carrasco, Graciela Estrada, Pilar Camacho, Luisa Velázquez, Sylvia Dávila. Lucina Huitrón, Ángela Hernández, Sonia Cruz, Martha Ramírez, Martha Heredia, Celia Velázquez, Alma García, Ricardo Chávez, Leona Rosas, Lourdes Rodríguez y Julia Uribe. Elenco conformado por alumnas de la Unidad de Vinculación Artística del Centro Cultural Universitario Tlatelolco de la UNAM y por integrantes de la compañía Soy Pájaro. La adaptación y dirección son de Josafat Aguilar Rodríguez.

Coreografías: Itzhel Razo; vestuario, Andrea Larios; Iluminación, Jazzael Ache; música, La Orquesta de Juguete Julio Ordoñez; máscaras, Julián Marsell.

Las funciones son en el Foro El Dinosaurio del Museo del Chopo, consulta precios y horarios, aquí.